Tuesday 31 March 2009

La metamorfosis del licenciado Oscar Espinosa Chepe

Un análisis de Lázaro González en Baracutey Cubano

Por Jorge A. Pomar, Colonia

Agudo, irrebatible el segundo análisis que hace hoy el colega Lázaro González Valdés en Baracutey Cubano para desmontar las tesis de Oscar Espinosa Chepe acerca de la urgencia de profundizar las recientes medidas unilaterales de la Casa Blanca levantando el embargo financiero. Pues, si bien el economista más famoso de la oposición interna no lo consigna esta vez en "Medidas positivas", a todos nos consta por textos anteriores suyos que es perfectamente consciente de de que el permiso para concederle créditos comerciales al Palacio de la Revolución es lo único que va quedando en pie del "criminal bloqueo imperialista".

A fuer de sincero, de un tiempo a esta parte noto, con creciente desencanto, una extraña metamorfosis en el pensamiento crítico de Espinosa Chepe. Tal vez sea ignorancia mía y algún lector mejor informado se digne darle la razón a mi Alter Ego, arguyendo de manera irrefutable que en el fondo el aludido opina hoy igual que ayer.

La diferencia sería apenas de matices, cuestión de lenguaje. Sea como fuere, es el caso que hasta hoy incluso el arisco Abicú tenía en alta estima la experticia de Espinosa Chepe en materia económica. Hemos de confesar que, al consultar en
Cubanet el texto de marras una vez leído el desmontaje hecho por Lázaro en Baracutey Cubano, se nos ha caído el habano sobre el teclado ante alhajas tan armengoliana- y cuestamorúamente ajadas como las que siguen pero, a juzgar por los criterios caros al jurado sueco, incuestionablemente merecedoras del Nobel de la Paz:

"En realidad, se requiere un nuevo enfoque, más atemperado a los tiempos, de forma que la política norteamericana contribuya a los cambios en Cuba, ante el fracaso de posturas que durante decenios fueron de gran utilidad a los sectores más inmovilistas y conservadores dentro del gobierno cubano".

"No obstante sus limitaciones, este paso ha sido muy bien recibido por la población de la Isla, lo cual deja al gobierno en una posición débil. [...] En primer lugar, las medidas tienen gran sentido humano y contribuyen a fortalecer la unidad de la familia y de la nación, mucho más en estos tiempos, cuando la sociedad cubana se deteriora aceleradamente por el impacto negativo de la crisis mundial y la carencia de un plan integral del gobierno para paliar sus negativos efectos".

"En realidad, se requiere un nuevo enfoque, más atemperado a los tiempos, de forma que la política norteamericana contribuya a los cambios en Cuba, ante el fracaso de posturas que durante decenios fueron de gran utilidad a los sectores más inmovilistas y conservadores dentro del gobierno cubano. El General tiene ahora mejores condiciones para efectuarlos, sobre la base de la remodelación de su gabinete y la promoción de personas consideradas más pragmáticas".

Por algún vericueto de la razón contestataria y/o por efecto de la fatiga teórica ocasionada por medio siglo de castrismo sin ver la luz al final del túnel, las elucubraciones de este ex prisionero de conciencia del régimen han acabado por inducirle a quemar su bien ganado prestigio apostando temerariamente a las buenas intenciones del tándem Obama-Raúl.

El Lic. Espinosa Chepe en plan de reformista radical. Pena que haya que consignar aquí este nuevo fiasco del intelecto académico al deservicio de la causa anticastrista. Inútil intentar una "deconstrucción" (¿el Abicú catedrático?) mejor que la efectuada hoy por el destacado colaborador de
Baracutey Cubano.

En realidad, este post no tiene otro objetivo que divulgar el inmejorable análisis hecho al respecto por Lázaro González Valdés. Si acaso, a guisa de complementos, se me ocurre añadir al plausible contagio castrista señalado por Lázaro, otras dos claves especulativas para descifrar los posibles móviles de estas graduales o súbitas metamorfosis progresista en las filas disidentes, por desgracia últimamente cada vez más frecuentes:

(1) Obviamente, entre las idiosincrasias del gobierno y la oposición abundan más las coincidencias que las discrepancias, dato que explica a la vez la impotencia de la oposición interna y externa, y la longevidad del castrismo. Verbigracia, hace unos cuatro años, alegando su condición de único ex prisionero de conciencia residente en Alemania, el Abicú tuvo que "meterle el pie" a fondo a la presidencia de la Asociación Encuentro de la Cultura Cubana (AECC) para ser incluido entre los participantes en un seminario berlinés sobre transición democrática.

Le tocó compartir podio con un ex "mercenario" de Bahía de Cochinos. Pues bien, mucho más ignaro e ingenuo que ahora como era a la sazón, mi Alter Ego creyó conveniente iniciar su disertación reconociéndose a sí mismo como la parte errada en abril del 61 cuando a sus doce primaveras, sobre las huellas aún frescas del invasor cautivo, partía cartilla y farol chino en mano del cercano balneario de Varadero a alfabetizar milicianos victoriosos en Banes.

Para su sorpresa, maldita sea la gracia que al parecer hicieron sus cándidas palabras al homenajeado. Un tal Lino que respondió al cumplido con una sonrisa que era más bien una mueca de disgusto para la galería encuentrosa. Plúgole recordar a su vez que asistía al evento a nombre de su jefe. ¿Y quién era su jefe? Un tal Manuel Cuesta Morúa [foto de arriba] cuyo nombre nada me decía entonces pero hoy desata el reflejo condicionado de tirria que conocen los asiduos a este blog.

Poco después, cuando sus abicueriles neuronas redondearon la imagen de "negro catedrático" adepto al socialismo democrático que hoy tienen del inefable líder de Arco Progresista, juro que mi Alter Ego y yo nos pasamos meses devanándonos los sesos para dilucidar las causas de aquella aparentemente estrafalaria yunta de mercenario imperialista con agente --algo más que a mi modesto modo de ver-- mal envuelto al servicio del binomio AECC-DSE.

Para no alargar su expectación, amable lector, aquí va a modo de sugerencia la respuesta que dimos entonces a aquella incógnita y mantenemos hasta el sol de hoy: el desastre de Playa Girón fue organizado y ejecutado casi a título exclusivo por la antigua claque dirigente del Partido del Pueblo (más conocido por Ortodoxo).

Y la olla de grillos mesiánicos del suicida radiofónico Eduardo Chibás y Fidel Castro, el "tiratiros" del asalto al cuartel Moncada, propugnaba una solución confusamente socialista para los males de la Segunda República. De manera que, vista a la luz de ese "imaginario" (palabreja aprendida por el Abicú en aquel cónclave exquisitamente académico de Berlín) común,
summa summarum, no era en absoluto de extrañar aquel sospechoso contubernio berlinés entre un mercenario y un sedicente "socialista democrático" a lo Bobbio (Norberto, filósofo italiano de esa turbia corriente posmarxista ruidosamente fracasada en el reino de Silvio Berlusconi).

[Nota bene: Como tampoco lo son, puestos a cavilar bajo esa tenue luz, el abyecto desfile de mandatarios sudacas dizque democráticos por el lecho de convalecencia del Magno Paciente o la actual proliferación de mesas redondas (siempre al estilo rigurosamente académico de aquella en la berlinesa Haus der Kulturen der Welt / Casa de las Culturas del Mundo) sobre el futuro de Cuba en la capital del Imperio Regionalsocialista Catalán.

Pesan más los "ideologemas" (para Cuesta Morúa y demás intelectuales culteranos) comunes que los puntapiés en el trasero propinados a esos huéspedes por el Magno Paciente. Coces, por cierto, similares a las que repartió a granel a partir de enero del 59 entre sus ilusos amanuenses ortodoxos en la lucha contra el Batistato. Nada nuevo, pues, bajo el sol caribeño...]


(2) Finalmente, el segundo móvil (putativo) de la metamorfosis espinosiana habría que ir a buscarlo detrás de su postulación al Premio Nobel de La Paz. Como se desprende de un simple vistazo a la lista de los galardonados durante las últimas décadas, para obtener la presea más codiciada del orbe preciso es hacerse el camarero sueco, repartir a diestra y siniestra el consabido cóctel a base de buenismo, corrección política, pacifismo a ultranza, optimismo metafísico, multiculturalismo, diálogo hasta con el Maligno y su Regente en La Habana (no así con los rivales del bando propio, como ya es costumbre entre nuestros líderes moderados "de ambas orillas"), antiamericanismo, ahora convoyado con un artículo de fe en los milagros del Mesías Obama...

Desde luego, tratándose de un daiquirí del Floridita especial para relajar al jurado de palo escandinavo, nunca deben faltar a guisa de guindas el ruego a Obama para que levante unilateralmente el embargo y la correlativa fe en el despegue de las estancadas reformas del Hermanísimo. En resumen, el requisito sin-el-cual-no de Estocolmo manda que el aspirante, si no lo hubiere sido desde el cunero, se despelote en la rutilante carroza del zapaterismo occidental.

Un conjunto de exigencias que, como se ha visto en otros casos, suelen hacer estragos en las convicciones anticastristas de cualquier aspirante criollo. Pinchando aquí el lector incrédulo podrá persuadirse de que, a más tardar desde el año pasado, el licenciado prefirió no dejar cabos retóricos sueltos en su ovillo progresista. A la vez, podrá admirar el elegante traje de cancán de lentejuelas críticas que le corta Lázaro González glosando el bodrio original párrafo a párrafo. Un vacilón dialógico...

Monday 30 March 2009

La sacralización del terror

Por Carlos Semprún Maura

"... si dejamos de lado las habladurías fascistas de Sorel, veréis cómo Fanon es el primero, desde Engels, en sacar a la luz la partera de la Historia". Jean-Paul Sartre, prólogo a Los condenados de la Tierra, Franz Fanon, 1961

[Extractos de un ensayo inédito del recién fallecido autor. Pinche aquí para leerlo completo en
Libertad Digital, 20-03-2009]

La partera es, claro, la violencia, y más precisamente el Terror... Cabe preguntarse en qué café de San Germán de los Prados Sartre, distraído, escribió tales habladurías, ya que desde Engels todos, Lenin, Trotsky, Stalin, Mao, Pol Pot, como Hitler, Mussolini, Franco (hasta en el cine, véase Raza), Fidel Castro, Guevara, etc., han exaltado la belleza viril de la santa violencia fundadora.

Es en 1961 cuando Sartre se entrevista con Franz Fanon en Roma. Estamos a finales de la Guerra de Argelia. Fueron Claude Lanzmann y Marcel Péju, mucho más comprometidos que Sartre en la "ayuda al FLN argelino", quienes organizaron dicha entrevista. Fanon, médico psiquiatra martiniqués, fue uno de los teóricos del tercermundismo revolucionario. Antes de adherirse totalmente a lo que creía ser la revolución argelina [salvada, por cierto, del colapo frente al invasor marroquí en 1963 por la artillería rusa del comandante Efigenio Almejeiras, quien no vaciló en masacrar a los moros mientras rezaban a Alá] ya había escrito un libro violentamente antioccidental:
Peau noire masques blancs (Piel negra, máscaras blancas), publicado por Seuil en 1952.

Cuando Sartre va a entrevistarse con él en Roma, Fanon es un moribundo, y sucumbirá a su leucemia pocos meses después, ese mismo año de 1961. Fanon, el teórico de la violencia revolucionaria tercermundista, eligió para morir un hospital de Washington. O sea, la capital del imperialismo yanqui. La sede misma del Mal.

Se ha exagerado mucho la participación militante de Sartre contra la Guerra de Argelia, en realidad se limitó a firmar algún manifiesto y a escribir un par de cositas, como ese prólogo, el más corto que jamás escribió. Pero, por ejemplo, tras haber prometido ser testigo de la defensa en un proceso contra franceses que colaboraban con el FLN argelino, se rajó y se largó a Brasil. Los abogados de los acusados, Roland Dumas y Jacques Vergès, presentaron al tribunal una falsa carta suya, escrita por ellos, para compensar su ausencia. Una carta en la que Sartre se solidarizaba totalmente con los acusados pero que jamás se atrevió a escribir. Además, no tuvo tiempo, se iba de copas con Jorge Amado en Salvador de Bahía de Todos los Santos. [...]

La historia de la guerra de independencia argelina podría empezar en 1945 en Sétif, cuando unas masivas manifestaciones nacionalistas argelinas fueron reprimidas por el ejército francés: 45.000 muertos, según cifras que aún se discuten. El Gobierno de la Resistencia, presidido por el general De Gaulle y con ministros comunistas, negó la realidad de los hechos y la importancia tanto del motín nacionalista como de la represión. Maurice Thorez, secretario general del PCF y viceprimer ministro, encontró una explicación peculiar a esos "incidentes": se trataba de elementos pronazis que intentaban sabotear las nuevas instituciones democráticas de la república francesa, de la cual Argelia formaba oficialmente parte. [...]

Podrá parecer paradójico –y hasta escandaloso– a muchos ingenuos, pero, visto con la distancia y la relativa objetividad de los hechos, resulta que Francia, que intentó oponerse bestialmente, con bombardeos a poblaciones civiles, torturas casi oficiales, ejecuciones y todo lo tristemente conocido, a la independencia de Argelia, fue antes, durante y después de esa guerra un país democrático, mientras que Argelia, y sobre todo el FLN, que tenía razón, o razones, para exigir su independencia, y que en esa guerra también empleó métodos bestiales, terrorismo contra la población civil, liquidación mediante asesinatos sistemáticos del movimiento nacionalista rival –el MNA–, etc., una vez logrado su objetivo, tan sangrientamente obtenido, la independencia, sucumbió al caos islámico y, siempre, al terrorismo. [...]

Hay que tener en cuenta que cuando Sartre se entrevista en Roma con Franz Fanon –quien le pide angustiosamente un prólogo a su libro, debido al prestigio internacional de aquél–, ya todos los grandes intelectuales franceses, y la opinión pública, se habían declarado contrarios a la tortura y exigían la paz. En ese sentido, Sartre parecía algo rezagado, o no más atrevido que François Mauriac, y es sin duda por eso que cargó las tintas y escribió una oda a favor de la violencia revolucionaria que ni Mauriac, ni Malraux ni Camus, pongamos, podían firmar. [...]

Hojeando de nuevo estos días el libro de Fanon [foto de arriba], me pregunto cómo pudo tener tanto éxito, no popular, sino precisamente entre los más finolis intelectuales de izquierda. Su operación ideológica novadora consistía en quitar el papel de protagonista de la revolución mundial al proletariado industrial, papel que le había asignado Marx, para confiárselo a las masas de los países del Tercer Mundo. Los obreros de los países capitalistas, escribe Fanon, se han "aburguesado" (lo cual fue siempre su ambición, digo yo), y se benefician de la explotación de los países pobres; por lo tanto, no son, ni pueden ser, revolucionarios, porque viven demasiado bien. [...]

Influido por el pensamiento Mao y la experiencia china, Fanon consideraba que los únicos revolucionarios eran los campesinos africanos, porque se refería sobre todo al continente africano: "El campesinado es sistemáticamente ignorado por la propaganda de los partidos nacionalistas. Sin embargo, resulta evidente que en los países colonizados los campesinos son los únicos revolucionarios. No tienen nada que perder y todo que ganar" (Les damnés de la terre, p. 46).

Para atacar la civilización y la cultura europeas, y más generalmente occidentales, Fanon se basa en teorías asimismo europeas, y no de las mejores (a menos que se admita que el marxismo-leninismo no es europeo). A lo que se puede añadir algo que tampoco era muy novedoso por aquellos años, el desplazamiento geopolítico y campesino, que ya había realizado Mao Zedong, sin negar, él, la herencia marxista europea. Al revés, considerándose el mejor discípulo y continuador de la obra de Marx, Lenin y, claro, Stalin. [...]

Queda por explicar por qué Franz Fanon, teórico pordiosero, tuvo tanto éxito, efímero pero éxito, con sus libros, porque entusiasmó a Satre y a sus discípulos de
Les Temps Modernes, y a su editor, François Maspero, y a sus camaradas de Partisans, y a muchos más. Evidentemente, no fue por la profunda originalidad de su pensamiento (sopa boba con heces de Lenin y vómitos de Mao), sino porque construía, con algo de estilo, un himno a la muerte y una sacralización del Terror.

Sin remontarme a los clásicos griegos ni glosar, por ejemplo, sobre
Eros y Thanatos (título de un libro de Marcuse que también tuvo éxito, pero a otros niveles), me limitaré a situar el inicio de esta larga y siniestra historia en la Revolución Francesa, que estableció como dogma que no hay Revolución sin Terror. Como todos los dogmas, es absurdo y reaccionario, pero se ha convertido en doctrina oficial, y, evidentemente, no sólo en Francia.

Los manuales de Historia, en las escuelas y colegios franceses, y más aún en la universidad, han afirmado, con Michelet y otros historiadores, que el Terror era necesario para salvar la Revolución, y que la Revolución era necesaria para salvar el mundo. Con lo cual escolares, universitarios, como militantes, han mamado desde siempre la falsa evidencia de que cuanto más se mata, más revolucionario se es. [...]

Cuando, en 1989, el presidente Mitterrand quiso celebrar a bombo y platillo el bicentenario de 1789, François Furet se negó a ser el presidente del comité encargado de organizar los festejos, por motivos obvios; en primer lugar, me imagino, porque todo ello serviría sólo al culto a la personalidad de Mitterrand, tan bien puesto en escena por Jack Lang [recién enviado por Sarkozy a La Habana]; y, en segundo, porque dichas conmemoraciones exaltaban, ante todo, las figuras de Robespierre y Saint-Just, los asesinos ilustrados. [...]

François Furet escribió luego la que yo considero su obra maestra:
El pasado de una ilusión. Pese a que los acontecimientos históricos son siempre complejos y contradictorios, y difícilmente autorizan juicios categóricos, pienso que el dogma según el cual no hay Revolución sin Terror, montado en torno a la Revolución Francesa, ha servido para justificar teóricamente el Terror de los totalitarismos comunistas. Además, como ya he escrito y repito, los comunistas no lo eran pese al Terror, sino a causa del Terror.

No fue lo mismo con el totalitarismo nazi y su Terror: habiendo decidido la leyenda que el nazismo era de extrema derecha, nuestros clérigos decidieron que era monstruoso. El Terror es bueno sólo cuando es de izquierdas, y es así como nos encontramos con infinidad de sabios, catedráticos, viudas de guerra y columnistas que consideran que Pinochet, o Franco, pongamos, es infinitamente peor que Lenin.

Pero a medida que la URSS caía en decadencia, que las ilusiones maoístas se convertían en desilusiones, los partidos revolucionarios occidentales comenzaron, paralelamente, a realizar un curioso pero integral striptease ideológico y político, abandonado uno tras otro sus bragas y ligueros dogmáticos: la necesidad absoluta de la dictadura del proletariado, eufemismo para designar el Terror, la necesidad absoluta del partido único, la supresión absoluta de las libertades burguesas. [...]

Pero las ilusiones revolucionarias perduran; minoritariamente, pero perduran. Si el PCF y el PC italiano, pero tengo menos datos sobre este partido, mantuvieron de 1944 a 1965, más o menos, el mito de la revolución armada, con sus consiguientes depósitos de armas y organizaciones militares clandestinas, todo ello se fue abandonando al compás del abandono de los dogmas marxistas-leninistas, y el izquierdismo revolucionario, siempre muy minoritario, se manifestó esencialmente de dos maneras.

Jack Lang con Raúl Castro en La Habana



Una era de tipo sentimental, de apoyo simbólico a las guerrillas latinoamericanas, a la "heroica lucha del pueblo vietnamita" y a los terroristas palestinos. Pero, por otro lado, algunos decidieron pasar ellos mismos al terrorismo. Fueron los "años de plomo", con las Brigadas Rojas y sus grupos satélites en Italia, la RAF, o "banda de Baader", en Alemania, el Grapo en España y Action Directe en Francia, por ejemplo. Si no cito a ETA, aún más criminal y que sigue matando, es porque no la sitúo en la tradición leninista de la lucha armada.

Antes de convertirse al capitalismo, la URSS y China se convirtieron, para nuestros jóvenes revolucionarios europeos, en países reformistas, lo peor de lo peor. Los mitos sobre la conquista del poder por las armas y la dictadura del proletariado fueron abandonados por el movimiento obrero organizado, y los integristas, los nostálgicos del Terror, se pusieron a matar a diestro y siniestro, pero sin destruir el capitalismo ni cambiar nada esencial en las democracias parlamentarias que combatían.

Hoy se da un fenómeno nuevo. Todos los integristas, los partidarios de la violencia revolucionaria y del Terror, desilusionados con los partidos de izquierda y de extrema izquierda, y más aún con los países ex socialistas, se han volcado en el apoyo al islam radical. [...] No les parecía en absoluto monstruoso vivir en sociedades comunistas, al revés, pero ninguno de nuestros jóvenes –con algún viejo– que apoyan hoy el terrorismo islámico aceptaría vivir en un régimen talibán, ni siquiera bajo las rígidas normas de Arabia Saudí, pongamos. No mutilan el clítoris de sus hijas, cuando tienen, no consideran a las mujeres como seres inferiores, ni siquiera creen en el Corán.

Su universo intelectual y cotidiano, su forma de vivir, sus anhelos personales y colectivos están en perfecta contradicción con la ideología y la práctica coránicas de los regímenes y organizaciones islamistas, y sin embargo las defienden, y las defienden por un sencillo motivo: porque matan. Por lo tanto, son revolucionarias. Es de imbéciles, pero no más que esa señora, madre de familia, bondadosa y generosa, que me dijo que el ver en la pantalla de su tele los aviones suicidas estrellándose contra las Torres Gemelas de Nueva York le procuró la alegría más fuerte de su vida.

Tuesday 24 March 2009

Homenaje póstumo a Carlos Semprún (1926-2009)

"Soy liberal y un fanático del capitalismo"

Por Jorge A. Pomar, Colonia

[Carlos Semprún Maura (Madrid 1926-París 2009).- Político y escritor bilingüe. Renegado del marxismo y autor de medio centenar de obras de teatro entre las que alcanzaron fama internacional El hombre acostado (1971) y El azul del aguardiente (1982). Brilla también como historiador y narrador memorialista en El día en que me mataron (1976), Franco murió en la cama (1980), Las barricadas solitarias (1985), Por los caminos rojos (1987), Vida y mentira de Jean Paul Sartre (1996), Polvo de líneas y otros cuentos (1997), El exilio fue una fiesta (1998), Las aventuras prodigiosas (2004) y A orillas del Sena, un español (2006). Su columna de los lunes "Carta de París" en Libertad Digital era un referente indispensable para la interpretación del acontecer contemporáneo en clave liberal.]

Carlos Semprún Maura falleció ayer en París a los 83 años de edad. La noticia de su muerte me sorprendió esta mañana justo cuando me disponía a terminar un post a propósito de un comentario suyo en Libertad Digital, donde demuele la fábula de la "enérgica reacción" de la intelectualidad de izquierda ante el arbitrario arresto del poeta Heberto Padilla en 1971.

De ahí la necesidad de reformular el borrador de ayer a fin de pergeñar a la carrera esta hirsuta semblanza de su fascinante personalidad de tal modo que se compadeciera con la --presumiblemente baldía-- intención de extraer moralejas útiles a ciertos tránsfugas intelectuales del castrismo que rompen sus ataduras con el marxismo oficial sólo para, una vez en este "aperreado exilio" (Belkis Cuza Malé), arroparse en celofanes utópicos afines igual de anacrónicos.

Carlos Semprún es uno de los contados escritores extranjeros que, a raíz del arresto de Heberto Padilla --no por falta de solidaridad con el poeta caído en desgracia en La Habana sino más bien por una cabal comprensión de los versos que lo habían llevado a los calabozos de Villa Marista-- rehusaron estampar su firma al pie de la famosa carta abierta que, supuestamente marcó el inicio del fin provisional del romance intelectual con el castrismo.

En realidad, el mensaje al Comandante contenía una regañina leal transida del mismo deseo entre ingenuo y perverso que inspira hoy en día a los incorregibles partidarios del continuismo raulista. Lo cual se aprecia en el tono general del primer petitorio (fueron dos). A los efectos de despejar dudas sobre la buena voluntad de los firmantes, se recalca al final de la segunda misiva ("de los intelectuales europeos y latinoamericanos") a Fidel Castro. Releámosla:

París, mayo 20, 1971

Comandante Fidel Castro
Primer Ministro del Gobierno Cubano

Creemos un deber comunicarle nuestra vergüenza y nuestra cólera. El lastimoso texto de la confesión que ha firmado Heberto Padilla sólo puede haberse obtenido por medio de métodos que son la negación de la legalidad y la justicia revolucionarias. El contenido y la forma de dicha confesión, con sus acusaciones absurdas y afirmaciones delirantes, así como el acto celebrado en la UNEAC, en el cual el propio Padilla y los compañeros Belkis Cuza, Díaz Martínez, César López y Pablo Armando Fernández se sometieron a una penosa mascarada de autocrítica, recuerda los momentos más sórdidos de la época stalinista, sus juicios prefabricados y sus cacerías de brujas.

Con la misma vehemencia con que hemos defendido desde el primer día la Revolución Cubana, que nos parecía ejemplar en su respeto al ser humano y en su lucha por su liberación, lo exhortamos a evitar a Cuba el oscurantismo dogmático, la xenofobia cultural y el sistema represivo que impuso el stalinismo en los países socialistas, y del que fueron manifestaciones flagrantes sucesos similares a los que están sucediendo en Cuba.

El desprecio a la dignidad humana que supone forzar a un hombre a acusarse ridículamente de las peores traiciones y vilezas no nos alarma por tratarse de un escritor, sino porque cualquier compañero cubano -- campesino, obrero, técnico o intelectual -- pueda ser también víctima de una violencia y una humillación parecidas. Quisiéramos que la Revolución Cubana volviera a ser lo que en un momento nos hizo considerarla un modelo dentro del socialismo.

En su furibunda respuesta a la primera epístola, el soberbio destinatario, pensando en voz alta, aireó urbe y orbe la opinión que desde que tuvo uso de razón política en el colegio de los jesuitas santiagueros siempre le han merecido los intelectuales "...porque echar a pelear revolucionarios no es lo mismo que echar a pelear literatos, que en este país no han hecho nunca nada por el pueblo, ni en el siglo pasado, ni en este; que están trepados siempre al carro de la Historia".

Semprún, última entrevista (si le interesan
tema y personaje no se pierda este vídeo)



Exageró el Magno Paciente en ese fuetazo. Empero, unos párrafos más adelante atinó a dar una respuesta digna de figurar como exergo del capítulo sobre "ratas intelectuales" (Fidel) en el vademécum de cualquier opositor liberal que se respete. Al menos, el Abicú y su Alter Ego no vacilarían en estampar al pie de estos bocadillos su archirreaccionaria rúbrica junto a la del homenajeado, calzada con una sincera felicitación:

...seudoizquierdistas descarados que quieren ganar laureles viviendo en París, en Londres, en Roma. Algunos de ellos son latinoamericanos descarados, que [...] viven en los salones burgueses, a 10 000 millas de los problemas, usufructuando un poquito de la fama que ganaron cuando en una primera fase fueron capaces de expresar algo de los problemas latinoamericanos. [...] Cuando nos vayan a defender les vamos a decir:¡No nos defiendan, compadres, por favor, no nos defiendan!

Cada vez que esa clase de hijos pródigos culteranos, crónicamente equidistantes entre "socialismo realmente existente" y "capitalismo salvaje", aborda la encallada nave de los locos del castrismo lo hacen con el expreso fin de reflotarla para seguir ensayando con los cobayas nativos algún remiendo de la fracasada utopía checa del "socialismo con rostro humano".

El inefable novelista lusitano José Saramago, a quien por cierto el Abicú introdujo en la Isla con la amena, erudita y deslumbrante (obra no es autor, y lo cortés no quita lo valiente) novela histórica Memorial do Convento, aportó hace unos años otro ejemplo de pasarela de estos conspicuos vaivenes intelectuales cuando tardó menos en retractarse de su tajante "¡Hasta aquí he llegado!" que sus admiradores retroprogres en reponerse del sobresalto.

Ahora bien, tanto en lo tocante a veleidades de autonomía autoral como al usufructo de la fama ganada de balde a costa de la épica guerrillera (Fidel), el palmarés se lo llevan sin discusión las inconsolables víctimas indígenas del elástico Quinquenio Gris. Su efímero disenso con el despotismo castrista, al igual que el de sus síndicos extranjeros, no guardaba relación alguna con la denuncia literaria o civil del sangrero anterior y del incesante (infortunio material y espiritual) de "nuestro pueblo" sino, como hasta la "guerrita de los emails", a título exclusivo con el culto a la pacotilla y a las prebendas de esa casta de rastacueros empedernidos.

[...servidores que se creían de una "causa", utilizaban a Sartre con fines propagandísticos, apreciando más o menos su obra. Y, a menudo, menos que más. Vienen a decir, o han dicho, algo así: "La prueba de que nuestra causa es justa es que incluso Sartre debe reconocerlo". Sartre podía ser un intelectual burgués, un filósofo, un existencialista decadente, pero se vio obligado a reconocer que la causa de la URSS, de las luchas tercermundistas, de las guerrillas latinoamericanas o de la Gran Revolución Cultural china eran justas. Semprún, Vida y mentira de Jean Paul Sartre]

Pero alguna lección han sacado del reproche de vivir de espaldas a las cuitas del vulgo: tras el paso de los devastadores vientos plataneros del año pasado, a beneficio de los damnificados la UNEAC organizó una colecta especial entre sus miembros, selectivamente dolarizados gracias a la desinteresada generosidad del MINCULT en aras del compromiso intelectual sartreano. "Ande yo caliente y el mundo que reviente", dice un refrán aplicable a estas insensibles "conciencias críticas" de la cubanidad castrista.

No en balde una de las tesis más indigeribles del aguafiestas de Aron --anatómicamente tan mal encabado como Sartre pero, a diferencia de su todavía preferido rival, "amigo de Platón pero más amigo de la verdad "-- en L'opium des intellectuels, un intento de extirpar con alicate a sus cariados colegas de la órbita soviética, explica el apego de los intelectuales al marxismo como consecuencia de su dependencia material del mecenazgo estatal.

Semprún hunde el bisturí abicueril en un aspecto soterrado de sumo interés para los todavía deslumbrados secuaces criollos del profeta francés de la seductora antítesis del existencialismo cristiano maoguevarista: antes de treparse en el último minuto al carro victorioso de la Résistance (revancha de los genuflexos de la víspera a base de picotas y linchamientos al estilo del terror jacobino), Jean Paul Sartre y su no menos demagógica consorte Simone de Beauvoir, dos fetiches de nuestros literatos oficialistas del "período romántico", fueron obedientes apparatchiks culturales de la República de Vichy, satélite del nacionalsocialismo alemán.

De donde se desprende que --en el fondo y, a poco que se hurgue en las andanzas de esta abominable pareja durante la posguerra-- el mantra del engagement no es más que un refrito francés del agit-prop culto asignado a las bellas artes bajo el régimen fascista del Mariscal Pétain, a la sazón ídolo de las multitudes galas, como se puede apreciar en las abundantes y elocuentes imágenes de archivo del documental de Claude Chabrol L'Oeil de Vichy (El ojo de Vichy).

["Cuando Castro, por ejemplo, declara que la Revolución cubana es socialista y, por lo tanto, justa y necesaria, eso no puede convencer más que a los castristas convencidos. Pero si Sartre, con su prestigio, dice lo mismo, eso convence a muchos más. Se trate de Castro, de Stalin o de Mao, de las diversas pero semejantes experiencias totalitarias del siglo XX, los escritos políticos de Sartre han desempeñado un peculiar papel. En este sentido ha sido más útil al comunismo que los intelectuales comunistas, grises funcionarios". Semprún, Vida y mentira de Jean Paul Sartre]

Así las cosas, no por azar el tal "compromiso intelectual" es un calco al carbón del rol asignado por el Máximo Líder en la Biblioteca Nacional a nuestros sobrecogidos y/o agradecidos escritores y escribidores durante aquel siniestro maratón retórico clausurado con el lema totalitario "Dentro de la Revolución todo, contra la Revolución nada". El anestesiante eslogan data de junio del 61, diez años antes del inicio del programa de reeducación para intelectuales descarriados conocido por "Quinquenio Gris".

Para que el lector no informado se haga una idea aproximada de la influencia real de Sartre en el mundillo intelectual de la Isla, basta decir que en 1960 Carlos Franqui, el prestigoso ex director de Radio Rebelde, cursa a la pareja de existencialistas vergonzantes una invitación oficial para que el pope de la izquierda no ortodoxa bendijera el incipiente humanismo revolucionario.

Obnubilado por Fidel y el Che, el bizco más influyente del mundo hace algo más que aceptar el convite: unos meses después ve la luz su flamante ensayo tercermundista Huracán sobre el azúcar. Diez años más tarde, al estallar el affaire Padilla, las firmas de Sartre y Beauvoir encabezarín las lacrimosas epístolas de protesta, alegando el varón engaño por parte de un Franqui ya escamado en su exilio italiano.

La clave para entender el temprano repeluco anticastrista del menor (y el más honesto y consecuente) de los hermanos Semprún, está en el dato de que a la sazón figuraba entre los contados autores adictos a los contagiosos efluvios del Sena que no "preferían equivocarse con Sartre a tener razón con Aron" [foto a la derecha), cuyo herético ensayo El opio de los intelectuales (1955) habría sido el purgante expeditivo contra el empacho izquierdista de nuestra intelectualidad republicana, si sus francófilos integrantes hubiesen sido a la sazón más amigos de la verdad que de Sartre.

Prefirieron dejarse engatusar por los enfoques miopes del iridiscente estrabismo seudofilosófico sartreano. Demasiado sobrio y soso el jarabe de objetividad de Aron, quien para colmo de males era judío. He ahí por qué tantos de ellos siguen padeciendo el síndrome de inmunodeficiencia precoz diagnosticado por Lenin: izquierdismo tardío, enfermedad senil del comunismo terminal que suele hacer estragos entre los profesionales de la cultura por móviles de casta y oficio (bajo democracias liberales, enemigos jurados de la burguesía y el estado; bajo dictaduras totalitarias, incondicionales de la alta nomenclatura).

Aún no se han lavado les mains sales ("las manos sucias") del pasado jacobino. Apenas leído dentro y fuera de la Isla, el filósofo liberal francés Raymond Aron sigue siendo en los anaqueles de la Biblioteca Nacional y los anticuariados habaneros la bestia negra del autor de El ser y la nada, La náusea, Las palabras, El diablo y Dios, El existencialsmo es un humanismo y otros libros de cabecera de nuestros escritores (y emborronadores de cuartilla). La idealizada República Española, la Resistencia antifascista postfactual y los retozos juveniles de Mayo del 68 siguen siendo sus referentes mitológicos.

["Puedo decir tranquilamente que fui y soy antifranquista, lo que no quiere decir que los antifranquistas, los míos, fueran los buenos, ni siquiera que tuviésemos la razón... El exilio fue una fiesta. Hablaba de algunas cosas, pero me autocensuré... Forma parte de mi evolución, en la medida en que mi rechazo de lo que fui, comunista primero, luego, tras la salida del partido, militante de la extrema izquierda, para evolucionar luego hacia el liberalismo, fue un proceso nada repentino, sino que ha durado 50 años". Semprún, A orillas del Sena, un español]

Pero si al francés Aron le corresponde el mérito (hipotético, desde luego) de ser uno de los pioneros teóricos en esta batalla cultural de la disidencia criolla contra los demonios rosados de la utopía marxista, la lenta, traumática evolución biográfica de su más aventajado epígono peninsular hacia posiciones liberales sin etiquetado es el retablo autobiográfico más disuasorio por cercano a lo autoctono, el antídoto cuasi tropicalizado contra el sida ideológico de nuestros tránsfugas literarios.

Por tres razones principales (hay secundarias): primero, como escritor español "afrancesado", este hombre se había formado exactamente en el mismo ambiente histórico-cultural que sus colegas cubanos; segundo, ilustra biográficamente la inconsistencia de toda ruptura con el castrismo desde las heterodoxias marxista y socialdemócrata; tercero, en su doloroso reciclaje liberal Carlos Semprún tuvo coraje civil bastante como para --contrariando a la vez gremio, familia y amistades-- distanciarse de las falacias de su amado hermano mayor y mentor, el famoso Jorge Semprún (se inventó un pasado antifascista en Buchenwald; en realidad, fungía como Kapo, o sea, capataz comunista de las SS-Calavera).

No cabe duda de que el herético autor de las corrosivos cartas parisinas ha subido el listón del ajuste de cuentas con el pasado hasta alturas de vértigo. A buen seguro, el espinoso sayo de egolatría que teje abajo a los firmantes foráneos de ambas súplicas intelectualistas a favor de Padilla --idéntico, insisto, a la arriba citada diatriba del noble déspota de cuyas manos sucias pendía la suerte del autor de Fuera de Juego-- parece cortado a la medida también para las claques de la UNEAC y la AECC.

Mi Alter Ego ha aprendido un horror de trallazos de su fusta polémica como ese insolente "Soy liberal y un fanático del capitalismo". Por esas y otras herejías imperdonables, debió pagar el precio
exorbitante que cobran sin falta las cofradías de izquierda a los apóstatas irreductibles. No en balde, el diario El País, decano de la prensa retroprogresista, ignora su deceso, que escasa resonancia está teniendo en Europa Occidental.

Aunque ayer nos hayamos quedado con las ganas de leerlo como cada lunes, por la ejemplaridad didáctica de sus relatos confesionales, para autores "geniales" y/o "mediocres" de la Isla y la Diáspora capaces soportar semejantes acrobacias catárticas sin temor al cruel rebote contra la monolítica insensibilidad del gremio, Carlos Semprún Maura sigue siendo el preceptor implacable que en vida supo ser en primer lugar con su propia obra y vida. Sobre todo en estos tiempos inciertos en que el vendaval utópico sopla desde la Casa Blanca...

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Los últimos tangos

Por Carlos Semprún Maura, Libertad Digital (23-03-2009)

Tengo la impresión de que por aquellos años, los últimos del impero soviético, la pasión por Cuba, las polémicas a favor o en contra de Castro, de Guevara, de las guerrillas, todo aquello se había apaciguado y reinaba cierta indiferencia. Puede que vea estos días a Jacobo Machover y se indigne: ¿cómo no vas a recordar tal fechoría del régimen, y las campañas de protesta que organizamos? Recuerdo el bobo entusiasmo que despertó la revolución cubana, recuerdo la inquietud y la indignación ante el simulacro de desembarco en la Bahía de los Cochinos, recuerdo la que se armó con la muerte de Guevara en Bolivia, como recuerdo las desilusiones de cada vez más cubanos, que fueron goteando hasta constituir un inmenso lago en Florida, con sucursales en Madrid, París y otras capitales. Y también recuerdo, ¡no faltaba más!, el caso Padilla.

Siempre me ha parecido curioso que escritores latinoamericanos y españoles que se consideraban marxistas-leninistas revolucionarios, que aplaudieron frenéticamente los fusilamientos durante más de 10 años, el saqueo de la isla, la ruina de los campesinos y de toda la población, todo ello les parecía estupendo, la Revolución en marcha, de pronto, luego de que detuvieran al poeta Padilla, uno más, se emocionan, hacen gestiones, discretas o aparatosas: en una palabra, se movilizan. Como si opinaran: los campesinos, que se jodan, pero hay que salvar a Padilla.

La forma que tomó dicha movilización fue vergonzosa. Se trataba de un documento, firmado por famosos, que era nada menos que una súplica al tirano: tú, comandante de las barbas floridas, tan bueno, tan revolucionario, tan todo, no puedes encarcelar a Padilla, que es buen chico, buen poeta, y además es inocente. La respuesta del Comandante fue rotunda: sacó por unas horas de la cárcel a Padilla, para que declarara públicamente que esos amigos que pretendían hacer campaña a su favor eran tres veces más traidores, tres veces más gusanos y seis veces más enemigos de la Patria. Así se zanjó el asunto, al menos políticamente.

Ni Xavier Domingo, ni Antonio López Campillo ni yo firmamos esa repugnante súplica al tirano, y lo explicamos en una carta abierta en la que cantábamos las cuarenta a Castro y a su tiranía; carta que nunca fue publicada. Años después, y por casualidad, me enteré de que el cubano con apellido francés que se habían comprometido a llevarla al diario era un agente G2 cubano.


[Pinche aquí para leer el original completo.]

Sunday 22 March 2009

"La reconciliación con Obama según Irán"

Una caricatura de Pong para el Guiness de la Iconoclasia

Por Jorge A. Pomar, Colonia

¡Original sin antecedentes en los anales de la caricatura sacrílega, Pong! No creo que ningún otro artista del género en el orbe haya captado mejor el quid, la clave para descifrar la ecuación islamofascista. A saber, que en esencia la llamada "guerra santa" de Bin Laden, Al Qaeda, Hizbolá, los ayatolás iraníes, etc., no es más que una de los tantas réplicas tercermundistas del sadomasoquismo occidental.

Lo que, no ya Obama sino ni siquiera su antecesor Bush, el "Gran Villano de la Aldea Global", acaban de meterse en la mollera es la obviedad de que la fobia planetaria contra Estados Unidos tiene mucho más que ver con los incomparables aciertos civilizatorios del
American Way of Life que con sus errores, sean éstos reales o imaginarios. La obsesión antiamericana consta de dos vertientes originarias: (1) el resentimiento de una Europa inconsolable que en el siglo XX perdió su hegemonía universal a manos de Estados Unidos (2) las sucesivas derrotas del fascismo y el comunismo, dos fenómenos populares netamente europeos, a manos del mismo país.

Para más inri, se da la tiple circunstancia agravante de que, en última instancia, este Viejo Continente en irreversible decadencia aún vive bajo el paraguas protector de la Casa Blanca, encarnando a un estado del bienestar igualmente en franca decadencia. No obstante, sigue ejerciendo una influencia mediática decisiva sobre la opinión pública internacional que le permite venderle como pan caliente al Tercer Mundo, por el carril uno, un modelo socialdemócrata en crisis aguda.



(Y por el carril dos, anacrónico pero aún vigente, la alternativa antisistema. Cualquier cosa menos los tabúes de la democracia representativa y el mercado libre. De ahí que en todo el espectro de centro-izquierda eurooccidental, y prácticamente en ninguna de las antiguas colonias europeas, exista la menor simpatía con la oposición liberal cubana. Casi todos son, de un modo u otro, por una u otra causa, más bien aliados del Palacio de la Revolución, con el cual comulgan en la ONU y el resto de los foros internacionales.)

No en balde el creciente desencanto comunitario se da de la mano con el desdén a vuelta de correo del ayatolá supremo Alí Jameini al ramo de olivo del Mesías Negro: "Hechos no sólo palabras". Penúltima perla previsible de un rosario de repelucos foráneos contra el
change we can believe in que abarcan desde el Gorila Rojo, Fidel-Raúl Castro y Bin Laden hasta Kim Jong II, Putin-Medvédev y Felipe Calderón (México declaró la guerra aranceles al vecino del Norte).

Nada contradictorio en este sentido, desde luego, el dato de que el mandatario europeo más despelotado con el new deal del Black Roosevelt (y las reformas cangrejeras de Raúl Castro) sea el socialista Rodríguez Zapatero, cuya inefable ministra de Indefensión no se ha tomado la molestia de avisar a sus colegas antes de trasladar al tercio táctico del semipacificado Kosovo (no se ve de qué modo estén a la ofensiva esos victoriosos talibanes) al supuestamente indómito Afaganistán.

Que a despecho de la distancia geocultural se trata de procesos gemelares de inspiración occidental nos lo demuestra cierta conspicua semejanza --pasada por alto hasta la fecha por la historiografía comparativa-- entre el triunfo del barbudo Fidel bajo el signo de la cruz contra el demonizado Fulgencio Batista en el 59 y el del no menos barbado, devoto y siniestro imam Ruholá Jomeini contra el satanizado Sha Reza Pahlevi veinte años más tarde: con la abierta parcialidad primero y el aplauso delirante de Occidente y sus izquierdas después, ambas rebambarámbanas dieron al traste con sendas dictaduras prooccidentales para instaurar, respectivamente, el marxismo-leninismo en la Isla y la sharía en Persia.

Diferencias: en Irán se ejecuta (excomulga, mutila, lapida, ahorca, fusila) y reza más el catecismo oficial; en cambio, hay más comida (cero racionamiento), ropa y acceso a Internet, además de menos controles aduanales. En ambas satrapías la juventud sueña despierta con largarse en masa a Occidente, preferentemente a Estados Unidos.

Similar balance en dos países disímiles en todo menos en prosperidad y tolerancia prerrevolucionarias: fanatismo, represión, miseria, desesperanza, éxodo masivo y solidaridad occidental. Cuba e Irán, aliados por un pacto de tirria común contra Occidente y su paradigma americano. "Dios los junta y el Diablo los cría".

En fin, prodigios macabros de neta factura occidental en el mimético Tercer Mundo. Pero dejemos ahí las curiosidades históricas del azar concurrente para ocuparnos de una excentricidad geopolítica de candente actualidad que mancomuna el destino del aprendiz de magia negra de la Casa Blanca con el de nuestros impotentes paisanos en Cuba.

Hablo del proyecto ruso-cubano (Chávez brinda una isla virgen entera, pero la antigua base soviética de espionaje radioelectrónico de Lourdes en Bejucal dispone de cuatro pistas adecuadas) de usar por segunda vez a nuestro país como portaviones insumergible para los vuelos "de amistad y colaboración" de los bombarderos estratégicos de Putin-Medvedev.



Dislate geopolítico que, amén de echar por tierra de antemano los rooseveltianos planes de Good Neighborhood de Obama, podría desatar una nueva Crisis de Octubre de desenlace imprevisible. Bastaría con que se estrellara al aterrizar uno de esos supersónicos cargados de ojivas radiactivas y... "¡Adiós, mundo cruel!" A la inminente eventualidad de la solución biológica, se añadiría a corto plazo la de la hecatombe einsteiniana...

Con ese otro trueno a la vista en el horizonte, quién duerme sin pesadillas. Puede que, en efecto, los optimistas de ambas orillas del estrecho de la Florida estén en lo cierto y la festinada renuclearización del Caribe no sea más que un simulacro del Kremlin para espantar a los americanos de Europa Oriental y del Cáucaso, pero la noticia en sí no deja de revelar los extremos a que es capaz de llegar el Palacio de la Revolución en su desideologizado afán de sobrevida.

Por lo demás, no huelga recordar que ya en el 62 los expertos estuvieron poniendo en duda la presencia de los cohetes de Nikita hasta que un par de fotos aéreas de los emplazamientos mostradas por el embajador americano en la ONU encendieron todas las luces rojas. Como se dice en el argot criollo, "nos salvamos en tablita".

Grita al cielo, por ende, el silencio al respecto de Washington y Bruselas, por un lado, y de nuestros apóstoles del diálogo y la reconciliación nacional a ultranza, tan fascinados por las migajas del panqué humanitario obamita que hasta el momento ni siquiera se han tomado la molestia de introducir ese dato atómico en su errática ecuación altermundista del
Yes we can. Así de tozudos y desaprensivos son...

[Nota bene: Además de los guías espirituales de Irán y Cuba, otro déspota que ha calado bien a Obama es el histrión de Hugo Chávez quien, excepcionalmente dentro de su habitual lunatismo escénico acaba de trazarle a mano alzada el mejor minirretrato abstracto de que se tenga noticia desde su investidura el pasado 20 de enero: "...pobre ignorante, que estudie, que lea un poco para que aprenda cuál es la realidad de lo que está viviendo y la realidad de América Latina y la realidad del mundo". Sólo falta el hula-hula en la cintura de este hijo predilecto de Honolulu.]



Ojala que esta vez, adaptando aquel "¡Nikita, Nikita, mariquita, lo que se da no se quita!", no llegue a corearse en la Plaza de la Revolución este estribillo: "¡Putin, hijo de puta, lo que se da no se disputa!"

O tal vez sí, porque significaría que Putin --a semejanza de Jruchov-- se lo pensó mejor a última hora, suspendiendo los vuelos sin consultar al Magno Paciente y/o al Hermanísimo. El riesgo estriba en que Obama no es Kennedy...

Saturday 21 March 2009

Estampa Habanera (XX), plus Memorias del subdesarrollo socialista

Las encarnaciones de Sears

Por Teresa Dovalpage, New Mexico

[Teresa Dovalpage.- Nac. 1966, La Habana. Licenciada en Lengua y Literatura Inglesas por la Universidad de La Habana, escribe en español e inglés y ha publicado las novelas A Girl Like Che Guevara (Soho Press 2004), Posesas de La Habana (Pureplay Press, 2004) y Muerte de un murciano en La Habana (finalista del premio Herralde, Anagrama 2006). Próximo libro: Por culpa de Candela y otros cuentos. Pinche aquí para entrar en la bitácora homónima de esta bella tránsfuga habanera. El post de abajo, obviamente ilustrativo de su estilo y poética de la nostalgia crítica, ha sido tomado del blog Belascoaín y Neptuno, donde se puede leer un fragmento de Posesas de La Habana y el Abicú, inspirado por Estampa Habanera (XX) insertó el comentario ampliado abajo.]

Tras su nacionalización, a la que siguió una década de hibernación, la antigua Sears se abrió exclusivamente para los “viajeros de la comunidad”, o, como les decía la gente, los gusanos que retornaban convertidos en polícromas mariposas. En ese sentido fue un antecedente directo de las diplotiendas de los 90. La venerable abuela de las shoppings, vaya. Como en mi familia no teníamos parientes comunitarios, no llegué a conocerla. Fatalidad.

Después cerraron el local de nuevo y pasaron tres o cuatro años más para que reencarnara como el Supermercado Centro, durante los ochenta. Allí se vendían ¡por la libre! pollos, cakes, quesitos de lujo y me parece que bebidas también. Digo “me parece” porque tampoco logré visitarlo. Dado que las colas eran más largas que la del cometa Halley, mi padre marcaba a las tres de la mañana, lo relevaba mi abuela a eso de las siete y cuando llegaba la hora de entrar, allá iba la comandanta, esto es, mi madre, que era quien decidía lo que se podía comprar y lo que no. Un día hablaré más del tema, pero les aseguro que mi familia era un matriarcado. El caso es que, por más que le pedí a la mandamás que me dejara acompañarlos, me azoró siempre. “¿Qué tienes tú que hacer ahí, chica, en medio de una cola donde te van a estar dando empujones? Ponte a estudiar o entretente con un palito y mierda, anda”.

Unos diez años más tarde, cuando el difunto Centro había vuelto a dar otra vuelta kármica, ahora transformado en un Joven Club de computación, me dirigí a sus puertas a fin de ver de cerca una computadora. Aunque a consecuencia de mi apresurado paso por la facultad de cibernética me hacía poca gracia todo lo relacionado con esta ciencia arcana, pudo más la curiosidad y allá me fui.

A la entrada del Joven Club me detuvo una guardiana envuelta en uniforme verdealgo y creo que hasta con pistolón a la cintura.

—¿Adónde tú vas?
—Yo… esto… yo soy profesora de la universidad y vengo a ver si puedo usar una computadora —tartamudeé.
—No, mija, no, ¿qué tú te piensas? Tienes que traer una autorización de tu departamento que explique para qué necesitas saber computación. Además, hay que pasar un curso primero, no es cosa de llegar y de sentarse delante de uno de esos aparatos así de a Pepe. Y luego tienes que hacerte socia del club y traer tus documentos y pedir tiempo de máquina y…

Pero en mi departamento me comunicaron que no había motivo alguno para que una simple profesora de inglés perteneciera a un Joven Club, que mejor me pusiera a traducir un artículo de Alfredo Guevara a la lengua de Shakespeare —lo que constituía el equivalente a mandarme a jugar con un palito y mierda, supongo.

No sé qué será del local ahora. ¿Es todavía un Joven Club, es una shopping, se ha convertido en patrimonio de la humanidad? Quizás, si un día regreso a Cuba, tendré más suerte y podré trasponer sus umbrales. Quizás, quizás, quizás...


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Memorias del subdesarrollo socialista

Por Jorge A. Pomar, Colonia

Buena memoria la de Tere. Así mismo recuerdo también la época. Por entonces trabaja como traductor de alemán e inglés en el Departamento de Documentación del MINBAS (más conocido por "El Convento" debido a la mojigatería castrista), sito en la planta baja del edificio de la antigua Compañía de Electricidad en la avenida Carlos III.

Leyendo la crónica retrospectiva escrita por esta nostálgica cubanita exiliada en el edénico Taos Ski Valley, reviví la mañana en que un grupo de colegas, aguijoneados por la curiosidad, fuimos a cierta tienda de Galiano para admirar por primera vez en las vitrinas las calculadoras electrónicas de bolsillo en venta por asignación. [Foto: Calle Carlos III, años 50. Según creo, el edificio de la Compañía Cubana de Electricidad es el tercero de fachada oscura a la derecha.]


Y el mediodía en que nos arremolinamos todo alrededor del eufórico marido de una tocaya tuya para admirar los tres "faldos" con cinturón y los pulóveres que acababa de comprarse en el recién inaugurado mercado paralelo. Embullado, esa misma tarde me compré una muda, con la que me emperifollé para (joven y presumido como era a la sazón) darme vistilla en la oficina al día siguiente.

Un fiasco: apenas cruzada la puerta del departamento, para mi sorpresa y bochorno me saludó desde la escalera mecánica la chica más guapa del edificio con un estentóreo: ¡¡¡Fajao!!! Exclamación que enseguida se convirtió en coral fuga gregoriana hasta el último escritorio de "La Pecera", como se conocía a aquel área encristalada del edificio. Yo no tenía la menor idea del significado de esa palabra, pero enseguida me sacaron de la inopia: pantalón de rayas con camisa a cuadros...

Elemental. Viendo que el escarnio no tenía para cuando amainar, le pedí permiso a Alicia, la obesa, autoritaria y picúa (se gastaba el sobre entero en peluquería y maquillaje) jefa del negociado, para ir a cambiarme urgentemente de camisa o pantalón. (
Sorry, dear Teresa, there is not such possibility in my closet, so I can not hold the promise to insert my picture "fajao". The shock was so lasting that I have never made the same clothing mistake.)

Otrosí, en el supermercado especial Centro, sito en el antiguo edificio de Sears en la esquina de Reina y Amistad, los Pomar lo teníamos más fácil para comprar que los Dovalpage: siempre aflojándole uno o dos "Camilos" (billete 20 pesos) a un cierto colero incapturable del Parque de La Fraternidad.

El monto de los honorarios del colero profesional dependía del número de cepos metálicos en que uno quería marcar. Pues desde la acera del parque serpenteaban varias colas separadas por clases de víveres: "Pescados y Mariscos", "Bebidas y Licores", "Dulcería" y "Laterío", que era la más tumultuaria. Si mal no recuerdo, un ticket daba derecho a comprar en dos departamentos afines pero no en los demás. Sin contar el acoso policial al enjambre de especuladores. ¡Una jodienda meterse en aquella pelotera!

Pese a los inconvenientes existenciales del subdesarrollo socialista, el hoy --por tantos que pasan en las Isla las de Caín en este interminable "Período Especial en Tiempos de Paz" con final incierto-- extrañado interregno de relativa bonanza de los 80 fue el de los años felices de mi Alter Ego, que por primera vez desde que lo reclutara el S.M.O. en el 65 logró andar La Habana sin el gruñido de sus tripas y sin botas rusas modificadas por algún hábil zapatero remendón.

Cierto, un lapso signado por la picaresca cotidiana del buscón. Pero era el caso que, comparado con los rigores del período anterior, casi todo le iba saliendo bien en la vida antes de que su buena estrella empezara a eclipsarse indefectiblemente a fines de la década para apagarse de sopetón en las asépticas celdas de clausura de Villa Marista a fines del 91. Sólo volvería a brillar, bajo una gélida llovizna de aguanieve, la grisácea y ventosa mañana del 21 de noviembre del 93, cuando mi Alter Ego, sin sombrero y enfundado en un tenue terno rayado de gabardina china, se apeara del Boeing en el aeropuerto de Düsseldorf...

Friday 20 March 2009

Rescoldo de abicueril patriotismo deportivo...

Plus razonable consejo al Hermanísimo con el ánimo dividido de que lo siga o no lo siga

Por Jorge A. Pomar, Colonia

Fidel a solas con Raúl: "Esos desmerengamientos no pasaban durante mi gobierno".
Raúl: "Date por seguro que menos aún pasarán durante el mío."

Fidel:
¿Qué mierda estás insinuando? Mira que me olvido de que eres mi hermano y llamo a Ramirito para que te meta preso.".
Raúl, retirándose: "Ya...".

Un rescoldo de chauvinismo deportivo hizo que el Abicú y su Alter Ego recibieran la noticia de la humillación del equipo Cuba con un ojo riendo y el otro llorando. Este año no se pagó en esta casa para ver en vivo y en directo los juegos del equipo Cuba. Aunque soñaba con ella, un rescoldo patriotero hacía que nos pareciera mezquino aflojar un par de euros con la palpitante esperanza de presenciar la mayor fuga colectiva de esclavos deportivos que registran los anales del beisbol revolucionario.

De hecho, nos desentendimos tanto de la suerte de los pupilos del errático Higinio Vélez durante la fase eliminatoria que hubo un malentendido cuando el paisano Arzola telefoneó para anunciarnos el fatídico 5-0 a manos de esos crueles samuráis: ambos sobreentendíamos que el del otro extremo del cable hablaba de la primera sevicia nipona. Pero no era la segunda y definitiva blanqueada.

"Cuando un pueblo enérgico y viril llora, la injusticia tiembla". En efecto, tembló dos veces el alma abicueril. Al principio, de alegría por el mal de lesa castrada patria aquí en su exilio renano. Y enseguida de pena por esos humildes peloteros tratados como una recua de esclavos de plantación en plena Yuma, obligados a regresar a las volandas a la Isla sin saber, los más, si alguna vez volverán a saborear las mieles del infierno neoliberal.

Ni hasta cuándo cobrarán esos 200-500 "fulas" (dólares) que les asignaron a última hora para que demostraran una vez sobre el terreno la abismal superioridad del descalabrado "deporte revolucionario" y aportarles una pausa de fruición a sus compatriotas en medio de la grisura y la penuria cotidianas.

Pena inspiran sobre todo porque, aun con el atenuante del gardeo policial a presión al que fueron sometidos durante su breve estancia por los rancheadores del INDER, al no aprovechar la aforística calvicie de la ocasión para desertar en la tierra más fermosa que han visto ojos de balseros, la de las Grandes Ligas por demás, no sólo frustraron las malsanas esperanzas de mi perverso Alter Ego sino sus propias perspectivas profesionales.

Muy probablemente para siempre jamás pues, amén de incierto y potencialmente letal por distintos motivos, el recurso a la balsa es costoso. Y salvo el jardinero izquierdo Frederich Cepeda, quien llegó a ostentar la triple corona del campeonato, tampoco se vieron prospectos ofensivos ni defensivos lo bastante prometedores como para que los scouts se arriesguen a enviarlos a buscar en lancha rápida. De lanzadores, ni hablar...

En resumen, enésimo revés del cacareado "deporte revolucionario", motivo adicional de depresión para "nuestro pueblo" y monumental berrinche del Magno Paciente (acaba de hacerse el harakiri reflexivo con samurái de bambú antes de pasarles el de acero por la nuca a quienes corresponda. Rezo por si las moscas, mas seguro estoy de que el harakiri reflexivo de hoy, titulado "Los culpables somos nosotros", no se lo va a llevar antes del abicueril plazo de gracia que Ustedes saben, o sea antes de la inhumación de las cenizas del Hermanísimo.

Por cierto, ya que estamos hablando de Raúl: si bien tampoco fue jamás santo de la devoción de mi Alter Ego, días atrás, a propósito del torneo beisbolero, ambos especulábamos sobre la lógica pero remota posibilidad de que el nuevo anciano presidente decida curarse en salud de una migraña hereditaria con el deporte y de paso poner en juego --de manera más creíble que el teléfono celular y el libre acceso a hoteles para turistas-- mediante un batazo táctico la bola encebada de la reforma con la absoluta seguridad de que el errático infielder afrozurdo de la Casa Blanca la va a fumblear.

¿De qué manera? Fácil, extendiendo a los atletas las excepionales franquicias concedidas, por ejemplo, a intelectuales y artistas para entrar y salir de la Isla a voluntad con el fin de hacerse contratar en el extranjero por un equipo profesional de primera, segunda o tercera liga. Con dos requisitos esenciales: pagar impuestos proporcionales y depositar en el Banco de Crédito y Comercio --pongamos-- la mitad de sus ingresos netos.

De este modo, cambiando apenas de retórica triunfalista, revivaría una enormidad el alicaído entusiasmo plebeyo por el pasatiempo nacional número uno, desviando la atención de temas más importantes (desayuno, almuerzo, cena, vestimenta, techo, dólares, alegría); potenciaría un desarrollo exponencial del rendimiento deportivo; se ahorraría el engorro de policiar en el extranjero a los equipos nacionales; dispondría de millones de dólares sin contrapartida para financiar las prometidas reformas estructurales; y último pero no menor, podría volver a alzar el ahora desflecado cartel de potencia en una esfera no vital pero sí muy mediática.



Amén de que hace rato que nuestros tránsfugas en los trabucos de Grandes Ligas son los favoritos de la afición insular, el plan serviría de experimento piloto con vista a su aplicación en otras disciplinas lucrativas del deporte rentado; llenaría el creciente vacío de lealtad al desprestigiado régimen que acaba de custodiar a esos infelices peloteros como una dotación de esclavos; y caso de anunciarse sin tardanza, haría olvidar como por encanto, tanto a los deprimidos jugadores como a sus defraudados hinchas locales, este penúltimo fiasco en la pelota profesional.

Once a cero en 18 entradas. Un marcador apto para repercutir en forma imprevisible en el área política de la ya de por sí depresiva siquis colectiva insular. A propósito, el crónico complejo de superioridad-inferioridad de nuestras delegaciones deportivas, acentuado por la rigurosa cuarentena bajo la cual el dispositivo de seguridad del INDER les obligó a competir, debe de haber afectado sensiblemente el rendimiento de la otrora temible "Maquinaria Roja".

¿El Abicú dándole consejos al gobierno? Increíble pero cierto: a pesar de todos los pesares, pudiera ser que en algún recoveco del laberíntico fuero interno de mi perverso Alter Ego arda aún un último rescoldo de patriotismo. En cualquier caso, me confiesa al oído que se siente el archirreaccionario corazón dividido entre, por el ventrículo derecho, el recóndito deseo de que ni en broma al Hermanísimo se le vaya ocurrir seguir el consejo.

Y por el ventrículo izquierdo, la fuerte esperanza de que nos lleve la contraria. En aras del ahora mismo trunco futuro de esos peloteros apabullados por la supuesta "sangre fría" de unos peloteros rentados del Sol Naciente, a quienes, resollando por la herida, el resentido Magno Paciente ha acusado del mismo delito que a sus colegas cubanos: sobresalir en "ese deporte importado o impuesto". ¿Será que planea romper esa atadura lúdica con los gringos, reintroduciendo en la Isla el batos de los taínos, la pelota vasca o la tauromaquia castellana?

Friday 13 March 2009

"Asco me da de sólo pensar lo que haré contigo y tu execrable parentela"

¿Qué le hubiera pasado a Muntazar Al-Saidi tras arrojarle sus zapatos a Sadam?

(Un divertimento pasablemente serio con iniciativa final en defensa del habeas corpus para los Once+Uno)

Por Jorge A. Pomar, Colonia


Oh, dilecto Camilo (pinche para leer en
Estancia Cubana el post que inspira este algo difuso divertimento a propósito del juicio en primera instancia contra el celebérrimo autor de los dos zapatazos fallidos a Bush en Bagdad), en el hipotético caso de que a ese histrión mesopotámico se le hubiese ocurrido llevar a vías de hecho la peregrina idea de arrojarle un zapato a Sadam Hussein, me imagino la cólera del augusto agredido como la de ciertos malencarados matones de la Cosa Nostra en los dibujos animados de Walt Disney.

A saber, alzando la diestra engarrotada para disolver el conato de linchamiento orquestado por unos escoltas deseosos de ajusticiar en clave demostrativa, de la peor manera concebible y a la vista del jefe en el lugar del crimen, a un mentecato cuya irreverencia probablemente les iba a costar a ellos mismos sinecura y pescuezo: "¡Alto, lo quiero vivito y coleando!". Acto seguido, Sadam se masajea parsimoniosamente el mentón...


Con los ojos cuarteados y un rictus de náusea cercano al regüeldo en las comisuras de los labios babeantes, escupe el siguiente bocadillo sobre la desfigurada jeta del morituro:
Alza la cabeza y mírame, malnacido. Sonríe... Cuán bello y original eras... ¡Asco me da, so perro roñoso, de sólo pensar lo que haré contigo y con toda tu execrable parentela! Para empezar, esta noche harás las delicias de los televidentes iraquíes cenándote ese par de zapatos a guisa de kebab... A capela, sin sasiski... ¿Cómo me apostrofaste: "Beso de saludo, perro"? ¡De sobremesa úntenle el ano con exudado de perra en celo y háganle encular por una jauría de grandaneses bugarrones! Ah, y no olviden filmar en vídeo ambas escenas para mi colección especial...

Y enseguida se retira a rumiar en calma los macabros pormenores de la ejemplarizante venganza arábiga.
Un exceso excepcionalmente razonable. No huelga aclararlo, pues no hay nada más peligroso en este saturniano mundo posmoderno que ese género de energúmenos efectistas en plan de patriotas: a los sátrapas sin complejos, como Sadam o Fidel, les lamen las botas a porfía; frente a dictablandos o gobernantes democraticamente electos, no pierden ocasión de lucirse posando como temerarios patriotas.

O incluso ecopacifistas vindicativos, como la lastimosa lady que el viernes pasado le embadurnó el rostro con un gran pote de mostaza verde al Peter Mandelson, ministro laborista de Comercio e Industria y ex comisario europeo de Comercio. ¿Motivo? Descontento con la proyectada construcción de una nueva pista en el aeropuerto de Heathrow.

Ironías de la estulticia progre: justo ese día la víctima se disponía a intervenir en ... ¡una cumbre sobre economía verde!
"La única cosa verde en Peter Mandelson es la baba que corre por sus venas", despotricó in situ la agresora Deen ante la prensa británica sobre el famoso gestor de los Acuerdos de Paz del Viernes Santo que aplacaron los furores terroristas del (valga la redundancia) IRA. A veces el gesto de los ecologetas se torna más halagüeño, revelando la faceta narcisista oculta detrás de las pancartas.



Lo cual puede apreciar y hasta agradecer en el vídeo de arriba sobre el multitudinario striptease contra el calentamiento climático (con tanta alharaca, llegamos creer que este invierno ya se podrían asar chuletas de cerdo al sol en el balcón del fondo; ni modo, seguimos enfriando cervezas, no sin temor a que las botellas de medio litro se congelen y revienten) organizado en 2007 por Greenpeace en el glaciar de Aletsch, Suiza.

Desde luego, apenas se ven pellejos sueltos, tetas caídas o rabos mochos. (La sobreabundancia de nalgas planas es más bien un imperativo del genoma nórdico.)
Notoriamente, cuando no por amor al arte anatómico, estas y otras quejas masivas por el estilo con exhibicionistas humanitarios y zoófílos se efectúan siempre a beneficio de fieras en peligro de extinción, como los osos polares o el lince ibérico (el hallazgo de excrementos de ese felino salvaje frenó los planes de construcción de una autopista madrileña).

O de fieras en peligro de expansión, como los fanáticos de la Franja de Gaza o los castos talibanes recluidos en la Base Naval de Guantánamo.
Jamás y nunca, ni en broma o pesadilla contra dictaduras totalitarias, como la de los hermanos Castro, Hugo Chávez, Evo Morales, el orate incendiario de Teherán o Sadam Hussein antes de que los marines lo sacaran de su última guarida para ponerle la corbata de cáñamo plástico que dio al traste con sus vesanias.

No merecen igual solidaridad animalitaria los más de cien mil delincuentes comunes (en su inmensa mayoría fuera de circulación por tentativa de supervivencia) y políticos (por asociarse para decir en voz alta lo que piensan los matavacas del régimen y sus miríadas de aguantapatas apolíticos) que languidecen en el resto del archipiélago de las doscientas y tantas ergástulas.


No siempre los desplantes narcisistas del hombre (o la mujer) nuevo progresista son tan inocuos como el picheo de un par de zapatos, un disparo de mostaza verde o esos fascinantes muestrarios de cuerpos humanos al desnudo. Si no pregúntenselo al actual ministro federal alemán (CDU) del Interior, postrado en un sillón de ruedas desde el 12 de octubre de 1990 el portador de un cerebro trastornado por la propaganda antisistema durante la Guerra del Golfo le diñara una puñalada trapera en la nuca, dejándole parapléjico. [Foto: Striptease en la madrileña Puerta del Sol contra la matanza de focas en Canadá.]

Meses antes otro cuchillo empuñado aquí en Colonia por una demente no postró Oskar Lafontaine, el actual rey absoluto de los demagogos zurdos teutones. Igual debe de haberle acelerado tanto los latidos de su filantrópico corazón que a la postre --más delirante que antes de probar la incomparable calidad de los urbe y orbe famosos aceros de Sohlingen-- levantó el pie de las confusas filas socialdemócratas para plantarlo en firme junto a los honeckerianos reciclados del PDS bajo la carpa común socialista democrática y, por ende, filocastrista de
Die Linke: La Izquierda, plusmarquita continental en defensa de nuestro quinteto de espías injustamente confesos, convictos y retenidos detrás de barrotes en las tenebrosas mazmorras consumistas del Imperio.

Como se ve, ofensas simbólicas y agresiones sangrientas diseñadas para la derecha sirven también para la izquierda. Pero volvamos a nuestros zapatos voladores. Casi todo el orbe biempensante se refociló con el bufonesco espectáculo del mocasinazo a Bush, cuyo imperdonable pecado original a los ojos de la inefable retroprogresía consiste en no haber salido de Irak con el rabo entre las piernas, como Nixon de Vietnam.

Ahora bien, ¿qué va a pasar si el lanzamiento de proyectiles de peletería hace escuela en Occidente? ¿Si el presidente justa o injusta pero sin duda groseramente zapateado se apellida, pongamos, Rodríguez Zapatero u Obama?
A modo de comparación, cuando hace unos un estudiante esquizofrénico perpetró aquella masacre en el campus de su universidad americana, el progrerío armó tremenda algarabía aquí en Europa: culpa de las dichosas licencias para portar armas.

El día después, a la hora del telediario de ARD, aposté con Anna, mi media naranja dulce, a que la hazaña no tardaría en replicar por estos pagos buenistas donde, a despecho del virulento antiamericanismo imperante, se suelen copiar a la mayor brevedad cualesquiera novedades o dislates made in USA.

En efecto, aunque penalizadas tenencia y porte de armas letales, la matanza más reciente es ya la penúltima de una cadena macabra que no tiene para cuando terminar. El (en alemán) llamado
Amokläufer (loco suicido-homicida) causa horror hasta en los patios escolares. Así la dialéctica reversible de esta eurocosa en sí, es de esperar que la larga cola del zapatazo roce pronto estos lares miméticos. A donde de seguro no va a llegar tan pronto, por falta de democracia y libertad, es a nuestra hermética Isla.

Y no sólo por no matar de asco a Raúl (el Magno Paciente ya no está al alcance de francotiradores gerontófobos) ante las ocurrencias de sus más rastreros instintos sádicos, sino porque hace rato que no dan calzado subsidiado por la Libreta de Abastecimientos y en las tiendas de moneda convertible un par de mocasines de piel como los arrojados a Bush por Muntazar cuesta varios salarios mensuales. En todo caso, obligar al infractor a engullir un par de zapatos de plástico con mojo (Raúl no es tal cruel como Sadam) sería un dispendio demasiado oneroso para el menguado presupuesto de Villa Marista. [Pinche la foto para verla en tamaño original.]

Finalmente, aunque vosotros no me lo queráis creer --y ni siquiera cuente con el beneplácito de las gerencias de la
Encuentro en la Red, El Nuevo Herald, Rebelión, Kaos en la Red y los influyentes académicos dialogueros de la FIU--, mañana les escribiré a los padrinos germánicos de Los Cinco Prisioneros del Imperio sugiriéndoles la iniciativa de apadrinar a los Once+Uno recién fulminantemente tronados en La Habana dizque por haberse --¡loado sea el Señor!-- complotado a través de interpósitos cabilderos con el nichardo Obama para acelerar el proceso de apertura raulista. Y luego hay incrédulos que todavía andan regando por ahí que los milagros no existen...

Pérez Roque y Lage merecerán cualquier cantidad de zapatazos mesopotámicos, que les escupan la cara, que los Boinas Rojas los fusilen sin justo proceso, pero lo que les han hecho no se le hace ni a ratas de alcantarilla como ellos. En previsión de una rotunda negativa teutona, sé que al menos Greenpeace no me fallará cuando les exhorte a patrocinar el más original de sus eventos nudistas: una multitudinaria marcha de protesta de jineteras, pingueros y putañeros occidentales en cueros en pelotas por la Plaza de la Revolución, reclamando
a viva voz con sus cujeados cuerpos el habeas corpus para los Once+Uno.

Donde el Uno es el delegado vasco, claro. Por lo pronto, como se puede apreciar en la foto de arriba, el Abicú ya ha empezado a reentrenar (Mi Otro Yo combatió como mercenario en Angola desde fines del 75 a mediados del 76) con armas de caza en su hacienda particular a fin de, dada la eventualidad de que Die Linke e Izquierda Unida hagan valer sus avales camaraderiles en La Habana y consigan el perdón y el correspondiente visado alemán para los Once, darles una calurosa bienvenida
en el aeropuerto...

...con una benéfica descarga de perdigones made in Germany. Asco me da de sólo imaginarme a esos inconsolables ex Trakatrannenfüher castristas rondando por las riberas del Rin. No faltaba más, como si el Abicú y su Alter Ego no tuviesen los ultrarreacionarios tímpanos largo rato ha embotados por las letanías contemporizadoras de tanto paisano apolítico.

Ni hablar. Arriesgándonos ambos a atracarnos de Coca Cola, chuletas empanizadas y filosofía clásica alemana, a morir de tedio mirando la tele y hablando por teléfono con Anna sobre un colchón de espuma en la celda climatizada, preferimos abatirlos desde el mirador del aeropuerto --como a la pareja de sarnosos perros satos con rabia castrista congénita que fueron y serán hasta el fin de su reptante existencia--tan pronto desciendan
por la escalerilla del avión con el rabo entre las patas traseras...