Thursday 30 August 2007

El probable chasco del rey de demagogos zurdos alemanes en La Habana

O Dios los criará pero no siempre el Diablo logra juntarlos...

Por Jorge A. Pomar, Colonia


Oskar Lafontaine (nac. 1943) está de visita en La Habana al frente de una delegación de su partido. Según el diario oficial cubano Granma, respondiendo a una invitación del PCC, durante sus 72 horas de estancia en la Isla el actual portavoz de La Izquierda (Die Linke) cumplimentará “una amplia agenda de encuentros con dirigentes del Partido y el Gobierno, sostendrá intercambios con representantes de las organizaciones de masas y sociales, y realizará visitas a centros de producción y de los servicios para conocer los esfuerzos que realiza el país por aumentar la calidad de vida de nuestro pueblo”.

“A su llegada --añade la desabrida nota oficial--, la delegación fue recibida en el aeropuerto por el compañero Oscar Martínez Cordovés, vicejefe del Departamento de Relaciones Internacionales del PCC”. Es decir, no por el ministro del ramo Felipe Pérez Roque, incluido en la agenda de la visita, o al menos un viceministro, sino por un don Nadie, un personaje de tercera o cuarta categoría en la nomenclatura castrista.

A darle la bienvenida en el aeródromo de Rancho Boyeros tampoco acudió otro que figura en la agenda: el presidente de la Asamb
lea Nacional de Poder Popular, Ricardo Alarcón. Ínfimo perfil protocolar para un visitante que encarna como pocos el radicalismo de izquierda en Europa Occidental y ha sido objeto de duras críticas en Alemania. No tanto por criticar el embargo y la ley Helms-Burton, sino por elogiar a caudillos latinoamericanos del “socialismo del siglo XXI” pinche ahí para oír, entre otros, a Lafo sobre el tema), como Fidel Castro, Hugo Chávez y Evo Morales, en completo descrédito popular y oficial en Alemania.

Por otro lado, Lafontaine había anunciado a los cuatro vientos su propósito de entrevistarse con el convaleciente Máximo Líder, a quien considera su amigo personal. En efecto, Fidel lo había recibido durante su primera visita a la Isla en noviembre de 1988. A la sazón Lafontaine no era más que primer ministro de la pequeña región del Sarre. Al final, se verá el seguro porqué de la frialdad oficial con el huésped alemán.

Hoy, en cambio, tras su aparatosa ruptura con el SPD (socialdemocracia), Lafontaine encabeza junto con Lothar Bisky, ex dirigente comunista de la extinta RDA, la cuarta fuerza electoral de la Alemania reunificada: La Izquierda (Die Linke, pinche ahí para oír nueva versión de la Internacional en el Congreso fundacional y echarle un vistazo al stand de "Cuba Sí"), integrada por el Partido del Socialismo Democrático (PDS), heredero del Partido Socialista Unificado de Alemania (SED, más conocido en Cuba pos su sigla española PSUA) y Alternativa Electoral por el Trabajo y la Justicia Social (WASG).

El PDS cuenta con un considerable potencial electoral en Alemania Oriental, mientras que WASG es un desprendimiento minoritario del SPD en la antigua RFA. “... el corazón aun no cotizará en bolsa, pero si ocupa un lugar: late a la izquierda", consignó este histrión populista alemán, inasequible al papelazo, en sus memorias (El corazón late a la izquierda, Verlag Ekon, 1999; edit. esp. Paidos, 2000), publicadas a raíz de su sorpresiva renuncia a la jefatura del SPD y la cartera de Hacienda bajo el primer mandato del socialdemócrata Gerhard Schröder (1998-2005).

En 24 de junio de 2005, aprovechando la impopularidad del paquete de reformas moderadas del canciller federal conocido como Agenda 2010 y Harz IV, el renegado Lafontaine dio un golpe de gran efecto político, letal para las aspiraciones del SPD en las parlamentarias adelantadas de ese mismo año: entregó el carné y, escudándose en el mencionado lema sentimentaloide, anunció la creación de un partido socialdemócrata de izquierda junto con los tránsfugas del ala zurda del descalabrado SPD.

Fue y sigue siendo acusado de cambiacasacas para sus ex compañeros de la dirección del partido. Franz Müntefering (SPD), vicecanciller y ministro federal del Trabajo al influyente semanario Bild am Sonntag: "Lafontaine traicionó al partido y al ideario de izquierda, soc
ialdemócrata. Lo digo así, tajante. Es un populista, la mayor Ego Sociedad Anónima [tipo de empresas unipersonales creadas por Schröder] de nuestra República. De manera que no existe ninguna posibilidad de debate serio con él. Menos aún de colaboración".

Una verdad como una pirámide del viejo "Münte", habida cuenta de que en 1989 el propio Lafontaine había llevado la voz cantante en la elaboración de un nuevo programa del SPD orientado a la economía de mercado libre, o sea, ni siquiera a la economía de mercado social , que es la variante que dice preferir ahora.

En 1990 sufre un atentado grave: una enajenada mental lo acuchilla durante un mitin electoral del SPD aquí en Colonia. Sorprendentemente, una década más tarde el apóstata
del Sarre rompe un segundo tabú para la socialdemocracia germanooccidental al gestionar una primera alianza con los poscomunistas del PDS.

Entre la espada y la pared por el descontento popular y la falta de consenso en el partido, el canciller federal Gerhard Schröder, opta por una apuesta temeraria: someterse a una automoción de censura en el Bundestag (Cámara Baja). Como era de esperar, la perdió, viéndose obligado a cumplir su promesa de adelantar los comicios del 2006.

La debacle: debilitado por la escisió
n, el tándem rojiverde Gerhard Schröder-Joseph Fischer llevó la peor parte frente a la candidata de CDU/CSU (democracia Cristiana) Angela Merkel. (Del tiro "Joschka", como le dicen a Fischer, dejó en la estacada a sus compañeros de Alianza 90/Los Verdes y ejerce hoy como profesor invitado en la Princeton University, EUA.)

En cambio, el nuevo Linkspartei o Partido de la Izquierda (PDS-
WASG, no confundir con Die Linke, La Izquierda actual). liderado por Lafontaine y el erredeano Gregor Gysi, debutó con 54 escaños en el Bundestag, pasando a ser cuarta fuerza política, por detrás de CDU/CSU (226), SPD (222) y FDP (liberales, 61); y por delante de Alianza 90/Los Verdes (51). Si bien la aritmética electoral arrojaba una cómoda mayoría SDP-Linkspartei Partei en el Bundestag, los despechados jerarcas socialdemócratas prefirieron hacer causa común con sus rivales tradicionales democratacristianos para formar la tercera Gran Coalición de posguerra.

Cierto, hasta poco antes del congreso fundacional las encuestas situaban a agrupación izquierdista en tercer lugar, por delante de los liberales de Guido Westerwelle. Pero ya en este segundo aniversario de la Gran Coalición puede decirse que se han cumplido a plenitud los pronósticos del Abicú en "¿Quién le teme a Angie I y II?" (Encuentro en la Red): Angela Merkel es hoy la jefa indiscutible de Alemania e incluso de la Unión Europea en su conjunto, superando de calle al eléctrico Nicolas Sarkozy, quien ha dado zancadas de siete leguas en poco tiempo para enviar al museo de la historia al gaullismo (en parte) y al viscoso imaginario del Mayo del 68 francés (por completo o casi), apostando fuerte por la alianza transatlántica. Pero hasta más ver sigue siendo un debutante en el Palacio del Elíseo.

Además, la economía alemana recién ha dejado atrás las cifras en rojo y, por primera vez en largo rato, registra un discreto superávit macroeconómico, acoplado a un lento pero sostenido descenso del paro. Por si fuera poco, el gobierno rojinegro ha logrado limar asperezas internas y hasta la caída libre del SPD, provocada por el pacto con los democratacristianos, toca a su fin. Aún es temprano para hacer vaticinios. No obstante, todas las agujas apuntan a que en las elecciones de agosto de 2009 triunfaría fácilmente la actual Gran Coalición.

Müntefering, de quien hay que subrayar el hecho de que cuadra de lo más bien la caja con Angie, descarta de antemano cualquier arreglo con el apóstata y sus eufóricas huestes neoprogresistas, caracterizadas por el resto de las facciones políticas germanas como una olla podrida rebosante de nostálgicos de la RDA, poscomunistas, trotskistas, estalinianos, tercermundistas, antioccidentales, antiamericanos, globalofóbicos y ecologetas.

Tanto se ha despejado el camino de la Gran Coalición que en fecha reciente el politólogo Bernhard Wessels, de la Universidad Libre de Berlín, resumió en una entrevista concedida a Der Spiegel-Online el tradicional temor de los expertos a un nuevo matrimonio de conveniencia a largo plazo entre los dos grandes partidos en los siguientes términos: “Es una vergüenza, porque las grandes coaliciones no son buenas para la escena política. Hace falta la rivalidad entre los dos grandes partidos para mantener viva la política”.

La verdad es que sólo una mayoría parlamentaria sólida, con suficiente quórum para aprobar y rechazar proyectos de ley, como es el caso de la Gran Coalición, puede obrar el milagro de sacar a la economía alemana de su largo letargo. Habiendo cesado la erosión marginal de la CDU/CSU y el SPD, a los partidos tampones apenas les queda el recurso al pataleo o, como le ocurre a La Izquierda, que busca desesperadamente oxígeno ideológico en la quimera del "socialismo del siglo XXI" (a los ojos del Abicú no otra cosa que el canto de cisne del marxismo en los albores del tercer milenio). O tal vez más bien de los petrodólares de Hugo Chávez, a quien Lafo no pierde ocasión de ensalzar en público. Pero, ¿quién es realmente Oskar Lafontaine?

Para hacerse una idea, basta con echarle un vistazo al dossier verbal de sus donde-dije-digo-digo-Diego que le han abierto sus compatriotas en el curso de la última década. Nada mejor para ello que cotejar citas de sus discursos y escritos pertenecientes a las dos fases de su exitosa pero contradictoria carrera. Leamos, pues, lo que dijo de 1988 a 1998 y de 1999 a 2007:

Lafontaine 1988-1998

La verdadera solidaridad se siente hacia todas las personas o no se siente en absoluto.

Si las empresas privad
as son capaces de realizar las tareas sociales mejor y de manera más rentable, entonces los ciudadanos tienen derecho a que escojamos la mejor solución para ellos, o sea, la privatización.

Para asegurar los puestos de trabajo existentes y crear nuevos, es preciso reducir a la vez el costo social de la mano de obra.


Frente a expectativas de vida en constante aumento, no podemos reaccionar con períodos de vida laboral cada vez más cortos.

La promesas no realistas no ayudan a nada. Lo digo en relación con algunos partidos competidores. [...] Con exigencias lo más radicales posible se pueden emborronar papeles y, a lo mejor, hasta captar mayorías en congresos del partido. Pero las resoluciones de congresos del partido no resuelven problemas reales.

El PDS es populista y a menudo antioccidental. Existen, por ejemplo, dudas fundadas respecto a la confiabilidad del PDS en política exterior. Basta con recordar su oposición la expansión oriental de la OTAN y al euro. Ya de por sí, eso veta cualquier forma de colaboración con el PDS a nivel federal. La comunidad internacional debe poder confiar en la previsibilidad de Alemania en política exterior.

El PDS se concentra plenamente en el ataque a la socialdemocracia. Con ello se coloca dentro de la tradición del extinto comunismo alemán. Por eso debemos explicar el contenido del programa y la política del PDS. Nuestro objetivo es ganarnos a los electores y electoras del PDS.


Lafontaine 1999-2007

Los nazis no eran xenófobos sino, en pri
mer lugar, racistas, ya que empleaban a extranjeros en el Imperio Alemán.

El Estado debe proteger a sus ciudadanos. Es su deber impedir que cabezas de familia se queden cesantes debido a que trabajadore
s inmigrantes con salarios bajos les quitan los puestos de trabajo.

CDU/CSU es la patrona protectora de los expatriados (alemanes étnicos de Europa Oriental) (...) Entretanto, las tres cuartas partes de ellos ya no poseen raíces [germánicas] ni conocimiento de la lengua. Cobran subsidios de las cajas sociales. Jóvenes expatriados forman pandillas y comenten delitos.

Los ricos no se perjudican con los inmigrantes. Son más bien beneficiarios de la inmigración, porque así pueden contratar mano de obra más barata.

Aboga
[SDP] por salarios más bajos. Y por el desmontaje social, que llaman Harz IV. Además de eso, apoya guerras violadoras del derecho de autodeterminación, como en Afganistán. De ahí que se haya hecho imprescindible fundar un nuevo partido que defendiese aumentos de salarios y pensiones adecuados.

En el último debate presupuestario
FDP, Verdes, CDU y SPD ["charlatanes", "piara de cerdos", llamó en marzo de 2006 a todos los diputados del Bundestag, excepto los de su Partido de Izquierda] se sobrepujaron unos a otros. Como monos amaestrados se encaramaban al podio y repetían: "Si, debemos reducir los costos sociales". Bien, voy a traducir el concepto de costos sociales: Significa dinero para jubilados, enfermos, desempleados...

Colegas, pónganse a la vanguardia del movimiento reformista y rómpanle el hocico a todo el que pretenda exigirles lo que él mismo no aguantaría. Los partidarios de las reformas son la plaga de Alemania.

El alargamiento de la vida laboral equivale a una reducción de pensiones por decreto.

He leído el programa del PDS y puedo firmar cada frase.

No hay que continuar privatizando instituciones públicas. Al contrario, lo que debemos hacer es elevar al nivel europeo las cuotas fiscales y de venta en Alemania. Harz IV debe cesar. Equivale a pobreza por decreto.

La forma actual de la globalización conduce a gran sufrimiento y gran miseria.

EUA (...) pretende imponerle a este país ciertos conceptos políticos, y estabilizar a un gobierno que toma decisiones en interés de ellos.

Queremos participar en la construcción del socialismo del siglo XXI y apoyamos los proyectos socialistas en Sudamérica. ¡Nos dan fe en Europa y en el mundo entero!


Prevalece el craso error de que en los países industrializados occidentales los medios de difusión son democráticos. Pero están en manos de la economía.

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Si el lector albergaba aún alguna duda, supongo que la última cita, extraída del discurso de Lafontaine en el congreso fundacional de La Izquierda (Berlín, 06-2007; piche ahí para ver videoclip y, si tiene buen oído, opinar sobre el fondo musical), se las habrá despejado. Dato adicional a favor de la sobriedad: los delegados --algunos de los cuales, como se aprecia al final del vídeo de You Tube, lucían pulóveres con la efigie del Che-- aplaudieon a sus camaradas invitados del PCC.)

No contento con abogar por el esperpento del socialismo del siglo XXI al gusto de la neobeatería laica pñosmoderna, elogiar la nacionalización de las industrias de petróleo y gas en Venezuela y Bolivia cual ejemplo digno de imitar en el Primer Mundo, y justificar el cierre de Radio Caracas Televisión (“Chávez no cerró ninguna televisora; sencillamente, no prorrogó una concesión”.), Lafo proclamó urbe et orbi la finalidad estratégica de la nueva agrupación: convertir a la República Federal en un “estado del socialismo democrático”.


Pero del dicho al hecho va un largo trecho. Contra los malos augurios, la Gran Coalición se consolida en el poder y la economía alemana empieza a remontar la pendiente. Merma el índice de paro. Bajo la mano dura pero flexible de Angela Merkel, --por quien, según todos los surveys, votaría a mitad de mandato más del 75 por ciento del electorado--, se ha impuesto en Alemania una saludable mentalidad pragmática, favorecida por el triunfo de Sarkozy en Francia y el reforzamiento de los lazos transatlánticos con Estados Unidos.

Para más inri, los alemanes empiezan a percatarse de la afinidad ideológica de Lafontaine con los neonazis. Ni sin razón, pues nadie menos que Jürgen W. Gansel, miembro de la presidencia federal del Partido Nacional de Alemania (NPD, neonazis), ve la única diferencia entre su partido y La Izquierda en detalles insignificantes (no así para los opositores cubanos, desde luego) como el voto de los eurodiputados del PDS André Brie, Gabi Zimmer y Helmuth Markov a favor de una resolución de la Eurocámara reclamando el “respeto irrestricto a las libertades básicas y, en particular, a la libertad de opinión y reunión” en nuestra Isla.


Hasta un Lothar Bisky, copresidente de La Izquierda, se distanció del bocazas del Sarre al confesar en entrevista con Bild am Sonntag su desacuerdo con las loas a Hugo Chávez y Fidel Castro: "Como socialista estoy contra toda restricción de la libertad de prensa, porque es un bien valioso...". En cuanto al ataque de Lafontaine a los trabajadores inmigrantes, en lo que se interpretó como un gruñido de advertencia, Bisky se limitó a comentar: "Eso lo dijo él una sola vez. No volverá hacerlo".


En su artículo “Pataleo en la trampa de los derechos humanos”, el neofascista Gansel concluye: "Mientras animalitos de peluche rojo de la calaña de un Brie, una Zimmer y un Harkov no acaben de descubrir la esencia de la ideología americana de los derechos humanos y caigan en la trampa de esa estrategia moralmente enmascarada del imperialismo , seguirán siendo dóciles aliados de los globalistas, grotescamente además en nombre de la felicidad humana".

Y lo que sigue no tiene desperdicio en boca de un epígono del difunto Joseph Goebbels, ministro de Propaganda del Tercer Reich: "Seamos al menos nosotros los nacionalistas solidarios con Venezuela, Irán e in
cluso Cuba, y luchemos por su derecho a la integridad de sus estatados nacionales. Todo lo que debilita a los globalistas estadounidenses, fortalece a Europa y a su conciencia étnica".

Por tanto, la coincidencia programática entre La Izquierda y el NDP, debida en parte al afán de Lafontaine por robarles votos a la extrema derecha, es casi total. Tan sólo la esporádica defensa de los derechos humanos permite a veces, como en el caso de la moción anticastrista en la Eurocámara, distinguir la retórica de unos y otros.

Pero justamente los derechos humanos son el talón de Aquiles de Oskar Lafonaite, ese flautista de Hamelin tedesco de visita en la Isla de la Ciguaraya: excepto el NDP y los halcones de La Izquierda, todo el espectro político alemán le ha exigido abogar en La Habana no sólo por el respeto a los derechos del hombre sino también, poniéndosela de pico, por la liberación de los presos políticos. No faltaron quienes fueran más lejos y le sugieran al futuro viajero reunirse también con los líderes disidentes.

Peticiones ilusorias a un Palacio de la Revolución donde el horno no está ni siquiera para galletas de la envergadura de Hillary Clinton y Barak Obama, aspirantes demócratas a la Casa Blanca tan pronto como en 2008. Varias fuentes citan a Lafo diciendo antes del vuelo que tenía previsto entrevistarse también con el propio Fidel en persona --cuando ya hacía meses que el Magno Paciente no le daba audiencia ni a Hugo Chávez, que es mucho decir-- , y el Verteidungsminister (ministro de Defensa), o sea Raúl Castro, a quien, ortodoxo como es, maldita sea la gracia que le hacen tales infantes de izquierda".

De ahí, salvo por la mencionada nota, el extraño mutismo del Granma, Juventud Rebelde, Cubavisión y el resto de los medios de difusión oficiales, que ni por guardar las apariencias diplomáticas se han dignado publicar imágenes del recibimiento en el aeropuerto de Rancho Boyeros. Brilla igual por su ausencia --¿o será que el Abicú no ha sabido encontrarla?-- cualquier cobertura al respecto en los diarios y noticieros de radio y TV alemanes. Pero tal vez, pro forma, aquí o allá televisen la despedida o den a conocer al menos una dos entrevistas potables del huésped con sus anfitriones de segundo rango. Esperen sentados.

Tal como van las cosas, esta visita a La Habana --decidida por Lafontaine hace apenas unas semanas a guisa de consuelo al verse obligado por la ira de los suyos a desairar a los obsequiosos ayatolás, que lo habían invitado a Teheran-- pudiera marcar la primera pifia extranjera de La Izquierda.

Con algo de suerte para sus detractores, entre los que figura a mucha honra este servidor, bien pudiera marcar también el punto de declive de la buena estrella de Lafo en su ya viejo rol de apóstata de la socialdemocracia tedesca.
Quizás, víctima de su demagógica incontinencia, se haya embromado en serio esta vez. Porque Dios los criará pero el Diablo no siempre consigue juntarlos, y un chapuzón en Varadero difícilmente valga un chasco tan escandaloso.

En casa le espera el choteo teutón a este socialista de la llamada "izquierda caviar" (gracias a la herencia de su actual media naranja, Lafo es millonario y mora en palaciega mansión). De hecho, ya antes del despegue algunos blogueros liberales lo han cogido para el trajín: “Contra el vuelo de ida no tengo la menor objeción”, escribe uno con envidiable ironía. Otro aún más ocurrente se mofa de él con la frase más adecuada para dar por felizmente clausurado este artículo. Vacílela Usted, amable lector: “Ojala se embulle y se quede por allá por tiempo indefinido como... nuestro hombre en La Habana”. ¡Genial!

5 comments:

Anonymous said...

Así que este es el Lafontaine que, según leí hace un rato, dijo que Fidel le había mandado un mensaje con Pérez Roque. Según él, Pérez Roque se lo dijo por teléfono. Me pregunto porqué el mismo Fidel no cogió el teléfono y le dijo a Lafo personalmente lo que le mandó a decir con Pérez Roque.

Isis said...

Muy bueno, Pomar.

Troglo said...

Oye mulato, deja que el aleman se desenvuelva. Que bolá?Tok

Anonymous said...

Yo prefiero las cosas contra Encuentro.

Rogelio del Cid said...

Tipos como este abundan, pero siempre es bueno poner las cartas sobre la mesa. Les invito (con permiso Pomar) a leer par de comentarios en este domingo todavía sin funeral, en http://puntocubano.blogspot.com Gracias