Thursday, 5 February 2009

Deshojando la margarita con Radio y TV Martí

O para ver y oír no basta con poseer televisor y radiotransmisor de onda corta

Por Jorge A. Pomar, Colonia

Que si se oye o ve, que si no se oye y no se ve, que si la programación aburre o aburra; que si se invierten tantos o más cuantos millones al año en un proyecto fantasma; que si tal o más cual agencia demoscópica acaba de dictaminar en base a una encuesta entre unos cientos de recién llegados que en la Isla apenas un 2 por ciento de la población capta la señal y el índice de teleaudiencia está bajando...

Cada cierto tiempo, sospechosamente cuando la coyuntura política o la correlación de fuerzas en Washington cuadra a los dialogueros, de golpe y porrazo cunde el pesimismo radiotelevisivo y empiezan a divulgarse drásticas, peligrosas propuestas de cambio que, bien interpretadas por los legisladores, podrían dar al traste con las dos principales fuentes de información foráneas dirigidas a la población insular.

Por regla general, las lenguas que atizan esos pánicos interesados son las mismas que, con lágrimas de cocodrilo, abogan por el incremento de, por ejemplo, la estafa de los llamados "intercambios académicos". Al respecto, que se sepa, casualmente jamás se ha divulgado ni una sola encuesta que demuestre la supuesta eficacia castrista de su no menos supuesto efecto multiplicador entre el estudiantado.

En cambio, ex alumno de la carrera Profesoral Superior de Inglés en el Instituto Pedagógico Superior "Enrique José Varona" entre los años 1966 y 1970 puedo atestiguar que ya desde entonces los tales eventos académicos entre la UH y universidades norteamericanas sonaban más a misa revolucionaria que las reuniones del CDR. Al extremo de que más de una vez, atento al docto vivío, asaltóme la pérfida duda de caso ser yo el único participante aquejado de "debilidades ideológicas".

Lo cierto es que todos estamos hartos de saber que la radiotelevisión atraviesa una seria crisis a nivel planetario. Mucho más aguda, por cierto, en el ámbito hispanoparlante, con los españoles a la cabeza del protestódromo.
[Travesti cubano del grupo "El Mejunje", que se enorgullece de sendas visitas de Ricardo Alarcón, presidente de la Asamblea Nacional, y Abel Prieto, ministro de Cultura. ¿Todo bien en más tolerante de los mundos?]

Como dice el refrán, "Más pronto se coge a un mentiroso que a un cojo": al igual que la pacotilla asiática, justamente esa telebasura aborrecida por los letrados
en Occidente es la que consumen de preferencia, enlatada incluso, los habitantes de la Isla, que dan por ella lo que no ganan haciendo como que trabajan. (Igual, acá domina porque gusta al vulgo, que tampoco quiere ver a todas horas en la pantalla chica teatro, danza moderna, artes plásticas, cine de autor, conciertos de cámara, historia, manuales de Moral y Cívica...)

Y no es de recibo que pasen de largo por TV o Radio Martí para sintonizar la Mesa Retonta, Radio Reloj, el Noticiero Nacional, las soporíferas telenovelas obrero-campesinas, sacarócratas o antirrepublicanas del ICRT; los muñequitos ortopédico-didácticos; los paripés musicales con bitongos mamarrachados a imitación de sus congéneres del Mundo Libre, cuando no mustias parejas de viejos verdes y grises simulando romances abstemios al son de un danzón del año de la bomba. Para no hablar ya de los bostezos que provocan tanto el ballet de Alicia Alonso como los humores terapéuticos de los programas cómicos.

Salvo para aquello que no les atrae, conviene o está fuera del alcance de su bolsillo, mal que bien los cubanos, especialmente los jóvenes, se las ingenian a diario para burlar el embargo estatal en toda la línea del frente, aun a riesgo de ir a dar con sus huesos a la cárcel. Radio y TV Martí no llegan a todas partes, pero poseen la inapreciable ventaja de ser gratis. Si realmente quisieran correr el albur de enterarse de lo que se les prohíbe ver y escuchar a través del éter, la policía y el ejército juntos no alcanzarían ni atrás ni alante para taparles ojos y orejas.

Por lo demás, vayan al Parque Central, a ver si por azar se topan con un asiduo a la Peña beisbolera que no sepa al detalle cuál equipo ganó, perdió o empató con cuál otro en cuál estadio de cuál ciudad de cuál Liga, y cuánto cobra u ofrecen por la temporada a este o aquel otro lanzador o torpedero; a la Rampa, a ver si se topan con algún pepillo tan sordo que no haya escuchado el último grito de la moda en Nueva York o París; a la calle G en el Vedado, a ver si hay allí algún chico habanero que ignore la diferencia entre punk, hippy, emo, grundge, etcétera, etcétera.

¿Algún travesti incapaz de disertar acerca de la Love Parade berlinesa? Joder, nuestros escolares de la década de los 80 ya eran recordistas en conocimiento de marcas comerciales occidentales: coleccionaban etiquetas a precios prohibitivos para llenar cuadernos. Rematemos con el ejemplo del roquero maldito Gorki Águila: está al doblar de la esquina y todos los del gremio lo conocen bien, y hasta admiran su coraje, pero ¿cuántos se arriesgan a frecuentarlo, a compartir escenario con Porno para Ricardo? La misma tónica insolidaria prevalece en la Diáspora. Pónganle asunto de nuevo a esta vieja entrevista para que entiendan lo aquí sostenido:



Masticando el mensaje para los más duros de entendederas: lo que menos añoran nuestros paisanos es precisamente esa hipotética programación de alto voltaje cultural que pretenden querer endilgarles los benefactores de la humanidad. Pueden estar embotados por la propaganda oficial, la sordidez ambiental y las penurias cotidianas, pero no son discapacitados mentales. De alta cultura burguesa están hasta las narices. En cuanto a la temática político-ideológica, a la inmensa mayoría le resbala. Y tocante a lo que ocurre a su alrededor, a buen seguro están todos ellos mejor informados que cualquier programador de la Florida. Por razones obvias...

En fin, con todo el respeto del mundo, señores, para disfrutar de la radiotelevisión apostólica en la Isla no basta con poseer televisor y radiotrasmisor de onda corta; también hacen falta deseos y unas razonables perspectivas locales de éxito que no acaban de aparecer por ningún lado. Son casi lo único que realmente falta para romper el círculo vicioso.

Harina de otro costal es el dato innegable de que la Radio y TV Martí apenas cubren ciertas zonas del territorio nacional, y para eso de manera inestable. Por lo demás, residente en Alamar durante el decenio 80-90, a ratos veía al vecindario preferir la televisión en inglés cada vez que las condiciones meteorológicas dejaban pasar señales de la East Coast.

Eso demuestra a las claras que el problema no radica en la calidad general de la programación, más o menos baja en todos los países, sino más bien en la masividad y constancia de la intrusión radioeléctrica. Concluyamos, pues, con una sugerencia abicueril esta descarga digital para sordos de Miami que tampoco quieren prestar oídos a lo que, entre otras causales por motivos gremiales, parece no convenirles.

"La democracia llega en cualquier caja"



Si en verdad se trata de hacer llegar ambas señales hasta los últimos recovecos del archipiélago, luego entonces, en lugar de protestar porque los responsables no usan bien los millones asignados al proyecto, habría que clamar a una voz para que Obama (para él no sería tema, puesto que preside un gobierno de evasores de impuestos) entre a saco en las arcas estatales, ordene alistar a la mayor brevedad los recursos necesarios, reforzar al solitario bimotor retransmisor actual con un par de escuadrones y, saltándose a la torera los convenios internacionales de compartimentación del espacio radioeléctrico en nombre de la libertad, haga llegar a territorio comanche no sólo ambas señales de marras sino todas las disponibles en inglés a lo largo de la Costa Oriental. Aunque para ello la USAF tenga que derribar las naves o torres interceptoras...

Aun suponiendo que, además de la pata, algunos avispados hayan metido la mano, no es para tanto. De lo contrario, el techo de la Casa Blanca se le habría desplomado en peso sobre la cabeza a Obama al abrir la puerta. Un defecto, no privativo pero sí muy acentuado en la psiquis colectiva criolla, causa principal de nuestros descalabros históricos, consiste en el falso afán puritanista (puritamos nunca lo hemos sido ni jamás lo seremos) de exagerar hasta el casus belli las faltas ajenas, creyendo siempre mucho más grandes las corruptelas ajenas que las propias. Por eso estamos como estamos donde estamos...

Mucho me temo que los mismos que están armando la actual algarabía (algo estarán haciendo literalmente a derechas los gerentes de Radio y TV Martí) no lo estén haciendo por amor a la Patria. Otros, si Obama se volviera loco e hiciera lo que el Abicú sugiere, virarían de palo para rumba, acusando a su fetiche progre de hacer apostasía de su talante dialogante y pacifista para plegarse a los dictados de la política agresiva del ex Villano de la Aldea Global.

Finalmente, no debo poner el punto final sin expresar aquí mi ingrata sorpresa por la virulencia de un diálogo que brilló por su ausencia en fecha reciente cuando, con imputaciones mucho más graves y elocuentes, mi colega Hernández Busto reencendió la añeja polémica sobre las finanzas de la Asociación Encuentro de la Cultura Cubana.

Y mire Usted, ahora resulta que, para no ser menos que El Nuevo Herald también Encuentro en la Red se ha hecho eco del debate. Nada, que al parecer la señal catalana de
Penúltimos Días no cubre Madrid. A lo mejor, por mal uso de los cuantiosos recursos del contribuyente, como les ocurre a Radio y TV Martí. Pero no será mi Alter Ego quien se ponga a deshojar la margarita del fabuloso presupuesto ernestino: caro Hernández Busto, cuenta con un modesto donativo del Abicú. A ver si ensanchamos el radio de acción de nuestra mejor señal liberal hasta las retardatarias (no va con Usted, estimable Esperanza Aguirre) riberas del Manzanares...

1 comment:

Anonymous said...

http://www.elimparcial.es/america/heil-fidel-32423.html

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