Tuesday 23 June 2009

Nuestra calle San Lázaro hace honor a su nombre

A propósito del vídeo de Yoani, un post al respecto en Baracutey, la "Intifada" en Teherán y la suerte de los descendientes del Abicú en La Habana

Por Jorge A. Pomar, Colonia

Puras, duras verdades ha dicho Esteban Casañas Lostal (Montreal) en un post hodierno de Baracutey titulado "La Habana no merece una lágrima", donde el colega airea la homérica cólera que le provocaron las ruinosas secuencias de su antaño entrañable calle San Lázaro en Centro Habana en el vídeo de la titular del multitudinario blog
Generación Y. [Foto: Duelo de gases lacrimógenos contra porra. Tomada de Der Spiegel.]

Y no es para menos: por una cruel ironía del destino, San Lázaro ha acabado haciendo honor a su nombre de santo leproso. Por lo demás, lepra cerebral es el diagnóstico comparativo (con Irán) que cabe hacerle, y hace el airado autor, a la salud civil de la cubanidad al cabo de medio siglo de pandemia castrista.

Tan avanzado es el estado de gravedad de la psiquis colectiva criolla que, a la luz del tiempo que han durado las obras de reconstrucción de Berlín Oriental, lo más probable es que los habaneros más longevos de la vieja guardia exiliar no vivan lo suficiente para ver restaurada a su ciudad natal o adoptiva en la era poscastrista. Y si largo será el proceso de restauración de la otrora rutilante San Cristóbal de La Habana, hoy en "estática milagrosa", tanto más lo será restañar las averías mentales de la cubanidad.

La calle San Lázaro filmada por Yoani



Triste es admitir que, ni siquiera a buen recaudo en el extranjero, la inmensa mayoría de los cubanos está dispuesta a sacrificar nada con tal de desmarcarse públicamente del régimen: emigran con un policía posado en el hombro a perpetuidad. Tan así es que la mera credencial de ex preso de conciencia y exiliado impenitente representa ya a sus sigilosos ojos poco menos que un estigma.

Si te mantienes en tus trece, los sigilosos paisanos de la Diáspora te ponen al instante en estricta cuarentena casi por unanimidad tan pronto abras lo boca para contar quién eres y por qué andas por estos lares. Cualquier pretexto es bueno para hacer el vacío a tu alrededor. Tras lo cual pasas a ser una especie de Babalú Ayé, un apestado para las escrupulosas fosas nasales de casi toda la colonia criolla.

En contraste, un inveterado igualitarismo reparón los induce a posar ante los incautos indígenas locales de patriotas martiano-maceicos y, a la vez, equidistantes o apolíticos so pretexto del enemigo externo. Paradoja inescrutable que ciertamente no resiste el escrutinio de un elemental sentido común, empero hace babearse de ilusionismo retrospectivo sobre su propio historial en la Isla, o echar espuma por la boca de rabia e impotencia, a sus portadores.

La menor alusión al "monotema", por constructiva que sea, suelen apechugarla como un injusto ataque a su impecable personalidad real o imaginaria. Según la definición de mi gusanísimo Otro Yo, en democracia o bajo cualquier régimen despótico, en el fondo todo apolítico es un déspota frustrado que no admite otro modelo de sociedad que su propia utopía. En un estado de derecho la abstención política clasifica como irresponsabilidad civil; bajo una tiranía, sobre todo si es totalitaria como la nuestra, sería por añadidura un "pendejo vergonzante".

En fin, bien que lo dice el aforismo por el que se rigen esos millones de persas obstinados que se echan resueltamente a la calle a vocear su descontento frente a la omnipresente porra islamo-fascista: "Cada pueblo tiene el gobierno que se merece y deja de tenerlo cuando deja de merecerlo".

Por cierto, yo también frecuenté la calle San Lázaro durante décadas. Sobre todo dfurante mis últimos años en el terruño del 82 al 91, cuando residía en casa de mi difunta esposa frente al Parque de Trillo. Pero, a fuer de sincero, confieso que, tanto en el vídeo de Yoani como en otras imágenes, apenas noto ligeras diferencias de grado.

No se me olvidan, por ejemplo, las muecas de asombro y asco hechas por mis dos primeros hijos Laura y Mauro, ambos niños a la sazón, mientras una mañana de carnaval infantil bajábamos a pie desde el Copelia hasta la Punta, sorteando a cada paso balcones a punto de desplomarse, mosqueros alrededor de basura hedionda, montículos de excrementos humanos, cadáveres putrefactos de perros y gatos, riachuelos de orine y aguas albañales, escupitajos y vómitos lacustres. Las aceras de San Lázaro y los soportales del Malecón --nos desviamos en balde a fin compensar la pestilencia con la brisa marítima-- fungían como una letrina pública interminable...


Maratón de ciclistas desnudos el 13 de agosto en
Londres para protestar contra la air pollution




Salvo por la pátina del tiempo y las chapuzas de albañiles emergentes, la mugre y el ya por entonces añejo deterioro, el espectáculo de horror de la calle San Lázaro se conservaba más o menos idéntico cuando, "puesto en libertad" a fines del 93, dejé de cruzarla o recorrerla por fuerza casi a diario para perderme definitivamente del Morro. Excepto quizás que, mirada en perspectiva, destacaba ahora con nitidez la doble orla azulosa trazada por gendarmes uniformados con receptores-trasmisores y pastores alemanes apostados en las bocacalles.

Igual sensación me produjo aquella otrora espléndida calzada la única vez que, de visita en la Isla en mayo del 99, donde viven aún mis tres hijos, la caminé desde la escalinata de la UH hasta el Paseo del Prado. El consulado de Bonn me extendió un permiso de estancia por 21 días y regresé a los 15, luego de aflojarle 100 dólares a la agencia de Iberia de La Rampa.

Si ahora me preguntasen por qué en 16 años no he sacado a mis queridos hijos del infierno socialista, les diré que por tres razones de pareja relevancia: (1) Familiar, pues ya me había separado de sus dos madres. (2) Económica, dado que sólo allá me alcanza el bolsillo para mantenerlos a flote a ellos y a mis cuatro hermanos. Y (3) Político-educacional, habida cuenta de que me asisten acá razones empíricas de peso para considerar que, pese a todos los pesares, en las ruinosas calles, viviendas y escuelas de La Habana ellos son mucho más inmunes al adoctrinamiento de izquierda que en cualquier urbe occidental. De un tiempo a esta parte, Miami incluido.

A primera audición, suena contradictorio pero no lo es. Como botón de muestra sirva la foto de al lado. Data del sábado, o sea, justo el día en que los manifestantes de Teherán arriesgaban su vida desafiando el ultimátum del ayatolá supremo Ali Jameini. Como la los ciclistas en cueros del vídeo de arriba, la queja berlinesa no es de solidaridad con la "Intifada" persa, sino de una batalla campal entre jóvenes vándalos y estudiantes azuzados por el centro-izquierda --
Die Linke (La Izquierda) y Die Grünen
(Los Verdes), plus el ala zurda del SPD-- contra 1,500 agentes del orden que se saldó con más de un centenar de arrestos tras quince horas de pugilato.

Motivo: miles de entre coléricos y alegres revoltosos orquestaron una protesta violenta contra el proyecto municipal de urbanizar el área del recién clausurado aeropuerto de Tempelhof, cuyas cercas intentaban saltar. Visto y comprobado por enésima vez que la sociedad de consumo hace perder facultades a los seres humanos, igual que el confort doméstico a canes, felinos, pájaros y roedores. Tanto más cuanto que, por una lógica a primera vista indescifrable, acaban fatalmente predominando en el estado del bienestar los desvaríos milenaristas del progrerío.

Significativamente, fue también en Berlín Occidental donde el estudiante de hispanística Benno Ohnesorg fue herido de muerte el 2 de junio del 67 mientras participaba en una manifestación de repulsa al sha Mohammed Reza Pahlavi y su consorte Soraya, que eran ambos prooccidentales.

El ingenuo Ohnesorg (foto de al lado), que ni sagaz ni adivino, ignoraba dos datos: Primero, que el disparo mortal partió de la pistola de un policía al servicio de la STASI (policía secreta de la RDA). Segundo, que se estaba inmolando en aras de una futura teocracia destinada a cancelar en Persia todas las libertades que él creía estar defendiendo.

Quién sabe si, de haberlo sabido, aquella tarde fatal hubiese optado por relajarse al aire libre en una de las acogedoras cervecerías a orillas del Spree. Otro tanto habría hecho la inmensa mayoría de aquellos desaprensivos universitarios criollos que durante el septenio batistiano desfilaban en masa por la calle San Lázaro un mes sí y el otro también a favor del futuro verdugo de su clase social, o sea, de nuestra inefable burguesía republicana.

Treinta años largos después, aunque en franca minoría, los epígonos de Ernst Thälmann y Rosa Luxemburg siguen disputándose con amplia ventaja el monopolio de la convocatoria callejera frente a los cuatro gatos rabiosos discípulos de Adolf Hitler. En cambio, demócratas cristianos (CDU/CSU), socialdemócratas (SPD) de centroderecha y liberales (FDP) brillan más bien por su ausencia en el ágora.

En cuanto a las viragos feministas, al parecer no se inmutan ni ante la agonía de una corajuda chica llamada Neda Soltani (foto de abajo) guapísima en ambas acepciones del adjetivo y abatida a tiros en una plaza de Teherán. A despecho que desde el 13 de junio tal vez el mundo esté asistiendo a la mayor protesta del mal llamado "sexo débil" en defensa de sus derechos civiles. Hito de la historia universal que, para más mérito, ocurre bajo una de las teocracias más misóginas que jamás hayan existido.

¿Qué solidaridad podemos esperar los cubanos subversivos de gentes tan volubles, ambivalentes y masoquistas, siendo el de nuestra Isla castrocomunista, donde apenas se mueve algo en materia de oposición digna de ese nombre, un caso más bien gris comparado con el oscurantismo de Irán?

Salta a la vista el gigantesco, escandalizante fallo mediático-educacional de la cultura occidental. Pero dejemos ahí por el momento la indiferencia occidental y el cotejo irano-cubano hasta ver si, por ventura, anoche Jehová y Alá se confabularon para iluminarle el vacío craneal y el Mesías Negro de la Casa Blanca vuelve a decir hoy "Diego" donde ayer dijo "digo".

(Como en efecto: mejor aconsejado esta vez por evidencias y asesores, acaba de girar cautelosamente unos cuantos grados en busca de la coherencia con su aún reciente demagogia "políticamente correcta" y localmente acomodaticia en el Cairo. Incluso menciona a Neda.
By the way, ¿verdad que era bella y encantadora esa doncella persa? Escuchen a Obama en CNN. Por su parte, felizmente Londres ha aplicado la ley del talión, expulsando a su vez a dos diplomáticos de la teocracia. Menos mal.
Así las cosas, a más tardar mañana o pasado asistiremos sin falta al prodigio de ver recuperar el aliento dialógico-civilizatorio al comprensiblemente enmudecido Rodríguez Zapatero. Nada, que el póker iraní se pone cada día más tenso y apasionante...)

Influye también en mi manera de pensar respecto a la suerte de mis hijos un cuarto argumento de orden cronológico: como quiera que sea, la ley de la vida indica que, más temprano que tarde, el futuro de la Isla le pertenece por entero a la juventud. A saber, el Abicú y su Alter Ego prefieren mil veces imaginarse a sus retoños escépticos, cínicos, incrédulos, vacunados de por vida contra la lepra castrista y otros síndromes contemporáneos afines contra cuyo contagio la experiencia cotidiana en el duro, cutre y represivo pavimento capitalino es a día de hoy, sin la menor duda, el fármaco homeopático más eficaz disponible en el orbe. Con excepción del norcoreano, como se está viendo ahora mismo en Teherán...

2 comments:

Cristina García. said...

Porque vienen a ser caras del mismo tema el feminismo, el ecologismo (otra buena razón para mostrarse tal como nacieron los luchadores), la alianza de civilizaciones, la igualdad de las minorías, los "DD HH", los derechos de los gays y similares, la lucha de los pueblos contra el yugo opresor y toda la lloradera histriónica de los jóvenes y sus líderes no tan jóvenes en este occidente de cartón, creo que haces muy bien en querer a tus hijos curados en salud contra el progrerío.
Igual que a tí, la vista de San Lázaro actual no me enseñó algo que no había visto ya.
Gracias, Pomar.

Güicho said...

Bestial ensalada, Abicú.

A San Lázaro la recuerdo bien cochina, y yo me piré en 1989. Pero siempre se puede estar peor, por supuesto. Es lo que ocurre con cada año de biranía, digo, tiranía.

Patética comepinguez ciclística.

Lo de los chamas contra el orden público viene de la armoniosa combinación de tontería y testosterona. Por eso soy partidario de mantener areas limitadas de guerra convencional permanente -una en la tundra y otra en el Sahara-, a donde mandar a todos esos muchachos de bien que en vez de singar y disfrutar su libertad se dedican al destructivo desorden en las sociedades libres.

Triste destino de la bella muchacha persa. (¡Y hay cada persa! También en Alemania. Conocí a una realmente babilónica, pero no quiso porque era amiguita de mi pareja de entonces.)

Del club de las tusas (Oßama & ZP) hoy no comento, que la bilis colateral no es buena y no quiero arruinar esta grappita que me estoy tomando. Además, ya abusé del café esta tarde.

Aquello del factor pedagógico insular debe considerarse siempre. Mira no más la plaga post-migratoria socialistoide cubiche que se despepita en blogolandia. No sé cuánto le deben a la costra bolchevique que trajeron en el seso, pero el menchevismo adquirido se les vuelve atávico con una velocidad inverosímil.

Saludos