El plan de Blago ya está a la vista

Cuál será la estrategia de Obama: ¿soborno o contraataque?

Por Jorge A. Pomar, Colonia

Ed Genson, abogado defensor del gobernador de Illinois, exige interrogar bajo juramento (subpoena) a Rahm Emanuell, el designado jefe de gabinete de Obama, y a Valerie Jarrett, principal asesora del presidente electo, así como a media docena más de testigos claves que podrían enredarse de mala manera a sí mismos y a su jefe o ídolo ante el panel de inquisidores del parlamento local.

Entre ellos figura el senador Jessie Jackson Jr., ya hundido hasta el surdo cogote en el escándalo de la venta del escaño senatorial de Obama. Una smoke screen (cortina de humo), como alegan algunos representantes demócratas, pero maniobra lo bastante turbia como para ensombrecer las caritas de yo-no-fui que pone cada vez más a menudo el atribulado President Elect, a quien el fiscal federal Patrick Fitzgerald insiste en concederle un break hasta el 20 de enero.

Por su parte, haciendo buena su promesa de batirse hasta el amargo final, el envalentonado Blagojevich acaba de entrarle al trapo mediático concediendo su primera entrevista a la prensa hostil desde la nívea mañana en que, erróneamente, tiró a broma la visita de los del FBI autorizados por un juez competente para arrestarle a domicilio.

Aunque aparentemente añaden poca cosa a lo declarado en aquella reciente alocución pública en la que citara in extenso un poema de Rudyard Kipling, sus palabras no dejan la menor duda respecto a que no sólo ya se siente mucho más seguro de sí sino que, en efecto, dispuesto está a darle candela al bosque político federal antes que servirle de chivo expiatorio a sus antiguos --e ingratos-- cúmbilas de Chicago:

"Miren, si yo hubiera sabido que me había gente oyéndome, probablemente no hubiera dicho algunas de las cosas que se dicen en conversaciones privadas. [...] Pero creo que probablemente haya decenas de miles de personas en Estados Unidos que hablan así de vez en cuando. [...] Si eso es impugnable de algún modo, entonces yo me hallo en el planeta equivocado y estoy viviendo en el sitio equivocado".



El plan que seguirá en lo adelante el astuto abogado defensor del gobernador ya está a la vista: (1) Restarle importancia a las cintas grabadas en poder del FBI; (2) romper las tácticas dilatorias del fiscal general Fitzgerald quien por la razón que sea, so pretexto de no comprometer las investigaciones en curso, a todas luces trata de ganar tiempo hasta la toma de posesión de Obama el 20 de enero; y (3) Por la vía del chantaje, negociar la impunidad jurídica de su mandante, o al menos una salidad lo más ventajosa posible de la ratonera en que Blago se halla atrapado.

Lo que --descontando las presiones para hacer abortar la solicitud de destitución provisional del gobernador ante el Tribunal Supremo y el proceso de impugnación contra él en la dividida Cámara de Representantes de Illinois-- aún brilla por su ausencia a esta altura es la estrategia que aplicará el presidente electo para desviar el alud de lodo que el acorralado gobernador está resuelto a echarle encima a María Santísima con tal de salvarse a su vez del naufragio penal.

En resumen, obviamente para Blago, que ya no tiene nada más que perder, la suerte está echada. En cambio, todo indica que Obama se enfrenta aquí al siguiente dilema: qué le conviene más: ¿sobornar al embromado gobernador, prometiendo echarle una mano poderosa desde la Casa Blanca; o al contrario, inclinando sin piedad el pulgar presidencial en contra del ex socio caído en desgracia?

La primera opción equivale a identificarse con un Blago que ya es carne de presidio, con irreparable daño para la imagen presidencial. La segunda sería una temeridad, pues no le dejaría al inescrupuloso gobernador otra salida que la huida hacia adelante.

O sea, no sólo oponer su palabra a la del presidente electo y su gente en lo relativo a la subasta del escaño senatorial, sino además airear sin miramientos cuanto trapo sucio le guarda desde la primera vez que ambos se confabularon para ascender en Chicago, capital estadounidense del crimen político.

Dicho en jerga criolla: Obama sabe que Blago sabe que Obama sabe que Emanuell [foto de al lado]... Nada, que las sombrías elucubraciones sobre este mayúsculo embrollo deben de estarle echando a perder las vacaciones allá en Hawai a un presidente electo que a esta altura todavía no sabe de qué modo cargar los dados para ganar la que ya se perfila como la partida más enojosa de su inminente reinado...