Saturday, 17 January 2009

Para entender nuestra ovejuna obediencia al Caudillo de corpore insepulto

Una reflexión sobre el castrismo a la luz de sus nexos con la Madre Patria*

(Convoyada con sendos homenajes a Trinidad Jiménez y Edurne Uriarte)

Por Jorge A. Pomar, Colonia


La columnista Edurne Uriarte publica hoy en el ABC un contundente comentario sobre la "tibia" respuesta telefónica del canciller Miguel Ángel Moratinos a las recientes injurias de La Habana contra Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid: sin exagerar, hoy por hoy una de las mentes más claras, honestas y coherentemente liberales del Viejo Continente; escúchenla condenar en el primer y tercer vídeos. Por lo demás, de veras hay que quitarse el sombrero ante la lucidez y los ovarios que se gasta su paisana doña Uriarte en cuatro párrafos.

Tal vez por razones de espacio le faltó añadir el dato histórico de que la apología monclovita de los desmanes del castrismo se remonta a la lejana noche del 20 de enero de 1960. Incluso pocos años después, cuando los negocios peninsulares fueron nacionalizados a cambio de irrisorias indemnizaciones (40 millones de dólares en total, si mal no recuerdo) y comenzó el éxodo masivo de vuelta al por entonces ya pujante terruño falangista, no sólo la prensa --ABC incluido--, los sindicatos y los partidos de izquierda y derecha, sino hasta el mismísimo Generalísimo echaba tierra por vía de urgencia sobre cada discordia surgida entre ambos países.

Desde entonces hasta la fecha, excluyendo los desencuentros diplomáticos durante el interregno aznarista, han prevalecido los lazos de sangre con los expropiadores sobre las más gruesas injurias públicas a la Madre Patria. El más sonado de ellos tuvo lugar ante las cámaras de TV tan temprano como el 20 de enero del 60.

"...esas simpatías castristas han tenido notable éxito en fijar en la opinión pública española una imagen de la oposición anticastrista de Miami muy parecida a la fabricada por la propia dictadura. Probablemente, éste es el exilio más insultado del mundo. Maltratado e injuriado por la izquierda europea, especialmente la nuestra, por combatir el comunismo desde un perverso bastión capitalista del imperio americano". [Foto: Edurne Uriarte.]

Como recordarán los peinadores de canas, durante una comparecencia transmitida en vivo y en directo por el
Canal 2, Fidel Castro, primer ministro del Gobierno Revolucionario, acusaba en falso a Juan Pablo Lojencio, marqués de Vellisca, a la sazón excelentísimo embajador de Madrid en La Habana, de haber vendido antes armas y municiones a Batista y conspirar ahora contra la Revolución.

Para su sorpresa, el aludido irrumpe en persona en el estudio, reclamando su derecho de réplica en estos términos: "¡Pido hablar aquí, señor moderador: se me ha calumniado!" Entre afónico, atónito e insolente, Fidel apenas atina a contestar: "Señor embajador, Usted tiene que pedirle permiso también al Primer Ministro del Gobierno, que es el entrevistado". Tras lo cual se ve al
intrusivo marqués avanzar vociferante contra un barbudo reculante y estupefacto...

"Lo más suave que les llaman desde aquí a los anticastristas de Miami es extrema derecha, locos y exaltados. Y algunos se apuntan también a los adjetivos preferidos de la dictadura, terroristas, violentos y mafiosos. Es lo que tiene ser un exiliado del comunismo, que el culpable eres tú y no el dictador".

Finalmente, los pocos afortunados espectadores en sintonía al filo de la medianoche serían testigos de un espectáculo único en medio siglo de castrismo: fuera de sí, el corpulento marqués agarra al jefe de Gobierno por la solapa y empieza, literalmente, a escupirle toda clase de improperios en el rostro antes de que periodistas y custodios logren rescatar a la desconcertada víctima y los técnicos corten la engorrosa trasmisión.

Aguirre: "...lo más tiránico, lo más obsoleto y lo más despreciable de todo el continente americano"



A la mañana siguiente, el doctor Osvaldo Dorticós, segundo presidente títere del Castrato y futuro ministro (de Justicia) suicida, declaró persona non grata al marqués. Pero el desquite no podía quedar ahí: una turba de fanáticos despidió al embajador en el aeropuerto de Rancho Boyeros al son de una irreverente conga que coreaba: Aquí la caña, allá la uva. / Señor marqués, váyase pa' España....

"La timorata e inane llamada, supuestamente de protesta, de Exteriores al embajador cubano se explica en ese contexto. En el ideológico, no en el diplomático. Lo mismo que la colaboración de nuestro Gobierno con la dictadura cubana. Se trata de lo que hay detrás del rascado. Profundo rechazo y aversión hacia los exiliados de Miami y bondadosa e infinita comprensión hacia el régimen".

El marques de Vellisca, cuenta el bloguero liberal Miguel A. R. Vacelar [foto de al lado] en Elogio de la Cordura, "fue recibido como un héroe en Barajas. La prensa española no hablaba de otra cosa, se había convertido en un símbolo nacional en la defensa de España en el exterior. Pero, mientras, en el Palacio de El Pardo, alguien no opinaba de igual manera…[...] A Franco no le hizo ninguna gracia el incidente. Eran muchos los intereses españoles en Cuba, y aun no había ninguna declaración oficial de que Castro se fuera a decantar por el comunismo. [...] con tono bajito pero firme, le dijo a Lojendio lo siguiente: "Bien, Lojendio, bien. Como español muy bien… Ahora, como Embajador…".

Una vez que Castro I se hubo decantado por el temido "comunismo" ruso y puesto abrupto fin a los sacrosantos "intereses españoles" en la Isla sin distingos de clases, a lo que siguió el primer éxodo masivo de naturales de todas las regiones peninsulares, Franco y sus sucesores, --todos ellos raigalmente noventayochistas y por ende antiyanquis, quien menos, como Aznar; quien a más no poder, como Zapatero-- siguieron apostando a fondo perdido a la voz de la sangre.

Como parte de ese sistemático afán revanchista y del consiguiente desdén por las realidades tangibles, los integrantes de la flor y nata de origen peninsular en la alta nomenclatura dententan hace rato la doble nacionalidad o han sido declarados "hijos predilectos" de las aldeas y ciudades peninsulares de sus padres indianos. A do, señalando la vía de escape a las oleadas plebeyas que hoy asedian el consulado en La Habana, ha rato que muchos de ellos planean repatriarse en caso de emergencia.

A la postre, tanta paciencia ha tenido su premio, si hemos de interpretar correctamente esas colas tumultuarias que se forman hoy frente a la Embajada de España para reclamar su ansiada carta de ciudadanía a tenor de la llamada "Ley de Abuelos".

Ahora mismo cualquier cifra entre 150 mil y medio millón de criollos revuelven afanosamente los baules en busca del providencial "abuelo blanco" del poema de Guillén que les abra la Puerta de Alcalá. Ironías de la historia: examinando el asunto en retrospectiva, conclúyese que aquel iracundo marqués no fue sino el primer repatriado involuntario de un interminable torrente humano que amenaza con devolver a la Península hasta el último descendiente de españoles en la Isla.

Que eso de meter al difunto Poeta Nacional mestizo en este potaje no es un capricho del Abicú sino, muy probablemente, un cálculo mediático de La Moncloa lo demuestra la fisionomía del solicitante modélico escogido para la divulgación televisiva intraconsular: un precioso jovenzuelo de piel canela oloroso a caña, tabaco, café, ron y escuela al campo que aparece hacia el final del vídeo de abajo y bien podría ser descendiente de la legendaria Cecilia Valdés, el personaje central bastardo de la célebre novela (costumbrista) homónima de Cirilo Villaverde.

Un cubanito modélico: "Yo me siento español..."


¿Demasiada literatura? No, porque poetas y narradores han llevado siempre la voz cantante en la génesis y consolidación del correspondiente imaginario nacional antisistema. De modo que cerremos esta descarga analizando sin prejuicios el sentido histórico del éxodo de marras. Significativamente, ocurre justo al cumplirse el cincuentenario de una Revolución Cubana nacida con vocación nacionalista y (socialmente) justiciera.

Semejante coincidencia lleva por fuerza a la conclusión de que no sólo ha sido un fiasco el castrismo sino también la luctuosa gesta mambí desde 1868 hasta 1898, librada sobre el presupuesto herediano de que "no en vano entre Cuba y España tiende inmenso sus olas el mar". ¿No fue eso lo que nos endilgaron hasta la náusea desde el jardín infantil y el colegio hasta las aulas universitarias?

Cómo mola ese "Yo me siento español" del joven aspirante a tránsfuga entrevistado en el Consulado. Sin discusión, el más rotundo mentís a Céspedes, Agramonte, Maceo y Martí, así como a la espesa sopa de sangre y tinta derramada en aras de la soberanía nacional desde el gratuito incendio de Bayamo (remedo simbólico del de Moscú ante el avance de la Grande Armée, que sin embargo fue un sacrificio estratégico) hasta la actual convalecencia del Magno Paciente.

Aquí no valen peros: a esos hijos y nietos de mambises y revolucionarios (Batista y Machado no dejaron prole visible), que llevan patria y esperanzas mejormundistas en la suela de los poppies, ya ni siquiera les entusiasma el creciente hedor a Muerto Grande alrededor del obelisco martiano en la Plaza de la Revolución. Es obvio que tampoco confían ni mucho ni poco en las presuntas reformas al día siguiente de los inconsolables, hipantes sollozos ante el Gran Patriarca de Corpore Insepulto.

Y el "hombre nuevo", cínico buscón mimético consciente de que la vida es corta y largo el nuevo porvenir prometido por el Hermanísimo, prefiere desentenderse de culpas paternas y vestir la camiseta del Che o de Lennon ("Tanto monta, monta tanto") en Vigo, Cádiz, Sevilla, Barcelona, Valladolid, Madrid o Extremadura, esa Cenicienta española. Metamorfosis neoprogresista que no tiene por qué ser del todo funesta, sobre todo si nunca más les vuelve a dar por la manía del "morir por la Patria es vivir" y la "carga para acabar la obra de las revoluciones...". Pero lo dudo.

Si en el 59 se hizo tabla rasa en un abrir y cerrar de ojos con un pasado republicano sin duda imperfecto pero material y humanamente mucho más llevadero, ¿qué esperar de unos simples retoques cosméticos a paso de cangrejo a aquel insufrible Infierno Socialista? Ni modo, hay que largarse al Infierno Capitalista.

Y cuanto antes tanto mejor, no vaya a ser que un par de pinceladas reformistas de cara a la galería progre basten para que, junto con las remesas y las restricciones de viaje, Obama cancele de un plumazo la Ley de "Pies Secos, Pies Mojados", sellando el adiós a las balsas. (Sin contar su anunciado espaldarazo al "criminal bloqueo".) Igual, ante la avalancha de inmigrantes, en el momento menos pensado un Zapatero presionado por la crisis y el clamor de los sindicatos podría cambiar súbitamente de flamenco para zarabanda y decretar el "¡Santiago y cierra España!"

Saquemos ahora el gran total catastrófico: alrededor de dos millones de migrantes allende los mares; 60-80 por ciento de la juventud insular queriendo perderse del Morro cuanto antes; sinfín de adultos apolíticos (apátridas por vocación y/o elección) dentro y fuera de la Isla; envejecimiento poblacional agudizado por el éxodo; revolcón plebiscitario o castrense, ambos previsibles, al Gorila Rojo (hoy mismo en la mirilla de Obama como obstáculo al "progreso latinoamericano", lo cual debe restarle bastante de la popularidad que le queda) en Caracas con repentino cierre del grifo de las regalías petroleras; par de oportunos "vientos plataneros" durante la próxima temporada ciclónica, etcétera, etcétera.

Esperanza Aguirre: "...y contra la dictadura castrista, de Fidel y de su hermano".



Lo dicho: a menos que, felizmente, fenezca antes que el Gran Moribundo, hay que dejársela en la mano a su Vacilante Heredero. Hoy mejor que mañana. Dos metas migratorias preferenciales: Estados Unidos y España (donde, por cierto, en vez de la prosperidad franquista a principios de los años 60, se toparán con los cuatro millones de desempleados del actual desmadre zapaterista, amén de tener que competir con migrantes sudacas, eslavos y subsaharianos) por ese orden. O sea, la antaño aborrecida metrópoli colonialista y el hogaño aún más aborrecido Imperio, aquel "Norte revuelto y brutal que nos desprecia" (Martí).

Y puesto que en la Isla sólo se agitan los clásicos cuatro gatos disidentes (de cuya existencia ni sus parientes quieren enterarse) y los "cadáveres amados de la Patria mía", a guisa de guinda al pastel cívico, todas las esperanzas nacionales puestas en el mesiánico inquilino negro de la Casa Blanca, cuyos changes in Cuban policies, al ahuyentar al espectro del enemigo externo, supuestamente inducirían a la plebe a agarrar por los cuernos al Minotauro de Birán. Fazit: otra vez el destino nacional pendiente del acontecer en Washington...

La reducción al absurdo no puede ser más absoluta. Quiere decir que los únicos patriotas consencuentes serían los castristas de todos los pelajes (sus hijos laborando a lo "en silencio ha tenido que ser" para para salvarse del naufragio poniendo a tiempo agua salada de por medio) y anticastristas (cuyos hijos en su mayoría, o no comparten los desvelos paternos en la Isla, o no piensan regresar del extranjero).

En total, una minoría estadísticamente insignificante. Para más inri, en el ala contestataria predominan los compañeros de viaje socialdemócratas (corriente en franca caída libre en su cuna alemana y en el resto Europa Occidental), o socialistas a la Zapatero, del nuevo anciano presidente de los Consejos de Estado y Ministros. Sin contar a los agentes provocadores de la Seguridad del Estado infiltrados en la oposición interna, que son legión.

En cuanto a los "pinos nuevos" de nuestros días, asísteles toda la razón al achacar el origen de la gangrena castrista a padres y abuelos. Si bien han de reconocer a su vez que el único modo de desmarcarse convincentemente de los errores y horrores de aquellos consiste en superarlos en alguna medida, en hacer las cosas un poco mejor. Lamentablemente, consta que en su inmensa mayoría ni de juego están por la labor...

De los cotarros intelectuales "de ambas orillas" mejor no hablar aquí, a fin de que ningún lector de paja reciba el ucase de recordarme la obviedad de que, habiendo sido sucesivamente expulsado de ambas por contrarrevolucionario recalcitrante, mi rencoroso y envidioso Alter Ego la tiene cogida con la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y, en particular, con su mal encubierta sucursal madrileña, o sea, la benemérita Asociación Encuentro de la Cultura Cubana (AECC).

Tan sólo una pregunta de actualidad, sin ensañamiento pero con alevosía: ¿cuántos de nuestros literatos famosos
se han dignado opinar a favor o en contra respecto al escándalo fiscal de la AECC, de cuyas revistas son asiduos colaboradores y en cuyos autolaudatorios foros suelen figurar como invitados de honor?

En contraste, aún vibran de emoción con los suaves escarmientos proletarios del Quinquenio Gris, las corruptelas republicanas o la impune "Protesta de los 13", orquestada en 1923 por una élite de clase media intelectual so pretexto de aquella inocua simonía conventual bajo la presidencia más noble de todo el interregno democrático-representativo, la de Alfredo Sayas.

Descontando a la réproba Zoé Valdés y alguna que otra voz más, un silencio entre embarazoso y cómplice rodea el affaire Encuentro. Ocurre acá lo mismo que allá con Fidel Castro: al final, la culpa será de Annabelle Rodríguez a título exclusivo. A lo que parece, el gran resto de ciegos sordomudos ya ha caído tan bajo en su culterana rodada que traicionaría sin pestañear hasta a su sombra, si la pudiesen pillar desprevenida.

Es como si Hernández Busto y sus tres antecesores en el ataque a la Asociación hubiésemos soltado zorrillos entre la --tocante a asuntos más egolátricos-- normalmente hiperestésica muchedumbre docta: todos tapándose a porfía nariz, boca, ojos y orejas. ¡Puerca miseria insular y exiliar! Lo siento pero, parafraseando a los senadores de la antigua Roma: Quod erat ululandum ("Eso había que gritarlo"). Al que le sirva el sayo, que se lo ponga...

En fin, "cada pueblo tiene lo que se merece". Y deja de tenerlo tan pronto deja de merecérselo. Bajo esa "luz cegadora", ese "disparo de nieve" contra las calenturas soberanistas de otrora y ahora, los patriotas del XIX y sus epígonos de la funesta Generación del Centenario (martiano) deben de haberse parecido enormemente a los estridentes, histriónicos regionalsocialistas de una festinada "Nación de Naciones" donde tantos concuerdan en que Ceuta y Melilla pertenecen a España y en que Madrid debe gastar de nuevo hasta la última peseta para que la Isla vuelva a ser la "Perla de la Corona, pero perjuran que Cataluña, el País Vasco, Galicia y demás son Estados independientes.

Ya lo dijo el Máximo Líder al conmemorarse el centenario de La Demajagua (inicio de las guerras de independencia) en 1968: "Nosotros entonces habríamos sido como ellos; ellos hoy habrían sido como nosotros". Léase, casi todos farsantes compulsivos de corto aliento épico, marcha de cangrejo y más que dudosa moral. Rasgos que no estarían reñidos con nuestra idiosincrasia hedonista, si además tuviésemos el valor de admitirlos a cara descubierta. Por suerte y/o desgracia, hemos salido cagaditos a y por la Madre Patria.

De otro modo, imposible entender esta reedición nuestra del "amamos las caenas", este epílogo de ovejuna obediencia al Caudillo Yacente en artículo forense y sus decrépitas falanges, esta tardía, oportunista pasión existencial por la antigua metrópoli colonial, otrora tan detestable a los ojos del heroico mambisado. Y es que, al cabo de 140 años largos, la ecuación histórica cubana no da ni atrás ni alante. ¿Por qué? Pues porque, evidentemente, de algún extraño modo harto eficaz a día de hoy, las premisas de partida eran falsas.

Por mucho que esos rubenianos "muertos, que padecen oprobio" se revuelvan de rabia en sus mausoleos, una aplastante mayoría de viejos y jóvenes de a pie y a motor están locos por ser norteamericanos, españoles o ciudadanos de cualquier corrupta nación democrático-burguesa de Occidente --o incluso súbditos de dictaduras autoritarias de ibídem, sin excluir a Haití-- con tal de no seguir malviviendo en su aberrante paraíso socialista natal.

Si acaso, desean para su archipiélago justo lo que, parafraseando con picardía el mantra de la izquierda antisistema occidental, acaba de proponer la traviesa Yoani Sánchez en Generación Y: "Un mundo posible es mejor". Es decir, ¡abajo Raúl y sus reformas fantasmas! ¡No a cualquier nuevo experimento de socialismo del siglo XXI con rostro castrista! ¡Sí a un "capitalismo sui géneris a la cubana"!

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*PD: Como ven, he cambiado los títulos y ampliado el texto hasta dar una panorámica de los criterios del Abicú acerca del controvertido monotema. Desde luego, aprovechando para asestarle de paso un leve fuetazo a la AECC...

6 comments:

Anonymous said...

Que es una "tivia" respuesta?

Jorge A. Pomar said...

Gracias, Anónimo 18/01/09 10:33. En efecto, parece lo que es: una garrafal falta de ortografía. Esta mañana he corregido y modificado el post.

El Abicú

Anonymous said...

Socio, que bien escrito.
Muy buena la muela de hoy.
Saludos.

Anonymous said...

Good,,
Mazterzo

Anonymous said...

Sigo sin ver para qué necesitas cuorum si tienes la razón. Sigue por el buen camino, que el buey solo bien se lame...

David Lago González said...

Por desafortunados mensajes de esos que agrupan a varias personas, me vi envuelto en una discusión irracional con un señor de la brigada de bahía de cochinos (entre los cubanos de aquel momento allí, simplemente playa girón) que me porfiaba el anti-castrismo de Franco y el anti-franquismo de Fidel, y lo peor de todo, defendía la continuación de las relaciones diplomáticas por el interés del gobierno franquista en no desasistir a sus ciudadanos en Cuba. Soy hijo de español y me se la historia perfectamente porque la viví. O sea, la reconstrucción de la historia cubana no es sólo obra de la izquierda española.