Nuevo revés de las FARC

Escapa el número uno de los canjeables

Por Jorge A. Pomar, Colonia

El ex senador Oscar Tulio Lizcano, uno de los "canjeables, escapó de manera espectacular con ayuda de su joven custodio. En el vídeo de abajo recién empieza a contar su ordalía de ocho años como prisionero de la narcoguerrilla colombiana.

Ingrid Betancourt versus Oscar Tulio Lizcano

Ella se hizo secuestrar; Oscar Tulio fue secuestrado.
Ella leía la Biblia durante sus seis años de cautiverio en la jungla; él, al ciego Omero durante ocho.

A ella sus captores le permitieron, entre otras concesiones, redactar todo un programa de reconciliación nacional; a él, apenas versos para su esposa.
Ella, radiante, sana y gárrula, agradece su puesta en libertad a Dios, Francia y el Ejército, por ese orden; él a su propia voluntad de riesgo, a su custodio y a la presión del Ejército, en orden inverso.

Ella, apenas liberada, defraudando al esposo leal que ha puesto rodilla en tierra por su amada cautiva, de buenas a primeras da por muerto en la espesura el amor entre ambos y huye a París, dejando en la estacada a la Colombia que juraba redimir para, entre frivolidades y laureles, retratarse con el ex primer ministro galo en la escena galante captada por la cámara indiscreta de un paparazzi.

(En la foto de arriba, tal como la publicó El País; en la de abajo, tal como apareció en Le Monde, cuyos comentaristas, a poco más de una semana de su intempestivo arribo a la Gran Nación, ya se habían hartado de oír hablar maravillas de la cortesana colombo-francesa más famosa del mundo. Fíjense en el detalle de la posición de la mano de Villepin y la inmensa dicha que produce a su amiga. No es la misma foto, pero las intenciones son evidentes: donde el editor del diario español estimó conveniente ocultar ocultar algo, su homólogo francés jugó ex profeso con el escándalo.)

En sus primeras palabras como hombre de nuevo libre, lamenta él la pérdida de 20 poemas de amor sacrificados en la precipitación de la fuga y tiende, anheloso, sus brazos hacia la amada, su primera meta en libertad. A ella ciertamente las FARC tendrían sobradas razones para tratar su muerte, por babilónica y por traidora, como toda su materna estirpe; a él, no tanto, porque en realidad no había concertado ningún plan con sus carceleros y, por tanto, tampoco los traicionó a ellos ni a nadie.

(En cambio, la cancillería francesa "analiza" si debe o no concederle asilo al custodio, al hombre que violó el código de honor de la FARC y cuya cabeza, por ende, huele a pólvora. ¿Un caso dudoso? No lo creo. Pero a juzgar por los criterios de heroicidad aplicados por el Palacio del Elíseo...)

Para ella, menos el Nobel de la Paz --vaya Usted a saber por qué la inefable Comisión de Estocolmo le hizo el feo de otorgárselo a última hora a otro demagogo famoso, a pesar de que ella ya había escrito el discurso de agradecimiento y convocado la conferencia de prensa--, todos los galardones y distinciones habidos y por haber: Legión Extranjera, recepción pontificial, Príncipe de Asturias...



¿Cuáles premios le concederán a Oscar Tulio Lizcano, Odiseo de carne y hueso capaz de flechar a la vil asamblea de los pretendientes progres, si de pronto, pasando del lirio al azafrán, como esa oligarca esnob que es Ingrid, no aboga ahora por el diáologo y la reconciliación nacional con sus propios cancerberos en franca caída libre allá en sus últimos reductos de la Amazonia colombiana? Tal vez alguna que otra medalla. Con tal de guardar las apariencias, cualquier sacrificio sería bueno.

Pero, en fin, esperemos sentados, porque nada indica que Oscar Tulio esté dispuesto a imitar a la voluble Ingrid en sus malas artes de Magdalena para servir a la progresía occidental de caballo de Troya contra la democracia en Colombia a cambio de una canasta de seguridad, estrellato y bohemia a orillas del Sena bajo la protección de la anacrónicá enarquía gaullista...