¿Se quedó Susana Pérez?

Carlos Otero entrevista a la actriz en Miami

Por Jorge A. Pomar, Colonia

Todo indica que sí, que de nuevo el cine, la radio y la televisión castristas han encajado una baja sensible, espectacular. A estas alturas la actriz tránsfuga debe de ser ya la comidilla de febrero a todo lo largo y ancho de la Isla: sin los usuales aspavientos pero con tanta más convicción, la estelarísima actriz Susana Pérez ha declarado oficialmente, para la urbe cimarrona de La Florida y la ínsula penitenciaria de enfrente, su firme intención de no dar marcha atrás.

"¿Te quedas en Miami o regresas a La Habana?", le preguntó sin rodeos a la bellísima diva apenas iniciada la entrevista el más popular de los tránsfugas telegénicos del año pasado, Carlos Otero en su recién estrenado programa "Pellízcame que estoy soñando" (Canal 41). La respuesta no pudo ser más tajante: "Me quedo en Miami". Y añadió: "...No ha sido fácil... Pero el hecho real y concreto es que he tomado la decisión y que es irrevocable, es irreversible".

Causa de esta trascendental decisión, según el acertado símil usado por Susana: las decepciones de un matrimonio mal llevado con el castrismo, el éxito de quienes la precedieron en el camino hacia el exilio, el ansia de aullar en libertad: "Hace muchos años que trato de nunca decir mentiras, salvo cuando no me queda más remedio; y me siento muy mal cuando lo hago".

En fin, el Sueño Americano como ultima ratio de la resistencia pasiva cubensis. Pues, gústenos o no, nuestra desigual batalla contra el pulpo mediático castrista y sus poderosos tentáculos occidentales se está librando fundamentalmente en término de sufragio con los calcañales.

Y deserciones de prominentes de la tele como las de Carlos Otero y Susana Pérez o las del Ballet Nacional de Cuba surten un efecto publicitario psicológicamente mucho más desestabilizador para la imagen interna y externa del régimen que el continuo éxodo de la plebe balsera con todo su dramatismo.



Recuerdo a Susana Pérez por sus actuaciones protagónicas en películas como Clandestinos (Fernando Pérez), El otro Francisco (Sergio Giralt) y Otra mujer (Daniel Díaz); así como en versiones de autor telenoveladas de obras famosas como La joven de la flecha de oro (Cirilo Villaverde), El rojo y el negro (Stendhal), Rosas a crédito (Elsa Triolet, por cierto, con fondo pianístico de Richard Clayderman), Las impuras y Las honradas (Miguel del Carrión).

Sin embargo, la Susana Pérez más vívida en mi memoria --debido al disgusto que me causó la cursilería del bocadillo que le endilga el novio a punto de macharse a la "manigua redentora"-- es la Charito Guzmán del culebrón mambí de Dora Alonso Sol de batey (1985), donde un por entonces todavía almidonado Armando Tomey confiesa su amor a la encantadora heroína en estos términos: "¡Te amo tanto como a la Patria!" Aterrillante, no por los actores sino por la autora.

Fue la gota que colmó el vaso de mi escasa paciencia para el género. A partir de ahí no sé como sigue la trama, ya que nunca más me senté a ver aquel bodrio patriotero. Lo que no fue poco sacrificio porque, si a sus va para 55 inaparentes primaveras el portento escultural de marras aún conserva intacto todo el sex-appeal y luengo, sutil, romántico encanto de criolla de Víctor Manuel que hacían de su figura en pantalla un --¿recuerdan cómo decíamos entonces?-- colirio para todo varonil ojo, imagínense cómo luciría esta hembra para lienzo con 22 calendarios menos, en la flor de la juventud. ¡Como para bebérsela en copa de chamán!

Y hablando de ojos, ¿a quién, hombre o mujer, moderado o radical, dejará indiferente en la anhelosa Diáspora esta diva nuestra en pos de libertad, con esos ojos verdeclaros que se gasta debajo de esas dos cejas seductoramente contemplativas? Cuando los abres en Miami se diría que va muriendo allá en La Habana la larga, engañosa noche del castrismo...

En el segundo vídeo, de Cubavisión, donde Carlos Otero la entrevistara hace apenas en el programa La hora de Carlos, además de hacer velada alusión a posibles piropos de galanes soeces, Susana resume en dos frases lo que ya es un leitmotiv de los actores de la Isla a la hora de distanciarse en clave de papeles indeseables a ellos asignados:

(1) "Bueno, imagínate tú, tratar de convencerse de que sí lo es, para que los demás se lo crean".
(2) Nuestro trabajo no siempre es el que queremos hacer. A veces es el que nos dan a hacer".

Resumiendo: si la huida de Carlos Otero a fines de 2007 llenó de regocijo al exilio y de cólera al corral mediático-cultural habanero y sus mentores, la fuga de la tórtola del ICAIC-ICRT nos llena de ilusión y esperanza a nosotros y de amargura y desencanto a esos malnacidos.

No cabe duda: la deserción de personajes prominentes de la farándula ya ha hecho escuela. Por lo demás, la actriz no tiene por qué preocuparse: si cabe, su público de a pie en la Isla la quiere y admira ahora más que nunca antes. Por tanto, gracias, Susana.

¡BIENVENIDA AL EXILIO, MI HERMANA!