Por Jorge A. Pomar, Colonia
PRIMERA PARTE
Una catedrática caraqueña en lucha contra el modelo castro-chavista
[Gloria Cuenca, Caracas. Licenciada en periodismo (1965), Magíster Scientiarum (1985) y doctora en Ciencias Políticas por la Universidad Central de Caracas (UCV). Premio Nacional de Periodismo 1990. En la actualidad es profesora titular de las cátedras de Ética y Legislación de Comunicación. Entre otros textos especializados, ha publicado Ética para periodistas; La Enseñanza de la Comunicación y el Periodismo en Venezuela y La formación del criterio público y su relación con los medios de Comunicación Social.]
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(Nota preliminar del Abicú:
Estimados lectores, ignoro si habrá sido por obra del azar o del largo brazo del chavismo alertado desde La Habana, pero es el caso que, como les anuncié en la entrada anterior, afronté insusuales dificultades para corregir la versión anterior de este artículo y subir un cáustico vídeo de Youtube titulado Confusión horaria, sobre el embrollo en "Aló presidente" entre Chávez y su hermano Adán, ministro de Educación y ex embajador en La Habana, a propósito del cambio de hora. Ese vídeo y el programa Duélale a quien le duela se esfumaron de You Tube.
Un espectáculo digno del teatro bufo: Adán insistía todo el tiempo en que había que adelantar media hora el reloj, siendo en realidad todo lo contrario, y el moderador de Duélale a quien le duela, Miguel Ángel Rodríguez los trajinaba a ambos a su antojo. De lo más cómico y, sobre todo, ilustraba a la perfección la puesta en práctica del "socialismo del siglo XXI".
Como resultado del extraño caos que se me armó en Blogger.com, no sólo perdí el fichero sino que además tuve que restaurar el sistema operativo de mi computadora. Para mi asombro, al día siguiente las dos partes de la entrevista con Gloria Cuenca, que yo había subido sin dificultades al blog el día anterior desaparecieron también como por encanto de You Tube las dos partes de la entrevista con Gloria Cuenca, como ha podido constatar el comentarista anónimo de la nota.
Puede ser que Televen, la emisora estatal que reemplazó a la proscripta RCTV, detente los derechos de emisión y se los haya retirado a Youtuve. Dato significativo: en el único vídeo de You Tube aún descargable asociado con la Dra. Gloria Cuenca un comentarista tan comprometido como tedioso habla pestes al final de ella (y del renegado Teodoro Petkoff, entre otros). Se titula "Periodistas de Televen y la libertad de expresión"Véanlo pinchando aquí.
Ignoro si pueda conseguir los vídeos censurados a través de Gloria Cuenca. De veras lo siento en el alma.)
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Lo ha dicho la prensa oficial y esta penúltima vez apenas se puede poner en duda la duración real de la entrevista: Hugo Chávez charló --o más bien, como es costumbre en un mandatario destinado a pulverizar en longitud, mal gusto, destrozo del español, desatinos, improperios, amenazas, descalificaciones, busbusheo (Bush), vaticinios apocalípticos y promesas de “un mundo mejor” por discurso los récords Guiness en maratón oratorio implantados por el anfitrión-- despotricó durante cuatro horas con su aún convaleciente pero asombrosamente recuperado mesías cubano.
Hay Fidel, no para 50 u 80 años más como proclaman sus adeptos, pero sí para un lapso de gracia suficiente como para hacerles una cruz en las expectativas a amigos y enemigos, para deshauciar a los que peinan canas y abrir un compás de espera a la juventud de a pie en la Isla. (Pinche aquí para ver un vídeo de You Tube que no admite embedding.) De modo que el compás de espera para los que apostamos al cambio democrático será, cuando menos, igual a los plazos de sobrevida sucesivos de Fidel y los Comandantes de la Revolución Raúl Castro-Ramiro Valdés-Juan Almeida, suponiendo que no se invierta la secuencia luctuosa.
En medio de la incertidumbre sobre la salud del Magno Paciente, queda en limpio una certeza: en lugar de transición democrática o vía china, habrá más de lo mismo, con o sin la rutilante etiqueta de “socialismo democrático”. Pues, entre lo propuesto por la periodista Soledad Cruz en su polémico artículo “El revolucionario riesgo de la verdad”, y las sugerencias del sociólogo James Petras en “Cuba: Revolución permanente y contradicciones contemporáneas”, texto que desató las iras de Fidel, media apenas una diferencia de grado en una común intención de humanizar el socialismo a fin de sacarlo de la crisis y preservarlo.
Es un secreto a voces que Soledad actúa como portavoz del continuismo raulista. De Petras baste con decir que ha propuesto para el Nobel de la Paz a los cinco espías castristas juzgados y condenados en Estados Unidos. Lejos de atentar contra la esencia del régimen de partido único, ambos proponen aperturas susceptibles de reanimar a la amplia base clientelar del gobierno e insuflar esperanzas unas masas populares descontentas pero --en ausencia de sociedad civil y con una oposición interna en cuarentena-- sin alternativa a la vista.
Sin perjuicio de que, como aconseja sabiamente Paloma Pardo en “Soledad: ¿cara o Cruz?”, lo más inteligente que puede hacer la maniatada oposición pacífica sea subirles la parada, salta a la vista que ambas propuestas buscan “humanizar” al castrismo sin subvertirlo. En suma, una vuelta anacrónica al experimento checo del “socialismo con rostro humano” de Alexánder Dubcek.
Aplicado a nuestra Isla socialista, ambos “cambiar algo para que todo siga igual” clasificarían forzosamente como “socialismo del siglo XXI”. Igual que en Venezuela, donde Hugo Chávez aplica bajo idéntica etiqueta el principio lampedusiano a la inversa: cambiarlo todo para que nada siga igual. Vale decir, desmontar gradualmente el estado de derecho y la economía de mercado para instaurar el modelo en quiebra en nuestra Isla. De este modo ambos países convergerían en un proyecto totalitario común que facilitaría su fusión confederal abierta a nuevos miembros (Bolivia, Ecuador, Nicaragua tal vez).
Así lo intuye nuestra invitada de hoy, la sagaz pedagoga caraqueña Gloria Cuenca, quien a su vez ve en el proyecto chavista de inventar-construir el socialismo del siglo XX un mal disimulado intento de implantar el castrocomunismo en Venezuela condenado al fracaso. Para ella el modelo educacional comunista, calcado del Ministerio de Educación cubano, es "propaganda".
La Dra. Cuenca, a quien, de no haber sido suprimidos, los lectores habrían podido ver y escuchar aquí en dos vídeos de You Tube, donde pone en solfa --sin saña pero con justo enfado-- a los numerosos asesores curriculares cubanos en su país, basa su pronóstico adverso en la tesis de que a la postre las reservas cívicas y hábitos democráticos de la mayoría de sus compatriotas contrarrestarán la seducción ejercida por la piñata de petrodólares chavista sobre los sectores marginados de las favelas.
En efecto, si se comparan los avances de la Revolución Bolivariana en nueve años (1998-2007) con los del castrismo, que en igual período ya había desmontado hacía rato los últimos vestigios del ancien régime republicano, se nota un retraso decisivo en la agenda chavista. Retraso en el que, además del mayor arraigo popular de las tradiciones legalistas en Venezuela, influyen también la caída del muro de Berlín, la actual crisis de la socialdemocracia internacional y, sobre todo, el fiasco de medio siglo de “socialismo realmente existente” en Cuba.
Con todo, aunque, como asegura Gloria Cuenca, el chavismo jamás alcance la meta estratégica que se ha propuesto, a corto plazo su suerte depende también del desenlace de la crisis cubana. De mantenerse el impasse sucesorio en La Habana durante el “rato” supuesto por el Abicú, asistiremos a una continuación por tiempo indefinido de una ficción de unidad sin más consecuencia que la erosión de la chequera chavista.
De fallecer ahora mismo Fidel y no pasar nada, estaríamos abocados a corto plazo a un conflicto de liderazgo entre Hugo y Raúl. De consecuencias imprevisibles, habida cuenta de que el segundo no puede darse el lujo de prescindir de las subvenciones del primero pero, caso de pasarse éste de rosca en sus pretensiones, igual podría ordenarle a la inteligencia cubana montar un golpe de estado en Caracas y reemplazarlo sin más por un mandatario leal.
Los nuestros son veteranos duchos en el arte del golpe de estado en el Tercer Mundo y, además, en tal eventualidad tendrían la ventaja de conocer de antemano el terreno, pues no hay que olvidar que fue Fidel en persona quien dirigió desde la Isla el contragolpe que salvó por un pelo a Chávez en abril de 2002.
Aún así, Gloria Cuenca tendría razón, puesto que, si bien la Seguridad del Estado cubana está en condiciones de recurrir al putsch con éxito, el gobierno que instaurase en Caracas, por fuerza un régimen de facto sin reconocimiento extranjero, duraría menos que un cake en la puerta de un colegio: huelga general, desobediencia civil, protestas masivas, rebelión militar, presiones de Washington, OEA, Unión Europea, Naciones Unidas...
Chávez, si a la postre sale ileso, ya nunca más recuperaría el poder. Pero desembarazarse del molesto mandatario por esa vía equivaldría para los cubanos a una victoria pírrica. Tendrían que decirle adiós a las vitales subvenciones en un rejuego que acabaría agilizando el retorno a la democracia. Un escenario, por ende, irreal en Caracas, a no ser que Raúl y sus generales no tuviesen en mente otra cosa que una vendetta personal.
Sin embargo, con cada día que transcurre con Fidel vivo y consciente aumentan las probabilidades de que el lezamiado “azar concurrente” interponga un escenario imprevisto: muerte anticipada del sucesor, con el consiguiente vacío de poder. Un escenario similar se produciría si, tras el deceso de su hermano mayor, Raúl falleciera o, a causa de un infarto, embolismo o cualquier otra dolencia grave, quedase inhabilitado para ejercer el mando.
Entonces, dado que los comandantes Ramiro Valdés (pocos lo quieren) y Juan Almeida (figura simbólica pero mal de salud) ni mandan tropas ni poseen capacidad de convocatoria autónoma digna de consideración, el Maligno nos coja inconfesados. Sobrevendría con toda probabilidad el temido-deseado final con horror en forma de un azar concurrente con antecedentes en la Isla: rebelión de la baja oficialidad de las FAR seguida de revuelta popular o viceversa. Con la particularidad de que, caso de irse de la mano como ocurrió a raíz de la caída del dictador Gerardo Machado en el 33, sería la insurrección popular más cruenta de toda nuestra sangrienta historia.
Pero no es de ese indescriptible “final con horror” de lo que quiero hablar aquí sino, con ayuda del sentido común de Gloria Cuenca, de un interregno gris que, dada la actual ataraxia insular, se presenta como la hipótesis más plausible en el supuesto caso de que, a la muerte de Fidel, la falange raulista retenga el poder durante un par de años.
Me refiero al “socialismo del siglo XXI”. Bueno para marear la perdiz subdesarrollada en Cuba y Sudamérica, trátase de collage de recortes de ortodoxia y herejías marxistas adecuado, según Heinz Dieterich, padre de la nueva teoría, para construir el socialismo en la era de la globalización.
Tranquilos, no huyan, por favor. Lejos de mí la intención de echarles a perder el día a Ustedes obligándoles a extraviarse en el último campo de lechugas conceptuales de la izquierda occidental. Quienes aún no se hayan hecho una idea de lo que hay detrás del celofán teórico sacien audiovisualmente aquí, gratis y en cuestión de minutos, su curiosidad intelectual.
Si están de vena, pinchen, por favor la flecha en el vídeo de abajo para ver y escuchar las elucubraciones del padre del socialismo del siglo XXI:
Un genuino globo de Cantoya, como diría un asere (socio, amigo, cúmbila en la jerga de barriobajera criolla) que se respete. Abstruso, auténticamente hegeliano en eso de que, como dijera Bertrand Russell, toda la fenomenología de Hegel apenas sirve para obedecer sin rechistar a la policía prusiana.
Tras escuchar las elucubraciones orales de Herr Dieterich, quien sin duda hace su agosto con el jabao con levita que desgobierna Venezuela, se llega a la conclusión de que bajo el flamante socialismo del siglo XXI habrá que seguir obedeciendo a la Seguridad del Estado tanto como bajo el sol de hoy en la Isla.
En realidad, sugiere la doctora Cuenca, se trata de más de lo mismo. Será ella quien en mano a mano con el estelar moderador Miguel Ángel Rodríguez (se complace en pincharla) se encargue de explicarnos sin disquisiciones académicas, a mazazos del menos común de los sentidos, por qué el tan llevado y traído socialismo del siglo XXI chavista no es más que una mal disimulada fase de transición al castrismo puro y duro.
Catedrática de la Universidad Central de Venezuela, Magíster Scientiarum especializada en Ética y Legislación Mediática, Premio Nacional de Periodismo, autora de numerosos artículos y ensayos, así, al primer golpe de vista en la pantalla, Gloria Cuenca encarna en cuerpo y alma a aquellas pedagogas cultas de rancia idiosincrasia burguesa que, a raíz del triunfo castrista en enero del 59, se vieron obligadas a jubilarse antes de tiempo o marcharse al exilio miamense.
Pero las apariencias engañan. Esta apasionada alma mater caraqueña conoce el monstruo por haber vivido en sus entrañas: es desertora del Partido Comunista de Venezuela. Por cierto, la gente a veces escarmienta por cabeza ajena: mirándose en el espejo de sus correligionarios cubanos del antiguo Partido Socialista Popular, PSP, los comunistas venezolanos le han hecho a Chávez el feo de no querer sumarse al Partido Socialista Unificado de Venezuela (PSUV, homólogo de las Organizaciones Revolucionarias Integradas (ORI) y el Partido Unido de la Revolución Socialista (PURS), antecesoras del . O sea, que esta dama de clase media sin pelos en la lengua no está sola en su supina desconfianza.
No hay quien le haga un cuento a Gloria Cuenca acerca de las bondades de la “Isla de la Libertad” y el drama existencial que mueve a nuestros cooperantes. Gracias a esa doble perspicacia que le dan la afinidad de idiosincrasia y la circunstancia de haber sido militante comunista durante largo tiempo, está consciente de que la “audacia” de los asesores curriculares cubanos se debe a que --muero de vergüenza ajena al oír esta frase suya-- “están pasando hambre y vienen a quitársela aquí”:
Me quito el sombrero ante la didáctica elocuencia y el nivel de información de esta abicúa (en el sentido afrocubano de “espíritu de contradicción”) caraqueña: lo sabe todo sobre nosotros y, lo que no, se lo imagina. Una vez vistos los dos vídeos anteriores, nada mejor para el lector extranjero que dedicarle unos minutos a este revelador documental sobre el adoctrinamiento escolar en la Isla para comprender la rabia, temores y argumentos de Gloria Cuenca y su no menos sagaz entrevistador. Las escenas confirman el aserto de la profesora venezolana en el sentido de que los más pequeños son los más vulnerables al lavado de cerebro:
2 comments:
Oye Abicú: son cuatro los vídeos desaparecidos
Hola, Infortunato:
¿A qué atribuyes el fenómeno?
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