Sarah, la Bella

Me gusta esa blanca temeraria; me disgusta ese mulato veleta...

Por Jorge A. Pomar, Colonia

Sí, como lo oyen: incluso cancelando sendos adjetivos al título, me gusta esa blanca tanto como me disgusta ese jabao. No por el género de ella sino por ese eterno femenino de dómina que no es móvil que se gasta a raudales. Tampoco por la tez de él, que aunque menos oscura la de mi Alter Ego, es la mía.

Ocurre que, en igualdad de condiciones, he preferido siempre ser gobernado o desgobernado por beldades del sexo "débil" de mano segura de sí y de mí. Con tanta más razón si, como en este caso, me da algo más que la impresión de que esa chica Yeyé, esa muñequita de Wilson, supera de calle al activista social de Chicago en todos los parámetros pertinentes. Excusado echar en ese vocablo de doble sentido a las amistades poco fiables (pastores fundamentalistas, terroristas convictos, estrellas de Hollywood, etc.) del candidato del Partido del Burro.

Tampoco me agradan los niggers que al inicio de este
informativo de Fox News saquean la high school
del barrio en Houston al socaire del Gustav



Empero, amén de experiencia ejecutiva, como todo buen Mesías mejormundista, Obama carece notoriamente de dos de los rasgos humanos mejor jerarquizados por el Abicú: sentido común y del humor. En contraste, la Palin parece haber nacido con los pies sobre la tierra virgen, vacila la vida en clave mundana, es persona razonable y capaz de mofarse de sí misma. Otrosí, no cultiva complejo de víctima ni victimaria de nada en este valle de lágrimas occidental...

Hasta la fecha, a menos de una semana de la cita con las urnas, Barack Hussein Obama juega con sólo dos ases de triunfo: el color de su piel y el afán de alojarse en la Casa Blanca, que es cuanto le va quedando del rutilante viático electoral de arrancada. El resto del bagaje lo ha venido arrojando por la borda como lastre a lo largo de su abrupta singladura.

En cambio, Sarah Palin, futura Merkel estadounidense, una y la misma desde su inesperada aparición en la ecuación electoral republicana, continúa remontando la pendiente con su costal de transparencia intacto a cuestas. Hembra y madre a todo, mujer hermosa de carrera y no de cuota, hace sentir a todo el que mira sin prejuicios esta sensación: con ella se pueden robar caballos, igual que Condoleezza.

En cuanto al reproche de inexperiencia, "a capar --dice el refrán-- se aprende cortando huevos. Y ella ya tiene colgados entre sus trofeos de caza los de un par de barones de Alaska. Repito, pues, aquí el certero vaticinio sobre la "Canciller de Hierro, experta en emasculación en serie de irreverentes competidores de su Christlich Demokratische Union (CDU)": Si al cabo gana el Partido del Paquidermo y logra reemplazar al titular Dick Cheney (en quien, por cierto, alguna vez los del partido asnino se encarnaron de mala manera por tener una hija... practicante de los ritos de Lesbos, o sea, dicho en castizo criollo proletario: "tortillera") en la vicepresidencia, habrá Palin para rato...

Amén de que ha captado al vuelo las reglas de juego a nivel federal y sabe gobernar con mano dura hasta contra los barones de su bando, a la chica del país de los esquimales (y desposada con un mestizo de esa gélida etnia) jamás se le ocurriría contrariar la oposición liberal cubana (interna y externa) cortando disparejo el bacalao con el Palacio de la Revolución.

Y a diferencia del díscolo Obama, nunca ha dejado de saludar el himno "imperial" de la América anglosajona (foto de al lado), no esconde cadáveres malolientes debajo de la alfombra ni gasta tantos remilgos progresistas como el senador pardo.

La oratoria de la gobernadora de Alaska, de lenguaje sobrio que no moja sino enchumba, no deja de ser chispeante, mordaz, arrolladora. De ahí que el equipo de campaña de Obama le halla enfilado los cañones desde su debut como candidata a la segunda magistratura.

A la hora sufragar, a solas consigo delante de la ranura de la urna o la casilla en el monitor, posiblemente una parte considerable de los 18 millones de votantes frustrados de Hillary (a esta altura ya debe de haber enterrado la ilusión de ser la primera mujer en la Casa Blanca) marquen la boleta de McCain pensando más en las virtudes y perspectivas de ella a mediano plazo que cediendo al efecto Wilder-Bradley.

Una segunda porción de votantes, a no dudarlo, seguirá la misma flecha por favoritismo racial, pues al fin y al cabo, si lel color de la piel cuenta tanto para el tocayo del difunto sátrapa iraquí Sadam, por qué no había de puntear a favor del senador glauco y la conturbadora (se han organizado concursos de masturbación televisada a costa de ella) trigueña de Alaska, ¡¡¡ehhh???

Sin lugar a dudas, Sarah Palin fue la mejor elección que pudo haber hecho el viejo McCain. Le he puesto asunto a sus discursos un montón de veces sin encontrar nada censurable, excepto que es una mujer coherente, con agallas, estables principios liberal-conservadores y, último pero no menor, la mentalidad típica del norteamericano común, al que no le cabe en la sesera la idea de que precisamente la nación más próspera del mundo deba renunciar a su entrañable American way of life, que sin embargo cada año atrae a oleadas de inmigrantes, incluyendo a los de la sabihonda Unión Europea del estado del bienestar.

No en balde, desde el instante mismo en que ex piloto de la USAF presentó a la joven y glamorosa dama del creyón de labios y los zapatos de tacones altos como su compañera de fórmula, la artillería reactiva de grueso calibre a disposición de la propaganda demócrata no cesa de disparar a mansalva contra esa reivindicadora de la femineidad al derecho por todos los flancos.

Palin sobre homofobia, feminismo, calentamiento
climático, aborto y demás (en inglés)



Y no es para menos, dadas las credenciales de cambiacasacas exhibidas por el tándem Obama-Biden. Pese a hurgar en su pasado privada ad nauseam --y hasta trajinarla con dobles en vídeos pornográficos--, sus detractores no han probado ninguna de sus conjeturas. El resto es envidia --sobre todo de viragos lesbianas--, mala fe y leyenda negra al gusto de la retroprogresía occidental. Pónganle el cuño que, con sólo un poco de suerte, va a ser algún día no muy lejano será el primer inquilino femenino de la Casa Blanca.

Por otro lado, a los obamistas favor de no cantar victoria antes del escrutinio final: la mayoría de los encuestadores y sus medios de difusión están claramente sesgados; tratan de predisponer al electorado para que vote por el caballo que ellos mismos dan por vencedor todos los días. Por suerte, caso de llevarse el pato al agua, Obama tendrá que volver a hilar fino todo el tiempo para mantenerse en la Casa Blanca durante cuatro años y aspirar a la reelección, único objetivo suyo a la vista.

En el mejor de los casos, sería un híbrido entre Carter y Clinton. En el peor, un lame duck, un auténtico "pato cojo" en Washington. En ambos, se arriesga a defraudar a corto plazo a su variopinta base electoral, empezando por los afroamericanos y terminando por los liberals. Finalmente, en el harto improbable caso de que se mandase a correr, los formidables pesos y contrapesos del sistema lo obligarían más temprano que tarde , so pena de impeachment, a tocar a rebato --arte en el que ya es Gran Maestro-- y priorizar la defensa a ultranza del apetecible contrato presidencial.

Por eso lado, no hay cuidado: la única amenaza de change real en la Yuma proviene de Sarah, la Bella. Y a buen seguro afectaría precisamente a la misma claque de profesionales de la política que, en y alrededor del Capitolio y los rascacielos ministeriales, ruegan a Dios por Obama justo porque, entre las contadas reformas que éste impulsaría sin falta, figura el incremento del aparato estatal en el que ellos se ganan el pan nuestro --y la limusina-- de cada día.

De modo que, aunque apueste con los ojos cerrados por McCain-Palin, el Abicú no perderá el sueño si vence el especimen de su propia raza, cuyos excesos propagandísticos podrían conducir a la derrota por sobrecarga emocional de la masa de los indecisos justo sobre la raya de meta. Vivir para ver...

Mi amigo, el psicólogo Roberto Madrigal, ha trazado un psicograma de Obama, llegando a la inconmovible conclusión de que, sencillamente, "el negro no quiere nada". A no ser el despacho oval de George W. Bush en la White House, algo más de injerencia estatal y quizás un reparto de cargas más equitativo con los socios de la OTAN.

Y por supuesto, con el senador jabao en el poder , cero Tratado de Libre Comercio para la victoriosa democracia colombiana de Álvaro Uribe. En aras de la clase obrera norteamericana. Y de la plutocracia, que ha respaldado su costosa campaña con cuatro veces más "fulas" (dólares) que a su anciano rival republicano. En efecto, Obama acaba de confirmar anteayer el diagnóstico facultativo del autor de Zona congelada que con estas palabras:

En una semana podemos poner punto final a las políticas que no han dudado al dividir una nación para ganar elecciones, que han tratado de enfrentar a una región con otra, a las ciudades con los pueblos, a los republicanos con los demócratas; punto final a las políticas que nos ofrecían miedo cuando necesitábamos esperanzas. En una semana, en este momento decisivo de nuestra historia, podemos darle a este país el cambio que necesita.

Aunque el mensaje tornasolado es de vendedor de tónicos curalotodo, va a tenerlo cuesta arriba para desentenderse de él una vez en el poder, al que aún no es seguro que ascienda. Eso sin contar que, dadas su propensión al multilateralismo en la arena internacional, el gringo de origen keniano podría abrir una caja de Pandora transatlántica que obraría el milagro de hacer que la progresía occidental echase de menos los good old times con el vaquero chistoso y condescendiente de Texas.

(Con todo, desde a más tardar mitad de campaña Obama ha dado inequívocas muestras de tener muy en mente el para su ansiada meta inquietante dato --corroborado una vez más por el resultado de los últimos comicios congresuales-- de que las masas de ambos partidos tienden al centro. De aquí la prisa con que ha marcado distancias con respecto al ala izquierda de los demócratatas, que lo hubiera echado a pique. Por su parte, McCain lo ha tenido igual de arduo para desmarcarse de su imagen progresista. De modo, que ambos se han acercado a Bush: ¿Barack McCain-Bush o John Obama-Bush? Elija Usted...)

Ídem con el anunciado diálogo de igual a igual con Raúl Castro. Para empezar, la propuesta de levantamiento de las restricciones de viaje y remesa deberá ser aprobada por senadores y representantes de ambos partidos. Por ende, se corre el riesgo de que, como de costumbre en el Congreso, éstos zanjen la disputa embutiendo en el paquete a votar a la Ley de "Pies Secos, Pies Mojados".

Con lo cual, sin quitarle el putativo pretexto del embargo a La Habana, cerrarían de un portazo la providencial cuarta pared de escape a los balseros y florecería el tráfico de personas a través del estrecho de La Florida. Resumiendo: prefiero mil veces al tándem McCain-Palin gestionando en la Casa Blanca las relaciones con La Habana durante la próxima legislatura.

(Dicho sea de paso, a los "afrodescendientes" de la Yuma les importa un bledo, no ya la para ellos etérea cuestión de los derechos humanos en Cuba, sino también la existencia en ella de sus conraciales como rebaño aparte, que es la traducción al castellano del tenebroso vocablo afrikaans "apartheid", una realidad insular extensible a los blancos de a pie. ¿Cómo así habría de desear el renegrido Abicú que triunfe allá ese blanco pintado de negro? No joroben...)

Cuenta habida de que, por imperativo biológico, en el curso durante los próximos cuatro años la hoz de Icú, la Muerte yoruba, diezmará sin remedio a la gerontocracia castrista. Tanto más si, como ansía mi perverso Otro Yo, el Presidente Nominal se adelanta al Magno Paciente en el descenso al Averno y se arma el dale-al-que-no-te-dio entre los carcamanes de la alta nomenclatura y "a rio revuelto...

En todo caso, una cosa es segura: el próximo 4 de noviembre cada cual quedará sabiendo a qué atenerse en el futuro inmediato. Pero todos, tirios y troyanos, respiraremos aliviados al vernos al fin libres de este insoportable bombardeo informativo-desinformativo al que nos han sometido sin pausa los medios de difusión durante tantos meses al hilo. Por un rato, luego del cual, con Obama o con McCain en la Casa Blanca, the show must go on. Hasta que llegue esa leona tusada de la Palin y mande a parar el bochinche por ocho años...