¿Intenta la FECU la cuadratura del círculo?

Un convite al diálogo y la enmienda sobre la marcha

Por Jorge A. Pomar, Colonia

Leo sin sorpresa que, con su reflexivo artículo “Exilio y dinero. A propósito de un informe”, Ernesto Hernández Busto acaba de abrir en el blog Penúltimos Días el debate sobre la recién fundada Federación Española de Asociaciones Cubanas.

Menos mal que esta vez no ha sido el Abicú el primero en abrir fuego contra la flamante FECU (ambivalente el nombre y mal escogida la sigla). Por más que lo pensara, conmutó las sinapsis perturbadoras entre sus neuronas, sobreponiéndose a la tentación. Por oír sabios consejos de la chica de Kubalgie y dar tiempo al tiempo…

Con ánimo dialogante, de crítico constructivo, o sea, debatiéndome entre la duda y la esperanza de que el mal comienzo sea pronto superado, confesaré aquí, para empezar, que no me gustó en absoluto el detalle de enterarme por la prensa --escasos datos insustanciales repetidos en todas las fuentes-- y la profusión de vídeos repletos de frivolidades inaugurales en Encuentro en la Red (EER) y You Tube. Hasta donde sé, la blogósfera militante, nerviosa y diligente como es, se hallaba detrás del palo.

Sin embargo, el suceso debía de haber sido del dominio de la Seguridad del Estado en la Isla, a más tardar, desde que hace tres meses los actuales ejecutivos se reunieran para redactar unos “estatutos” cuya presencia en blanco y negro hasta la fecha no se detecta en ninguna fuente.

Sin que de lo dicho en arriba se deduzca en modo alguno que cualquiera de los aludidos sea agente o informante de la omnipresente DSE. De sobra sabemos que el Gran Hermano tiene siempre ojos y orejas atentos a cuanto se cuece en los medios opositores dentro y fuera de la Isla. Cuanto más tratándose de un convite donde hay tantas cucharas en el potaje.

El colmo de la desinformación: Pablo Díaz Espí, director editorial de EER, ha tenido que tomarse la molestia de aclararle vía email a Hernández Busto lo siguiente: “Leo en tu blog la cita a un texto que me asocia con FECU, organización de la cual no formo parte. Cualquier aseveración en ese sentido es falsa.” Otro prominente que, atajando un rumor similar, aseguró en una nota aclaratoria a EER no tener “nada que ver” con la FECU es Carlos Alberto Montaner, líder de la Unión Liberal. Demasiados malentendidos...

Por cierto, de este último mentís se ha hecho aviesamente eco el portal filocastrista Kaos en la Red. Otro ejemplo elocuente: el poeta Manuel Díaz Martínez, miembro de la Real Academia de la Lengua Española y reconocido opositor, figura emblemática del exilio intelectual si las hay. Cuando lo llamé por teléfono a su exilio de Las Palmas, creyéndolo al corriente, me contestó que acababa de enterarse esa tarde. Por azar, en la calle, de boca de un nativo canario intrigado tras haber leído la noticia.

Tampoco es de recibo el simbolismo genético-patriotero de haberse sacado de la manga a un bisnieto del "Padre de la Patria". Me trajo a la mente a la escritora italiana Alba de Céspedes (foto de al lado) abriendo los brazos cual Dea ex machina en la (si mal no recuerdo) Plaza de la Revolución durante los fastos nacionales por el centenario de La Demajagua en 1968 para proclamar patéticamente: “¡Yo soy la nieta del Padre de la Patria!”

De aquel acto multitudinario data también el hegeliano apotegma del Comandante en Jefe que reza: “¡Nosotros habríamos sido como ellos entonces, y ellos habrían sido como nosotros hoy!” Habiendo sido Carlos Manuel, abuelo de Alba y bisabuelo de Franco Antamoro, impugnado y removido del cargo de presidente de la República en armas por el Congreso, ¿qué sentido tiene apelar a esa provinciana, anacrónica simbología genealógica?

Ídem de la puesta en vitrina de opositores y escritores famosos a fin de aportar brillo y esplendor, legitimidad político-intelectual, a la ceremonia inaugural de una entidad exiliar presidida por solemnes desconocidos. ¿Quién es, en efecto, la señora Helena Larrinaga? ¿Necesitaba la concurrecia que ella les explicara semejantes perogrulladas en términos tan pedestres?

Lamentable la metáfora del cuerpo para ilustrar lo que es una dictadura. De veras que no sabe hablar "ni de pie ni sentada", al menos sobre temas políticos. Se supone, además, que alguien (¿quienes?) haya elegido a la presidencia ejecutiva y honoraria, a los invitados a la concurrida ceremonia en Madrid, etc.

La FECU, una federación con pretensiones abarcadoras, debe de estar integrada por un conjunto de asociaciones. Pero, hasta donde sé, éstas son en su mayoría tan desconocidas como los patrocinadores del proyecto. Por otra parte, desconociendo las cláusulas de los estatutos, los inmigrantes a los que pretende aglutinar tampoco sabrían cómo hacer para apuntarse como miembros.

¿Será gratis la inscripción? ¿Habrá que pagar cuotas mensuales?, ¿Que tipo de actividades se organizarán?, ¿Cómo se llamará la página web, qué línea seguirá y quién será su director?... Han fundado una entidad inexistente, como quien inaugura a bombo y platillo una clínica que atenderá a todos los enfermos del pueblo pero aún no tiene edificio, médicos, equipos, seguro ni fecha de apertura al público.

Llama poderosamente la atención el hecho de que la FECU nazca sin sede conocida ni órgano de difusión. Puede que el Abicú --ha sido expulsado de mejores lugares y, digan lo que digan sus solícitos detractores al leer este texto, no siente envidia alguna, dándose por bien servido con su papel individual en este blog-- no se haya informado bien, a pesar de todos sus esfuerzos. En su descargo, no huelga consignar que hasta los nublados de hoy no hay forma humana de informarse mejor.

Creo, sin embargo, que las respuestas a estas elementales preguntas a la presidencia de la FECU serían también de gran interés para la inmensa mayoría de los lectores que han visto las escenas del lanzamiento oficial. Urge, por tanto, que presidenta y secretario general expliquen el proyecto con más seriedad, ya sea por escrito o conferencia de prensa graba en vídeo. (Los publicados son más bien farandulescos.)

Es innegable que la fundación de esta nueva federación presenta todos los defectos de la prisa y la improvisación, vicio endémico de la cubanidad en el que los promotores ciertamente se han excedido. No puedo menos que destacar aquí la retórica de mal gusto, repleta de lugares comunes, de atentados a la lógica y aun de dislates semánticos.

Empecemos por la infelicidad del nombre: Federación Española de Asociaciones Cubanas. Una contradicción en los términos, puesto que “Española” choca con “Cubanas”. En todo caso, si incluye personalidades y entidades españolas, debería llamarse “Federación Cubano-Española” o “Hispano Cubana”.

Tal como la describieron los oradores se trata de una federación exiliar criolla con sede en la Península que abarca a la Isla y a La Florida. (La sigla FECU, como he dicho arriba, es otra infelicidad, puesto que se presta al choteo criollo.) Si la FECU se concibe a sí misma como una organización “anticastrista”, ¿de qué manera encaja ese adjetivo excluyente con el proselitismo para captar a los apolíticos, por muy “pacifista” que se declare la organización? Intento de cuadratura del círculo condenado de antemano al fracaso, amén de abrir una cómoda ventana a la infiltración masiva de demagogos y cambiacasacas, agentes e informantes.

¿Y como van a hacer "aquellos miembros del régimen que tengan voluntad de cambio" para aceptar la invitación del secretario general de la FECU, Ernesto Gutiérrez Tamargo (que me perdone la ignorancia, pero tampoco a él lo conocía hasta la fecha inaugural) para acercarse a la Federación? A no ser que deserten en el aeropuerto de Barajas o escapen en balsa, no veo cómo.

Será una “falacia”, le doy la razón sin más al secretario general, que en España o, para el caso aquí en Colonia, hay inmigrantes económicos. Pero no es menos cierto que resulta más difícil reclutarlos una vez acá que cuando paseaban por la Rampa o el Parque Central allá en La Habana.

Si no se ha logrado ni mucho ni poco en ese orden durante casi medio siglo, ya es demasiado tarde para intentarlo, a no ser que alguien tumbe a los Castro, porque ellos solos no van a caer por inercia. Hasta entonces no habrá manera de enganchar al grueso de nuestra ambivalente Diáspora, que juega a dos bandas en ambientes extranjeros hostiles a la democracia en la Isla. Por definición, un apolítico no ingresa de buen grado en una organización politizada cuya finalidad declarada es contribuir a una “transición democrática” en la Isla.

Por lo demás, la insistencia en el carácter pacífico no librará a la FECU del sambenito de “terrorista”, que ya le ha endilgado Kaos en la Red en la siguiente parrafada extraída de la esperpéntica “Declaración de la Asociación Cubana Sierra Maestra de Madrid”:

Que los vínculos de la recién creada (FECU) con organizaciones de Miami como "Mar de Cuba" dirigida por Silvia Irondo y Plantados hasta la libertad de Cuba, dirigida por Ángel Francisco D'Fana Serrano, desmiente totalmente su carácter pacifico e ingenuo de "transición democrática", ya que estos últimos están vinculados al terrorismo contra Cuba de la mafia anticubana de Miami.

Aparte de la promotora, respaldan el manido panfleto otras tres entidades que apoyan incondicionalmente al castrismo: Cubanos Martí-Maceo (Reino Unido), Cubanos Estrella de Cuba (Alemania) y Raíces Cubanas (Francia). Aunque insignificantes las cuatro, no son más que la punta del iceberg del vasto movimiento de solidaridad acrítica y/o paradójica con el Palacio de la Revolución en el Viejo Continente.

Acabemos, pues, de enterarnos de una vez por todas: eso es lo único que el gobierno cubano entiende por “moderado” y “pacífico”. El resto es "gusanera", terrorismo , "mafia " contrarrevolucionaria, traición a la patria y a los ideales tercermundistas de la izquierda...

Por otra parte, ¿dónde están los grupos castrenses, no pacíficos del exilio? Si nos atenemos a las estadísticas de Naciones Unidas sobre violencia armada de signo político-ideológico en Centro- y Sudamérica, para no hablar ya de África, Asia o la propia Europa, Cuba clasifica sin lugar a dudas como uno de los países más apacibles del planeta. De hecho, la propaganda del régimen podría jactarse de ese dato con mucha más razón que de los supuestos logros en sanidad o educación.

Cantar a coro el himno de Bayamo se da de narices con cualquier intención pacifista. Habida cuenta de que esa canción patriótica tiene una letra sumamente belicosa, calcada de la sangrienta “Marsellesa” jacobina. “Al combate corred”, “no temáis una muerte violenta”, “morir por la patria es vivir”, “del clarín escuchad el sonido”, “a las armas valientes corred”, no son consignas adecuadas para gentes tan amantes de la paz como los asistentes a la ceremonia fundacional de la FECU.

De himno y bandera ya están hartos los cubanos de a pie. Lo que ellos --no nosotros los exiliados e “inmigrantes económicos”-- necesitan es bienes de consumo y libertades. Así de sencillo. Si cuando toqué a la puerta de la poetisa María Elena Cruz Varela en la primavera del 91 para firmar la Carta de los Diez, me hubiesen recibido con los colores de la bandera y las notas del himno nacional, habría vuelto la espalda ipso facto para reincorporarme a las filas del PCC.

Para concluir mis objeciones interrogativas: si la Asociación Encuentro de la Cultura Cubana y la Unión Liberal --por mencionar tan sólo dos de las mayores organizaciones del exilio en España, dejando a un lado a Miami-- no forman parte de la recién fundada organización sombrilla- ¿cómo piensan alcanzar los dirigentes de la FECU la ambiciosa le meta de aunar bajo su estandarte al 80-90 por ciento de la Diáspora?

Por mor de equidad, cierro con un elogio no menos inquisitivo. La participación de MAR por Cuba, Plantados hasta la Libertad, Hermanos al Rescate, etc., sugieren loables vínculos con el exilio histórico miamense. Por la misma cuerda, la presencia de representantes (de tercera o cuarta categoría) del Partido Popular en el acto inaugural indica una filiación de centro derecha.

Impresión considerablemente reforzada por las vicepresidencias honorarias del Dr. Oscar Elías Bidet, prisionero de conciencia recién homenajeado en la Casa Blanca, y Zoé Valdés quienes, como el poeta Raúl Rivero (ilustre invitado), de centro izquierda tienen tanto como el Abicú. Sospecho que su papel en la agenda práctica de la FECU será más bien nulo, meramente decorativo.

Encaja aquí también la noticia de que Martha Beatriz Roque Cabello, la prestigiosa líder liberal de la Asamblea para Promover la Sociedad Civil (mal vista en los círculos "moderados" por no rechazar la solidaridad del inquilino de la Casa Blanca), encabeza un “comité nacional de apoyo” a la FECU.

Por otro lado, están los desmentidos expresos de Montaner en nombre de la Unión Liberal, que clasifico como de centro derecha, y de Pablo Díaz por la AECC (supongo que Raúl Rivero asistiera en calidad de escritor y ex prisionero de conciencia), que se define a sí misma como de centro izquierda.

Obviamente, el controvertido líder “socialista democrático” o “socialdemócrata” de Arco Progresista no fue invitado a sumarse o estimó que no le convenía hacerlo. Tampoco lo deben de haber sido Eloy Gutiérrez Menoyo, líder de Cambio Cubano, y otros cabecillas "ultramoderados" (para usar la terminología al uso) apadrinados por la Embajada de España.

Sabias decisiones, si mi especulación es cierta. Pero no deja de haber cierta nebulosidad, indefinición político-ideológica que podría responder a la saludable intención abarcadora de la FECU o más bien reflejar la incurable incompatibilidad de las organizaciones del exilio y la Isla.

En todo caso, una organización de centro derecha tampoco puede aspirar a atraer apolíticos, como han hecho explícitamente los oradores en el debut, cuyos discursos, sin ánimo de ofender a nadie, sonaban a disco rayado. Innecesario repetir aquí (lo hago para los no enterados) que el Abicú está contra las filias doctrinarias estancas, que considera no sólo obsoletas sino, en particular para el movimiento anticastrista, nocivas, fatales.

Por último, deseo dejar bien claro que, al igual que los artículos contra la AECC, publicados en este blog, esto no es más que un auténtico convite al diálogo público y, sobre todo, una exhortación a los promotores de la FECU con una sola intención de superficie y de fondo: criticarlos a fin de que recapaciten, de que den a conocer la letra pequeña de sus estatutos, de que enmienden sobre la marcha cuanto haya que enmendar.

Seguro estoy de que es esa también la finalidad del descarnado artículo de Hernández Busto en Penúltimos Días. En fin, el Abicú les desea éxito de todo corazón, lo que no quita que piense que han arrancado mal. El tiempo dirá la última palabra...