Tuesday, 26 May 2009

De "Lo que el viento se llevó", pasando por Martí junior, a "Paradiso"

Glosas en PD al post "Otro Lezama, otro Martí: hijos, padres y archivos"

Por Jorge A. Pomar, Colonia

Otro aporte a la investigación y la polémica históricas de Hernández-Busto en la bitácora- nodriza
Penúltimos Días. Mi erudito colega ha vuelto a hundir el dedo en llaga supurante. PD sigue cumpliendo con estas perlas de archivo su rol como blog desmitificador de falsas glorias del pasado e iniciador del debate crítico actual, sin contemplaciones y a cara descubierta. Como polemista nato, el Abicú agradece sobremanera tales incitaciones. La blogósfera vive de ellas. ¡Sombrero una vez más para el titular de PD! Amén de que la foto titular contiene los primeros retratos que recuerdo haber visto del hijo de Martí (al centro con bigote) y del padre Lezama (último de la izquierda).

Pero, si bien es cierto que la incitación original proviene de Ernesto, con cuyos argumentos concuerdo sin reservas, la sobreexcitación que provoca este post se la debo al no menos enciclopédico colega escritor y traductor Manuel A. Tellechea (quien cosa rara en la blogósfera, ha reaccionado civilizadamente, a esta propuesta de diálogo.) Para ser más exacto --puesto que mi contertulio inserta dos más--, al nexo que establece en su primer comentario entre el destacado papel que juega el general Martí Sayas-Bazán en el exterminio de los Independientes de Color en 1912 y el deben patriótico del hijo del "Apóstol" de preservar la paz a toda costa para evitar una nueva invasión por tropas norteamericanas.

Lo siento, caro Tellechea. Justo en el tema que nos ocupa esa para ti y para mí molesta "coincidencia" argumental con el nacionalcatólico y archicastrista Cintio Vitier no te honra en absoluto. En otro contexto podría justificarse la referencia al patético autor de Ese sol del mundo moral (nos achicharra a ojos vistas). Pero la masacre a mansalva de unos 3 mil Independientes de Color no tuvo nada que ver con la Enmienda Platt, ni con el noble porpósito de salvar a la “mancillada soberanía nacional” en peligro de la intervención de una autoridad extranjera a cuya mediación había apelado antes el obstinado líder del Partido Independiente de Color.harto significativamente. Detalle harto significativo, como comprenderás.

Paso por alto la discutible y trivial cuestión de si el "Ismaelillo" adulto fue o no, como afirmas, "un héroe, en guerra y paz". Cierto, existió y en su momento se alegó sincera o hipócritamente semejante despropósito histórico. Pero en el fondo no fue más que un burdo pretexto para volver a poner en su sitio a la negrada mambisa oriental, que insistía en reclamar su cuña en el pastel político-administrativo.

El hijo de
Carmen y José Julián era proamericano de pies a cabeza. Y que se sepa, jamás alegó tales temores. La innecesaria carnicería desatada contra las huestes de Evaristo Estenoz (foto de abajo) y Pedro Ivonet no fue un suceso aislado sino el meollo de una larga cadena de medidas discriminatorias.

Más que "demagogos" habrían sido agitadores en busca de prosélitos para sus descabellados planes. Habida cuenta de la sordera de la clase política ante la magnitud de la injusticia cometida contra negros y mulatos. Pese a la insensatez de ignorar las pragmáticas razones y gestiones preventivas en el Parlamento del más lúcido de sus conraciales, el senador Martín Morúa Delgado, eran auténticos defensores de los derechos civiles de una raza que no se sentía materialmente recompensada por sus sacrificios en la manigua ni representada en espectro partidista republicano.

A partir de esa vergonzosa epopeya, los parques de numerosas ciudades de la Isla quedaron divididos en dos zonas: una para blancos y otra para negros y mulatos. De equidad racial en el reparto de puestos de trabajo no se puede hablar hasta el septenio 1933-1940, cuando empiezan a ceder los mecanismos de segregación contra negros y blancos criollos. De hecho, era ése el tema número uno en la agenda de reivindicaciones sindicales del período.

Hasta la rebelión contra el Machadato la mayoría de los empleos fabriles y comerciales estaban en manos de los peninsulares y sus "sobris" traídos del terruño. Por tanto, lo que sí reflejó aquel genocidio de unos veteranos por otros fue la apoteosis republicana del racismo, exacerbado por la preponderancia de combatientes negros soterrado en los campos de batalla a causa de la meritocracia espontánea inherente a cualquier contienda larga y encarnizada. (Fenónmeno verificable en en seno de la disidencia insular.)

Si acaso, el error de Estenoz e Ivonet consistiría en haber reaccionado a un atropello colectivo según el código de honor aprendido en las guerras de independencia. De hecho, la exaltación, la volatilidad, el llamado intempestivo al combate dan la tónica de la época hasta los alzamientos anticastristas del Escambray, cuyos jefes e instigadores tampoco previeron la inexorabilidad de su derrota de los "bandidos" bajo un régimen cualitativamente distinto, totalitario.

La temeridad y el recurso a la violencia de los Independientes de Color entroncan con el
modus operandi de los revolucionarios cubanos de todas las épocas. (La paciencia es una virtud que recién empezamos a aprender al cabo de cincuenta años de totalitarismo.) Sin embargo, en 1912 la masacre podía haberse evitado. ¿Cómo? Del mismo modo que en las guerritas de rapiña entre liberales y conservadores de aquellos años turbulentos.

Si algo demuestra fehacientemente la historia de la nación es que los cubanos aún no sabemos gobernarnos. Ahora mismo abundan los que culpan al Imperio por la parte esencial de nuestros males y/o cifran de nuevo, con lo ingratos que somos, vanas esperanzas en la Casa Blanca. Los cubanos tenemos lo que nos merecemos, y dejaremos de tenerlo cuando dejemos de merecerlo. Punto. Con el castrismo hemos desaprendido casi todo lo aprendido hasta enero del 59. Y desde luego, visto el asunto en clave actual, en puridad “progresista” era más bien el Partido de Estenoz e Ivonet. Excepto por el empleo irracional de la fuerza, desde cualquier otro punto de vista que los miremos...

Aprovechando el craso error metodológico del Partido Independiente de Color, las antiguas elites coloniales emparentadas (sacarocracia criolla y magnates comerciales españoles), se apresuraron a sellar con una ejemplartizante orgía de sangre un nuevo pacto de reconciliación entre hermanos de raza al estilo de la llamada “Reconstrucción” posterior a la Guerra Civil en Estados Unidos.

A su manera dispersa, vaga y barroca, la novela
Paradiso de Lezama es también nuestro Gone with the Wind (Lo que el viento se llevó, 1937) de Margaret Mitchel, donde el norte industrial se reconcilia con el antiguo sur esclavista. Aunque menos coherente que su antecedente gringo, basta recordar la escena en que el aristocrático padre de Cemí abofea (¿reminiscencia de la azotaina que le da Leonardo Gamboa a su esclavo en Cecilia Valdés?) y despide al cocinero negro de la familia por haberle faltado el respeto a su esposa en un asunto de recetas culinarias. [Foto de archivo: Pedro Ivonet. Reparen en el detalle jeráquico de que, contraviniendo la hoy aún vigente escala cromática colonial, el mulato Ivonet era el vice del negro Estenoz.]

Ahora bien, ello ni implica ni deja de implicar que Martí y Lezama hijos hayan sido racistas furibundos, rasgo de carácter del cual no tengo noticias en ellos. Lo que si huelga aclarar es que hubo, en efecto, como ocurrió con el anexionismo criollo del XIX (único documentable, por cierto), el racismo de nuestras "clases vivas" se dio de la mano con el de la
mainstream del Norte. Lo cual expresa en Paradiso mediante las lisonjeras referencias a la alta estima del generalato norteamericano por las dotes de mando del padre de Cemí.

Por lo demás, el controversial tema está en la base de la notoria rivalidad literaria (en el fondo más bien racial y político-ideológica) entre Nicolás Guillén y Lezama Lima. Finalmente, para defender a Martí junior tampoco es necesario maquillar su rol en aquella cacería de negros: sencillamente, aquel zafarí con artillería pesada y ametralladoras de trípode no fue ninguna hazaña bélica, pero sí la mayor victoria en su escaso expediente castrense.

De por sí, el ascenso a general, o sea, al mismo grado que el a la sazón preventiva- y vilmente asesinado Quintín Banderas (astuto y despiadado en la manigua como para él solo), se lo debió el “Ismaelillo” a la circunstancia de ser hijo de su celebérrimo progenitor. Un vicio de linaje que lastra hoy tanto al gobierno como a la oposición. Lo cual entre aquellos protocubanos de la Primera República se enmarca y justifica por la época. Entre nosotros raya en el anacronismo. [Foto de archivo: Liderazgo del Partido Independiente de Color.]

No son aguas pasadas: a tres años del centenario de la masacre, negros y mulatos están mal que bien representados en el aparato estatal del régimen. Pero ¿acaso les permite esa formalidad institucional, no ya abogar por, sino ni siquiera insistir demasiado en la mera existencia del problema racial?

Única diferencia perceptible del castrismo con el pasado republicano: "
Antes los blancos estaban arriba, los mulatos en el medio y los negros debajo. Hoy los negros están debajo, los mulatos en el medio y los blancos arriba, pero todos más abajo". (Por eso la novela nacional seguirá siendo por larga data la costumbrista decimonónica Cecilia Valdés, de Villaverde, y no la ficción barroca del gordo Lezama en Paradiso.) Soñando despiertos con la balsa, aspirando al bombo frente a la Oficina de Intereses, o bien, escudriñando el árbol genealógico de la familia en busca de un abuelo inmigrante para acogerse a la Ley de Nietos en el Consulado Español. Unos dos millones y medio de morriñosos gozan y/o padecen en el exilio...

Moraleja especulativa: Cambiando lo mucho que haya que cambiar, bajo el manto del marxismo-leninismo y el legado martiano, la Revolución del 59 dio al traste con una Segunda República cada vez más mestiza y popular (instaurada por un mulato oriental ex peón de la hacienda de Ángel Castro en Birán, ex aliado de los comunistas del PSP, al que muchos echan la culpa de su suerte después de haber hecho tabla rasa con él, sus secuaces y su herencia) para acabar cumpliendo sutilmente el sueño fundacional de "pureza de sangre" de nuestra heroica sacarocracia mambisa y sus intelectuales.

¿Racista, batistiano el Abicú? Sí, cómo no. Incluso puesto hipotéticamente a elegir entre el diputado Teófilo Stevenson y el senador Martín Morúa (¿ancestro del "socialista democrático" Manuel Cuesta Morúa, halalevas de Zapatero-Moratinos y asiduo colaborador de la filial madrileña de la UNEAC? Ironías del destino), me decantaría sin pensarlo dos veces por el legislador liberal. Otrosí, como guardia de la época alegaría objeción de conciencia para hacer como tantos mulatos y negros que participaron en la masacre de marras. Me hago esa ilusión, porque después de todo, ¿quién sabe? Acaso entre octubre del 75 y mayo del 76 no bombardeé a mi raza en Angola en calidad de "combatiente internacionalista.

Consta en el Palacio del Segundo Cabo, sin embargo, que en la vida real, militando en el núcleo de Arte y Literatura -- si mal no recuerdo a fines de los 80--, me opuse ya de plano al plan oficial de mejorar a dedo la deficitaria "composición racial de los órganos de dirección del Partido y el Gobierno" con obreros, campesinos, empleados, militares, burócratas y atletas negros. Prefería mil veces dejar en esos cargos subalternos a los blancos que ya los detentaban. Tanto para conjurar usuales suspicacias anónimas. En fin, lo dicho: la raza es tema de candente actualidad entre nosotros y Ernesto ha hecho bien en sacarlo a relucir...

15 comments:

Anonymous said...

Pomar esta historia debe estar buena, pero desgraciadamente no puedo seguir el ritmo de tu prosa y lo unico que me queda es que haces enormes esfuerzos por olerle el culo, publicamente, al despretigiado Ernesto H Bustos.

Cristina García said...

Bien contada como pocas veces vemos la historia de Cuba. Gracias, Pomar.

Manuel A.Tellechea said...

¿Te sorprenderá saber que soy y siempre he sido admirador de Fulgencio Batista, el primer presidente cubano de color, y de Andrés Rivero Aguero, que hubiera sido el segundo? El verdadero lema de la Revolucion Anti-Cubana de Fidel Castro fue, "¡Afuera con el negro!" Ese "negro" no comprendía a un sólo individuo, pero a la raza entera. La Revolución castrista es la raíz única del racismo cubano contemporáneo. Lo resucito para explotarlo, y lo explota todavía.

Jorge A. Pomar said...

Gracias, Cristina. Se hace lo que se puede. Pues, no, no me sorprende, estimado Tellechea. Porque antes de entablar diálogo con personas que dan nombre y apellido, suelo ratrearlas en la Red para no irme con la de trapo. Y huelga jurarte que no me costó el mínimo esfuerzo dar contigo.

En cuanto a los comentarios insultantes (en realidad, perretas infantiles), son de gente que se ofende o hace la ofendida por asuntos que en realidad ni les van ni les viene.

Los dejo porque son mi base material de estudio para saber cuando voy bien y cuando mal. Y sólo me los tomo en serio cuando están bien escritos o me elogian.

Defiendo a Ernesto como hago sistemáticamente con todo el que es útil a la causa o al conocimiento. (Lamento que no me alcance el tiempo para leer a todo el mundo.)

Los detractores anónimos son el Camilo Cienfuegos de este avatar abicueril de Fidel Castro...

¡Ehhh? A propósito, el Magno Paciente todavía no le ha cantado las cuarenta al facultoso de Zapatero. A lo mejor porque ha enmudecido de rabia y está esperando a que se le zafen los cabos del cortocircuito en la sesera para mandarlo a freir espárragos sobre su propio Peñón de Gibraltar.

Mira que ocurrírsele a ese soplatubos leonés (gatita de María Ramos más bien) del niche Obama sugerirle nada menos que a él, Fidel Castro, "mover fichas".

Por si fuera poco, el muy mediocre no encuentra mejor locución verbal que la de Aznar, su rival del bigotito hitleriano. Asco le da a mi Alter Ego de sólo figurarse la metralla que le va a meter en el próximo riflazo reflexivo...

Saludos a todos,

El Abicú

Manuel A.Tellechea said...

El anónimo, para mí, por lo menos, no es anónimo. Se llama "Fantomas," y también muchos otros nombres. Ha dejado más de dos mil comentarios en mi blog en un sólo post. En el José Martí Blog acaba de comentar como "Centurión" y dice lo mismo que aquí.

Manuel A.Tellechea said...

Ser pro-americano no es lo mismo que ser anti-cubano; pero se puede ser, y muchos hay que son, pro-americano y anti-cubano.

Cristina García said...

Ser pro-americano es muy poco elegante últimamente. Y ser pro-cubano es casi obligatorio si se aspira a participar en el coro anticastrista. Coincido con el señor Tellechea en que hay pro-americanos que son anti-cubanos, pero no en seamos muchos.
Profiláctica la previsión de suprimir discretamente a Martí Jr. de los libros de texto de Historia en Cuba. Y razón de más para hablar del personaje separado del mito "Martí", bastante pernicioso de por sí.

Isis said...

Antológico artículo, estimadísimo Pomar. Necesario y brillante.

Isis said...

Se me quedaba en el tintero: subscribo el comentario de Cristina García de las 21:16.

vsoctroco said...

pomar has oido la frase tenia que ser blanco refiriendose por supuesto con el esclavista mayor.Yo nunca la oido.

vsoctroco said...

pomar Baquero decia que el gran problema de Cuba desde el siglo XVII hasta nuestros dias fue "era el problema negro , concuerdo con el 100% y lo mas triste es que no se resolvera en el futuro cecano ni lejano.recuerdo todavia la frase cubana " que se vaya el negro ,cualquier cosa menos el negro pero tú no oyes decir que se vaya el negro.Batista fué un ladron pero el blanco se lo llevo todo. Gracias

Manuel A.Tellechea said...

vsoctroso:

Baquero era mulato y también el jefe editorial del Diario de la Marina, o sea, que un hombre de color representaba los intereses de las clases más conservadores del país. El problema del racismo ya estaba en vías de resolución en la Cuba Republicana. El gran paso atrás, en éste como en todos los sentidos, lo dio el "Great White Hope."

Frida M said...

En la decada de los anos 20 del siglo pasado, se publico una novela en La Habana, "La Raza Triste".
Su autor, Jesus Masdeu Reyes un gran defensor de los derechos de los negros, tambien fue Jefe de Publicidad de Palacios en el gobierno de Fulgencio Batista y siempre decia, me cuentan, que aun habia mucho que hacer por eliminar la separacion racial en Cuba.

Anonymous said...

Manuel Tellechea:

Usted dejo que su blog se convirtiera en un solar de chusmeria. Usted abandono a sus amigos que mucho le pidieron que no los abandone y le dio el poder a Fantomas y todas sus otras personalidades baja clase. No se queje ahora.

Manuel A.Tellechea said...

¡Qué tremendo J'Accuse!" Yo cerré el Review of Cuban-American Blogs, como había prometido, el 20 de enero de 2009, cuando Barack Obama asumió la presidencia. Fantomas no tuvo nada que ver con esa decisión. No obstante él no puede aceptarla y sigue comentando en el blog en una pugna con sus propios demonios. Deseo que le sea terapéutico, aquí y alla.