Evo Morales contra la pared...

¿Se rompe la cadena bolivariana por el eslabón más débil?

Por Jorge A. Pomar, Colonia

La aplastante victoria del SÍ en el Referendo Autonómico del domingo en el oriental departamento de Santa Cruz de la Sierra, el más rico y vasto de Bolivia, deja a Evo Morales en conteo de protección, a la espera de sendas consultas plebiscitarias programadas para las próximas semanas en al menos cuatro regiones más (Pando, Beni, Tarija y Sucre) de los nueve departamentos en que se divide Bolivia. Claman igual por su autonomía La Paz, Cochabamba...

Es el non plus ultra, el STOP al "socialismo del siglo XXI" también en Bolivia. Con todo, más que una secesión, que no entra explícitamente en los planes santacruceños, el apabullante 85,9 por ciento a favor de la autonomía (14,1 en contra) marca el punto de retroceso del fascistoide proyecto de primacía indígena: etnia, territorio, gobierno, idioma, historia, sistema de valores, costumbres, religión... Ejemplo elocuente de las tradiciones precolombinas que Evo quiere rescatar son los ritos intimidatorios de sus destacamentos de asalto, los llamados "Ponchos Rojos" (no vea el vídeo, si ama a los canes):



A primera vista, el método plebiscitario aplicado por la oposición engaña. No hay temor de que la bola de nieve autonomista echada a rodar ayer en Santa Cruz acabe borrando del mapa sudamericano a Bolivia como entidad nacional. De ahí que, luego de sus usuales bravatas antibushistas, seguidas de la orden a la clientela local del Movimiento al Socialismo (MAS), compuesta por una minoría marginal de inmigrantes indios y mestizos del Altiplano, de abstenerse y dar la bronca en las calles, Evo se limitara a impugnar el escrutinio sin convicción y enseguida, resignado, convocase a un diálogo conciliatorio con todos los prefectos.

"No hay revolución sin sangre" (apto para amantes de los canes)



En otras palabras, aunque volvió a hacer hincapié en la inconstitucionalidad del referendo --el presidente se apoya en una Carta Magna aprobada a puertas cerradas y en ausencia de la oposición--, no le quedó más remedio que dar su brazo a torcer. Gesto cuerdo en un cocalero astuto pero congénitamente zafio y bruto. Habida cuenta de que, más que de una solapada estrategia secesionista al estilo catalán, la Prefectura y el Comité pro Santa Cruz acaban de administrarle un purgante homeopático para curar al Atahualpa brujero de chompa y Pachamama contra la locura chavista recetándole sus propios cocimientos de yerbas etnoculturales.

Cualquiera diría que asistimos a un resurgimiento de las pugnas de antaño entre unitarios y federalistas. Pero no, lo que hacen con éxito los autonomistas es más bien exorcizar el fantasma posmoderno del tradicional dilema entre civilización y barbarie. Lo que a principios del siglo XIX se planteaba como una guerra a muerte entre modernidad eurocentrista y salvajismo aborigen, a partir de mediados del siglo XX --y en particular, después del triunfo del castrismo en 1959-- se trastocó en choque estado de derecho versus tercermundismo guerrillero de signo marxista-leninista o maoísta.

Como el pasado 2 de diciembre el No de los venezolanos a la Reforma Constitucional chavista, el referendo santacruceño es un rechazo, indirecto pero no menos tajante, al engedro de Carta Magna indigenista de Evo. Pero, dado el evidente --e inteligente-- sesgo asistencial del programa de la prefectura de Santa Cruz, nada en sí guardan bajo la manga contra indígenas y desposeídos como tales, ni mucho menos contra la cohesión nacional.

Sencillamente, los "cambas" --nativos blancos de Santa Cruz por oposición a los "coyas" o migrantes indios y cholos--, entre los cuales, como se aprecia en las fotos, abundan mestizos e indios, votaron en masa contra la barbarie totalitaria que, con ayuda de Cuba y Venezuela, pretende implantar en todo el territorio nacional el inquilino del palacio de Quemado en La Paz. En principio, las urnas plebiscitarias santacruceñas han puesto de manifiesto la aversión general a cuatro cosas:

(1) la reelección indefinida del presidente;
(2) el racismo oficial bajo el rótulo de "socialismo comunitario" como alternativa al capitalismo de libre empresa, la igualdad de oportunidades, la democracia pluripartidista y el estado de derecho;
(3) la abierta injerencia de La Habana y Caracas que, aparte de petrodólares y cooperantes en salud y educación, mantienen una creciente presencia militar en Bolivia; y
(4) la emulación con Chávez en el hábito de disponer a su antojo del tesoro de la República.

Consejo Nacional Democrático (CONALDE)
explica sus discrepancias con el Gobierno



Confieso no haberme tomado en serio este aparentemente anacrónico rebrote indigenista en Bolivia. Después de todo, al igual que el triunfo de Daniel Ortega en Nicaragua o el de Rafael Correa en Ecuador, el indigenismo boliviano no era más que un calco al carbón de la Revolución Bolivariana.

Por otro lado, los fiascos sucesivos de otros émulos latinoamericanos de Chávez --Rigoberta Menchú en Guatemala, Ollanta Humala en Perú, López Obrador en México-- indicaban que aquellos colages de tercermundismo indigenista y castrismo trasnochado estaban condenados a muerte prematura en un subcontinente harto de chapuzas marxistoides.

País recordista mundial absoluto en golpes de Estado e inestabilidad presidencial, donde por lo demás el Che había implantado otra plusmarca continental en guerra de guerrillas al no reclutar ni un solo indio durante su quijotesca campaña, Bolivia no iba a ser la excepción de la regla. Con todo, tratándose de comarcas endémicas del realismo mágico-maravilloso, siempre me quedaba un resto de duda, que de pronto se acrecentó con...

...la victoria del macondiano Fernando Lugo en Paraguay. Ex obispo católico suspendido a divinis años atrás por dedicarse a la política y ahora en proceso de rehabilitación por el Vaticano para más resonancias literarias, Lugo descafeinaba una trepidante secuencia de acontecimientos mayúsculos que parecían poner coto a las andanzas del castrismo en América Latina:

(1) la enfermedad terminal de Fidel Castro,
(2) los éxitos del Plan Colombia y la inmensa popularidad de Álvaro Uribe,
(3) la derrota de Chávez en el referendo sobre la Reforma Constitucional y
(4) la muerte del número dos de las FARC Raúl Reyes, cuyos laptops han puesto en crisis a Rafael Correa en Ecuador.

Por si fuera poco, ahí estaba el culebrón alrededor de la ex candidata presidencial franco-colombiana Ingrid Betancourt, presuntamente (en realidad, se entregó por voluntad propia) secuestrada por las FARC desde hace seis años y, según la propaganda del palacio del Elíseo, a punto de perecer en la selva víctima de un sinnúmero de síndromes físicos y mentales a cada cual más grave.

De repente, la alarmadísima opinión pública mundial se entera, como si tal cosa, de que la melancólica, pálida moribunda del vídeo goza de buena salud en la selva. El capítulo final de este folletín melodramático promete asestarle el tiro de gracia al populismo de izquierda latinoamericano, encarnado en los "ideales" de la nobilísima cautiva de las FARC, y a la hidra mediática europea al servicio de la subversión y el antiamericanismo en América Latina. Me dispuse a esperar el desenlace.

Pero hete aquí que, de pronto, el referendo santacruceño abre un nuevo frente de esperanzas. Debo admitir que, de nuevo, fue la perspicacia del Magno Paciente la que me abrió los ojos sobre la trascendencia de este primer referendo autonómico. Primero, por haberle dedicado una Reflexión --y movido al Granma a priorizar el tema, inconfundible señal de que veía rojo--. Segundo, porque reconocía que las Fuerzas Armadas bolivianas estaban divididas y, como a Chávez en su cuarto de hora plebiscitario, parecía aconsejar cautela, retórica y cero violencia.

Lages leyendo su discurso en Caracas



La Habana veía a Evo contra la pared y despachaba al vicepresidente Carlos Lages con la misión de presionar a su favor en la cumbre del ALBA convocada de urgencia en Caracas por Hugo Chávez. Obviamente, la jugada mediática de "ahí viene el lobo" surtió efecto, hizo cundir el pánico en las cancillerías latinoamericanas, que a su vez le metieron el pie en el acelerador a los figurones de la OEA.

Obviamente, la cronología de la posmodernidad iberoamericana, elástica y surreal, tiene mucho de marcha de cangrejo, de --diría el Gabo-- cuento circular que cierra siempre en falso con nuevas generaciones con "colas de cerdo" pero donde abunda el sobresalto, el giro inverosímil que nos pilla por sorpresa.

Insulsa, sec. gral. de la OEA: "Preservar la democracia, evitar la violencia..." Bien, pero ¿de quiénes?



Por ende, puede que, siendo el nuestro un mal de herencia mental, su tiempo tal vez haya que medirlo por el de España, que a más de 500 años de fundada todavía no sabe a ciencia cierta qué es ni a dónde va; pero igual puede que en cierto modo otra vez, como en el siglo XIX, nos adelantemos a una antigua metrópoli ahora mismo embobada en solitario con un socialismo anacrónico del que ya rehuye a marcha forzada el Viejo Continente en masa.

Sea como fuere, por lo pronto, ya con Chávez y Correa a la riposta y Raúl Castro empezando a levantar por su cuenta el "criminal bloqueo norteamericano" a base de importaciones baratas del Reino del Medio (China), parece que ni la campana de la OEA va salvar de caer tendido en breve sobre la lona a ese indio con levita que desgobierna Bolivia.

[A modo de aclaración, bajo el epíteto de "indio con levita" el Abicú a todos aquellos latinoamericanos, indios, cholos, negros o blancos, que no saben identificar a Hernán Cortés tan pronto cambia yelmo, armadura y espada por boina, uniforme verde olivo y fusil. Llámese hoy Che, Fidel o Marulanda.]

Los temores de La Habana están más que justificados. Pues lo más probable es que Rubén Costas (en la foto saludando a los cambas después de la victoria), el prefecto de Santa Cruz, acepte la propuesta de fumar la pipa de la paz con Evo.

Pero lo tiene clarísimo: el 4 de mayo será "prefecto" de una región autónoma o "presidente" de una república soberana e independiente. A sus ojos, el Gobierno cocalero está compuesto por una panda de "insensibles, estúpidos, corruptos y sinvergüenzas".

En cuanto a la opinión prevaleciente en el Comité Cívico Pro Santa Cruz respecto a la mediación de la OEA, antes de la crucial cita con las urnas sus miembros la habían proclamado sin ambages a los cuatro vientos en las páginas de BBC Mundo:

"Los gobiernos de Brasil, Argentina, Venezuela y otros amigos extranjeros del MAS (el partido de Evo Morales), no vienen a Bolivia para mediar. Vienen para defender sus propios intereses, vienen para defender los intereses de sus empresas multinacionales. [...] Y vienen porque están convencidos que la mejor forma de defender sus intereses y sus multinacionales es apoyando al MAS".

¡Cuánta lucidez! A pesar de todos los pesares hereditarios, hay motivos razonables para albergar la esperanza de que, con un pizca de mala suerte del adversario, digamos un traspié con botas de campaña de La Habana o Caracas en el resbaladero boliviano, de golpe y porrazo el subcontinente entero se vea libre de la nefasta sombra del Gorila Rojo.

Y bueno, como soy aquí altruista interesado, sueño también con la halagüeña circunstancia de ver romperse la cadena bolivariana por el eslabón más débil y poder refocilarme a mi vez observando desde Colonia cómo, privados de sopetón de las regalías financieras del histrión de Miraflores, allá en la Isla, a falta de cataclismos sociales, el Hermanísimo y sus generales tecnócratas afrontan al fin la disyuntiva de peinarse o hacerse papelillos en materia de aperturas chinescas.

En fin, pensando en:
esas Damas de Blanco desalojadas a la fuerza de la Plaza de la Revolución;
en la joven bloguera Yoani Sánchez, a quien las autoridades acaban de negarle el "permiso de salida" para recoger en España su bien merecido Ortega y Gasset;
en los miles de balseros ahogados;
en nuestros presos políticos;

en las decenas de miles de presos comunes condenados por delitos ficticios;
y en un largo etcétera represivo más,
el Abicú cruza los dedos y exclama a todo pulmón:

¡¡¡VERDE, QUE TE QUIERO VERDE!!!
¡¡¡GRACIAS, SANTA CRUZ!!!