Wednesday, 20 May 2009

El castrismo suspende la prueba arqueológica

Apuntes sobre la efemérides del 20 de mayo

Por Jorge A. Pomar, Colonia

Hasta ahora todos los recursos mediante los cuales la humanidad debía ser moralizada eran radicalmente inmorales... Un concepto jamás puede hacer a las personas más morales y mejores, y predicar moral es tan fácil como difícil fundamentar la moral.
Friedrich Nietzsche, Cómo llega uno a ser lo que es

Hay dos grandes hitos de realpolitik en la historia de Cuba: (1) La independencia el 20 de mayo de 1902 (incluido el fructífero y relativamente apacible cuatrienio preparatorio bajo el Gobierno interventor). Inaugura la Primera República, marcando el instante fundacional de la democracia y el estado de derecho. (2) La Constitución del 40, que crea la Segunda República y da pie a la fase de más rápido ascenso civilizatorio en la historia de la Isla después del período 1902-1939.

En apenas 20 años le da a La Habana su apariencia actual, arqueológicamente congelada casi tal cual tras medio siglo de desgobierno castrista más tarde. Peor aún: si, como acaba de hacer mi Alter Ego por estos días, el lector se lee de cabo a rabo los fascículos de las transcripciones de la Universidad del Aire (ciclo de conferencias dominicales radiadas dirigido por Jorge Mañach que, en retrospectiva, se me antoja por debajo del nivel intelectual de una madrasa paquistaní) correspondientes al 52, año del cuartelazo batistiano, constataría con estupefacto hasta qué punto el corte arqueológico de enero del 59 afecta también al lenguaje (de pensamiento cabe hablar tan poco hoy como ayer).

Rebobinemos el casete. Conquistadas la paz y la independencia en mayo de 1902, "generales y doctores", que recién habían dado muestras de una insólita madurez al recabar la ayuda yanqui como tabla de salvación para deshacerse del colonialismo español, se desdoblan enseguida en su, digamos, persona en sí tan pronto como durante la primera legislatura del honestísimo Tomás Estrada Palma.

Cierto es que, formalmente, hubo dos interludios dictatoriales en los cincuenta años de república: seis años de Machadato y siete de Batistato. Sin embargo, en su momento ambas dictablandas (en puridad, dictadura totalitaria sólo hemos padecido la actual, ya que hasta los capitanes generales no sólo carecían de poderes onnímodos sino que eran amovibles, durando poco en el cargo) fases superiores de progreso material.

Y no está dicho que no lo fuesen también en lo espiritual, habida cuenta del desbarajuste sociopolítico que sobrevendría inmediatamente después cada una de ellas. Provisionales ambas, fueron hijas, la primera, del desenfreno caudillista de aquellos "generales y doctores" descritos por Carlos Loveira en su novela homónima. La segunda, de la exacerbación de un culto a la violencia revolucionaria degenerado en gansterismo en institutos y universidades.

Los motivos de la caída en desgracia de nuestro primer presidente republicano hacen presagiar todo el acontecer posterior. Ernesto Hernández Busto describe bien en
Penúltimos Días los porqués de lo sucedido al austero Don Tomás (foto de abajo), brazo derecho de José Martí en el exilio y, a la muerte del "Apóstol", presidente del Partido Revolucionario de Cuba en armas:

Convendría también recordar más a menudo su honrada gestión económica, su celo de administrador, su integridad moral, su martiano horror ante la anarquía, su pulcritud y su fe en la instrucción pública como única manera de preparar al país para la democracia... La austera política económica de Estrada Palma causaba, por supuesto, gran irritación entre quienes presionaban para conseguir cargos públicos y estimulaban la codicia de los antiguos generales, sedientos de favores... persuadido de la eficacia de su programa de gobierno, Estrada Palma buscó su reelección. También creía gozar del beneplácito y la aprobación de Washington, expresada en numerosas cartas y documentos oficiales.

Craso error de Don Tomás y de Washington del que serían víctimas los dictadores Machado y Batista. Contra lo que suele creerse, la Casa Blanca, y con ella todo el establecimiento estadounidense con la prensa a la cabeza, entendían y entienden poco y mal las intrigas de la "política cómica" republicana. En 1909 y 1933-40 , no peligrando sus intereses con ninguno de los bandos en el poder, los "americanos" se decantaron respectivamente por el general José Miguel Gómez y el ex presidente Batista, que era de izquierda (había gobernado en coalición con los marxistas del PSP). El error fatal de la Casa Blanca en asuntos criollos consistiría en seguir pensando igual en el 59.

Detrás del Gómez,
"tiburón que se baña pero salpica", se agolpaba la voluntad del vulgo, más afín por idiosincrasia hispana a aquel eslogan del relajo "seudorrepublicano" que al puritanismo administrativo, dizque "extranjerizante", del casto Don Tomás. Como Machado, el Batista golpista del 10 de marzo de 1952 no era nada puritano y, según su biógrafo Frank Argote-Freyre en Fulgencio Batista: From Revolutionary to Strongman, sabía administrarles su ración de aceite de castor a los detractores que se pasaban de rosca. Pero tenía a su favor su fama de "hombre fuerte", idónea para poner coto al pandillerismo (heredado de los auténticos Grau y Prío), y de gobernante eficaz y moderado, además de unos índices de popularidad menguados pero todavía bastante altos.

Tras el incruento madrugonazo del 10 de marzo, ante el cual las escamadas masas populares reaccionaron con una mezcla de apatía y alivio, se abre un período de turbulencias a manos de una variopinta amalgama de aprendices de brujo revolucionario de clase media a alta: profesionales de la rebelión armada, partidarios de una supuesta ortodoxia mambisa, sociatas, estalinistas, gánsteres y terroristas de distintos pelajes. A ellos se sumaba una masa ecléctica de los ilusos y estultos de todos los pelajes. En el otro extremo del espectro político, tensa la cuerda una intelectualidad moralista, retórica, eurocéntrica hasta el mimetismo, que antepone a la realidad nacional una especie de "ciudad sobre la colina" basada en el presunto legado martiano, exhumado a guisa de "Maestro" inapelable.

Como los ilustradores de la sacarocracia del XIX, so pretexto de las corruptelas (compárese la Protesta de los Trece, verbigracia, con lo que ocurre ahora mismo en el añejo
British Parliament o en las bufonescas Cortes españolas) atribuyen los desajustes republicanos a los malos hábitos del cubano de a pie, a la mescolanza étnica, el clima tropical, la mentalidad animista...

Paralelamente, detrás de los discursos incendiarios de los tribunos populistas (Pardo Llada, Chibás, Roa, Cuchilán, etc.) se oculta el mal disimulado afán aristocratizante de alta cultura, destino manifiesto y pureza de sangre que entre el grueso de los intelectuales. Sirva de ejemplo el malabarismo verbal de la Dra. Vicentina Antuña en la Universidad del Aire al explicar el suicidio radial de Eduardo Chibás (foto del cortejo fúnebre a su paso por la calle 23 del Vedado) a raíz del golpe de estado del 10 de marzo:

"...Y él, cuando consideró que el movimiento de recuperación cívica y moral del pueblo de Cuba era lo suficientemente fuerte para marchar por sí solo (me parece que esa es la lección más grande su muerte), se quitó él, que fue ¨[...¨] el líder más grande que ha tenido Cuba en la etapa republicana".

Culto al suicidio pedagógico.
"Vergüenza contra dinero", rezaba el estribillo electoralista del opulento Chibás: como si ambos términos fuesen mutuamente excluyentes o pobreza sinónimo de honestidad. Cambiando lo que haya que cambiar, retórica y argumentos, pruritos de erudición, apoyo indiscriminado en fuentes europeas, igual que la manía circular de citarse unos a otros o a sí mismos, prevalecen hoy en la UNEAC y la AECC, su metástasis madrileña. Aquella entidad subvencionada menos alérgica a la chusma que ésta.

El segundo o primer mantra pasado y presente, según caso y coyuntura: el enemigo externo. A la cabeza, la Enmienda Platt, derogada desde el 34 gracias a una de las pocas voces sensatas en la Universidad del Aire, el veterano Cosme de la Torriente. Por demás, si no el único, uno de los pocos en insistir hasta el amargo final en una solución negociada, sin hazañas ni sangreros, a aquel transitorio conflicto civil. A diferencia del resto de los contertulios, cuya demagogia magisterial alentaría la violencia estudiantil y cuyas viejas Remington teclearían loas a Fidel y sus "barbudos" hasta la muerte (Elías Entralgo, Medardo Vitier, José Antonio Portuondo, Vicentina Antuña) de sus dueños o el
intempestivo asilo (Jorge Mañach) en alguna embajada sudamericana.

Reales y/o supuestas injerencias diplomáticas de Estados Unidos y la presuntamente "abusiva" actividad de los consorcios industriales, comerciales y bancarios americanos, se da el dilema de que a su ausencia atribuíanse ladinamente antaño los males de la República y hoy--serpiente mordiéndose la cola-- la bancarrota arqueológica del régimen. Sin contar las esperanzas en la supuesta panacea democratizadora del retorno masivo de los otrora "arrogantes" turistas gringos. Paradojas de nuestra no tan (ahí están Eduardo Galiano y el
Manual del idiota latinoamericano) peculiar dialéctica historiográfica. En fin, la causa originaria como remedio homeopático contra la enfermedad...

La Habana de los años 30



Pregunta: ¿Por qué, a la par con el Batistato, se vino abajo tan fácilmente la Segunda República? Respuesta: Entre otros motivos, porque en el fondo nuestras volubles "clases vivas" (todavía cadáveres más bien políticos) y nuestra intelectualidad de origen hispano (incurablemente eurocentrista todavía) no la querían.

¿Una mulatocracia en auge y un mulato como "Padre de la Patria"? ¡Changó y cierra Cuba!
Contra aquella sociedad de origen plebeyo, sin gringofobia y materialmente en alza, albergaban rencores inconfesables. Fieles a un recóndito grito de "Amamos las caenas", inconscientemente resolvieron refundarla sobre cimientos más caucasianos. Apostaron al perfil grecolatino de Fidel. A despecho de unos antecedentes gansteriles aireados en Bohemia, Carteles y el resto de la prensa republicana. Por ende, de sobra conocidos por los más cultos.

Cuando por fin reaccionaron, estaban ya tan divididos por sucesivas traiciones mutuas que no les quedó otra que perderse del Morro. Y así hasta el sol de hoy: batistianos leales contra batistianos desleales; auténticos y ortodoxos contra batistianos, exilio duro contra exilio blando, insulares contra exiliados, moderados contra radicales, apolíticos contra disidentes, disidentes contra disidentes, pobres contra ricos, cultos contra ignorantes...

Pero todos casi tan alérgicos al debate abierto y la verdad como nuestra Némesis castrista. Tabú maniqueísta de rozar a alguien ni con el pétalo de una rosa. O se es noble sin tacha, o se es villano de una pieza. Ambas cosas a la vez, imposible. Dentro de las filas disidentes o los gremios culturales, no se huelen hedores, no se oyen críticas, no se ven defectos: "To er mundo e güeno", como dicen los andaluces. Y quien ose alegar lo contrario, agente de la Seguridad o de la inseguridad.

Igualitarismo a ultranza: "¡Abajo el que suba!", diría Franco con su cínica franqueza castrense. Por fortuna, recién empiezan algunos historiadores a abrir los ojos ante ese fallo civilizatorio de la cubanidad. En cambio, se diría que el grueso de la oposición interna y el exilio los cierran a porfía, mientras que la inmensa mayoría más uno de los intelectuales más bien sacan partido del equívoco, dejándose sobornar a discreción en "ambas orillas de la cultura cubana". De preferencia, simultáneamente...

A sus ojos voluntariamente estrábicos, la culpa del triunfo y longevidad del castrismo la tienen, por un lado, Batista y los batistianos, con los cuales, sin embargo, se hizo tabla rasa el año cero de la Revolución; por el otro, el embargo norteamericano, del cual positivamente hace rato que apenas queda en pie el cierre financiero. Amén de que el "Norte revuelto y brutal" es la única puerta abierta que les queda abierta a los cubanos.

Y es que, a decir verdad, los cubanos, ingratos a matarnos, no hemos traicionado a su sombra porque no se deja pillar por sorpresa. Que si no, hasta nuestras siluetas se tambalearían con un puñal cimbreante entre los omóplatos. El resto es comedia. Prueba de ello es que, de un tiempo a esta parte, vuelve a hacer furor la vana esperanza en las carticas ambiguas al rey mago Raúl...


La Habana de hoy (Rolando Laserie: "Las cuarenta")



Si ahora, al racionamiento de artículos de uso y consumo, la "estática milagrosa" de la arquitectura (colonial, neocolonial y prefabricada), el énfasis gubernamental en la disciplina laboral y social del "hombre nuevo" guevariano, el altísimo porcentaje de población penal, la militarización de la sociedad y el éxodo masivo hacia Estados Unidos y España, el lector se digna añadir la esperpéntica persistencia del imaginario y la retórica subversiva de la llamada "Generación del Cincuentenario" (martiano), llegará por sí sólo a la siguiente conclusión: el castrismo merece un "suspenso" en la implacable asignatura arqueológica, de que el 20 de mayo de 1902 se abrieron realmente de par en par a la Isla las puertas del progreso; el uno de enero del 59 se cerraron hasta quién sabe cuándo.

A riesgo de cabalgar sobre el tigre castrista, tanto insistieron los cubanos prominentes que acabaron convenciendo a la plebe hedonista de que todo iba de mal en peor y era preferible botar a la criatura junto con el agua de la fuente.

Chibás, citado por la Dra. Antuña (Vicente Echerri y Marifely Pérez-Stable, con sus sofismas de corta y pega, son sus mejores epígonos académicos en
Encuentro en la Red) en la mencionada ponencia: "hay que talar y destruir primero para desecar el pantano". La tala se hizo en un par de años ; el calvero resultante lleva medio siglo a la espera de que lo urbanice otro 20 de mayo. "El sol del mundo moral" de los Vitier quema y relaja infinitamente más que el trópico. Entretanto se vuelve a enfríar, a seguir lidiando sine die con el tiburón castrista, que bañarse "se baña" pero, a diferencia del general Gómez, maneja a su antojo el presupuesto nacional y apenas "salpica".

5 comments:

Anonymous said...

Muy bien, POmar.

Napo said...

Buenísimo, Abicú. Muy ilustrativo. Gracias.

Isis said...

Más que excelente, Pomar. Un resumen, un ensayo prolijo, abarcador, bien incisivo y contundente. Todas mis felicitaciones.
(No consigo tu email).
Un beso,
Isis

Güicho said...

Tigre, ahí no dejaste veta donde plantar un brochazo.

Coño, y se me quedó un eco con esa Laserie. Si el tipo hubiera nacido argentino, el tango sería otra cosa.

Stacyvbhe said...

Buenísimo, Abicú. Muy ilustrativo. Gracias.