Tuesday, 15 May 2007


Francia, ¿principio del fin de la ilusión "progresista"? (II)
Por Jorge A. Pomar, Colonia

SEGUNDA PARTE

Sarkozy seduce a los cuadros del PS


También entre las filas socialistas la estrategia de la zanahoria aplicada por Sarko empieza a hacer mella, provocando sensibles bajas. Pero la intención suena a moneda auténtica en su breve discurso de despedida en la sede de la UMP el pasado 14 de mayo: “Abrirse a otros, a los que tienen otro trayecto, otro historial, otra sensibilidad. […] No tener miedo a ideas diferentes. […] La apertura es la característica de las almas fuertes. […] Mi misión consiste en servir al interés general. Llegado el momento, diré, como todos mis predecesores, cuáles son las apuestas de este escrutinio”.

Algunos de los diputados conservadores presentes veían esfumarse así sus propias aspiraciones al gabinete como miembros del partido gobernante. “Estoy al 200 por ciento por la apertura --replicó más tarde Patrick Devedjian, actual ministro de Industrias--, pero hacen falta gestos tranquilizadores para los parlamentarios” [de la UMP]. Por su parte, el primer ministro designado François Fillon clausuró el acto con un llamado a la disciplina: “Con nuestros socios de la UDF, con las personalidades de izquierda y de la sociedad civil, somos en lo adelante portadores de un pacto presidencial”.

Entre tanto, en el bando socialista, François Hollande pidió ayer explicaciones a Bernard Kouchner, aspirante a jefe del Quai D’Orsay, sede del Ministerio de Relaciones Exteriores en París. El secretario general del PS ve en la oferta de Sarkozy “una operación para obtener plenos poderes”. Pero quien mejor ha expresado este tipo de recelos es la diputada Elisabeth Guigou. En su blog (www.elisabethguigou.com) advierte de que los tránsfugas socialistas: “Se hacen cómplices de una maniobra enfilada a aplastar a la izquierda en las elecciones legislativas. [...] Se arriesgan a ser rehenes de una política de derecha, muy de derecha”. Riesgo real, ya que, una vez que la UMP haya barrido en las legislativas, Sarko podría alterar su hoja de ruta aperturista y deshacerse sin esfuerzo de compañeros de viaje molestos.

Sin embargo, la seducción del reparto de carteras ministeriales es tanto más fuerte cuanto que el nuevo gabinete constará de sólo 15 ministerios (plus 4 secretarías de Estado), contra 29 en la actualidad. La deserción más notoria ha sido la de Kouchner. El ex ministro de Sanidad bajo el premierato de Lionel Jospin (1997-2002), fundador de “Médicos sin frontera” y alto representante de la ONU para Kosovo. Una de las personalidades más prestigiosas de Francia, Kouchner ya había anunciado su disposición a entrar en un “gobierno de unión nacional” sarkozysta.

Uno que se pasó por convicción al bando conservador antes de la primera vuelta fue el famoso filósofo André Glucksmann. El viernes pasado el ex ministro del Exterior Hubert Védrine acudió al despacho del presidente entrante en París, donde se baraja asignarle la cartera del Exterior o la de Justicia. Claude Guéant, director de campaña de Sarkozy y futuro secretario general del Palacio del Elíseo, está también en contacto con Anne Lauvergnon, alias Atomic Anne (“Ana la Atómica”) en la prensa anglosajona. Designada en 1999 por Jospin como presidenta de Areva, la agencia nuclear civil más grande del mundo, la Lauvergnon “no dice no a todo”, comentó satisfecho Guéant sobre la entrevista con la probable desertora (ayer se supo que había declinado la oferta.). En similares trámites se halla el ex ministro de Educación socialista Claude Allègre.

La lista de tránsfugas del PS, demasiado extensa para agotarla en este artículo, crece por día. La estampida inquieta al secretario general Hollande, quien ya antes había dado la voz de alarma en términos draconianos: “Quienes así se comporten serán excluidos del Partido Socialista y no podrán aspirar a la menor investidura local durante el período subsiguiente. […] Ese tipo de métodos, de egoísmos y de comportamientos no es compatible con el concepto que yo tengo de un partido organizado y estructurado”. Su exhortación a la unidad a rajatabla de cara a las legislativas parece estarle entrando por un oído y saliendo por el otro a más de uno.

Pero el mal es de fondo del PS viene de lejos. Y aparte de las animadversiones personales, tiene que ver más bien con la crisis programática, ideológica, de las izquierdas. No se puede acusar de traición a “ratas” que huyen de un barco que se va a pique a ojos vistas. Es casi inevitable la escisión del PS en una corriente moderada, encabezada --siempre que naveguen con suerte y superen su particular crisis de celos de alcoba y protagonismo-- por la pareja Hollande-Ségolène y Dominique Straus-Kahn; y otra radical bajo la batuta de Laurent Fabius y el ex presidente de la Asamblea Nacional Henri Emmanuelli, partidarios de un giro a la izquierda. Emmanuelli ha lanzado ya en público la idea de fundar un nuevo partido.

Los primeros intentarían aliarse con el mermante centro-izquierda del desequilibrado Movimiento Demócrata; los segundos, con la olla de grillos de la izquierda antiliberal. A decir verdad, el campo de captación de ambas corrientes sería sumamente escaso. Entre los pupilos de Bayrou, los socialistas moderados pescarían lo que quede después de descontar a los inamovibles del centro y al nutrido pelotón de los pasados, o por pasar, al bando sarkozista.

Aliándose con el Partido Comunista Francés (PCF, 1,93% de votos en la primera vuelta), Los Verdes (1,57%), Lucha Obrera (1,33%) y otros grupúsculos antiliberales fraccionarios, el PS o los radicales de Fabius-Emmanuelli no tendrían mucho que ganar. Por lo que, teniendo en cuenta lo mucho que representa un escaño en la Asamblea Nacional, lo más probable es que la orden de desistimiento en los respectivos distritos electorales a favor de uno de esos candidatos aliados en las legislativas de junio choque con la tenaz resistencia de los aspirantes socialistas.

Muy diferente es el caso de los trotskistas de la Liga Comunista Revolucionaria (LCR), del carismático Olivier Besancenot. Aunque también perdió votos, la LCR fue la única agrupación antiliberal con un resultado apreciable en la primera vuelta de las presidenciales: 4,08% (contra 4,24 en 2002). Pero aquí se justifica nuestro calificativo de “olla de grillos” para esos grupos antisistema. La LCR --al igual que los altermundistas de José Bové-- y el PCF son como el aceite y el vinagre: no hay fuerza humana que logre mantenerlos juntos a largo plazo.

Mientras que el PCF comulga fácil con el PS, los trotskistas de la LCR descartan de plano semejante alianza. Por su parte, Los Verdes, que pagaron caro su compromiso con Bayrou en la primera vuelta, han resuelto postularse en solitario a las legislativas. De manera que, en la práctica, el PS no tendrá socios de envergadura. Para más embrollo, las posibilidades de los líderes moderados limen asperezas entre sí son prácticamente nulas. Hollande rechaza tanto la socialdemocracia ortodoxa, cara a Straus-Kahn, como el “socialliberalismo” de la Tercera Vía. Y Straus-Kahn ya ha señalado al secretario general (Hollande) como el “principal responsable de que el PS no se haya renovado desde 2002.

Si el esfuerzo de Ségolène no bastó para ganar en las presidenciales, el de los diputados en las legislativas augura catástrofe: una lógica elemental indica que la cuota de escaños para los socialistas se acercará mucho más al 25,87% obtenido por Ségo en la primera vuelta, donde participaron doce partidos, que al 46,94 de la segunda, donde sólo competían los dos grandes. Por otra parte, todos los candidatos de izquierda juntos no pasaron del 37% de los votos en mayo. Considerando los estragos que ya está haciendo la anunciada voluntad de Sarkozy de “gobernar para todos los franceses” y abrir el gobierno al centro y la izquierda, no cabe duda de que la bancarrota socialista es total. ¿Principio del fin de la ilusión “progresista”?

Sarkozy: “Doblar la página de Mayo del 68”

Al tanto de la crisis de ideas que atraviesan las izquierdas francesas, socialistas incluidos, Sarkozy se trazó el objetivo de propinarles el tiro de gracia ideológico. Y tuvo el tino de elegir bien el blanco. (Y el titular el Exterior, Kouchner, renegado del 68, defensor de la "ingerencia humanitaria" y de la guerra de Irak.) En un discurso pronunciado durante la segunda vuelta en París-Bercy arremetió sin contemplaciones contra el legado de Mayo del 68 en presencia de dos de los más ilustres renegados de aquella revuelta estudiantil contra el capitalismo y Occidente, los filósofos André Glucksmann y Alain Finkielkraut. Escuchémosle sin prejuicios:

Mayo de 1968 nos ha impuesto el relativismo intelectual y moral. Los herederos de mayo de 1968 habían impuesto la idea de que valía todo, que por tanto en lo adelante no habría ninguna diferencia entre el bien y el mal, lo falso y lo verdadero, lo bello y lo feo. Habían tratado de hacer creer que no podía existir ninguna jerarquía de valores.

Toda esta andanada etológica para llegar a una conclusión que dice mucho sobre su propia idiosincrasia ecléctica y que, no por inédita y un tanto traída por los pelos, deja de encerrar cierta dosis de verdad que atraería sobre su cabeza las iras de los aludidos (entre ellos, Daniel Cohn-Bendit, el famoso “Dani el Rojo” de los disturbios del 68, hoy flamante eurodiputado en Bruselas por Los Verdes, un partido liliputiense):

La herencia de mayo de 1968 ha introducido [habría sido más acertado usar el participio “contribuido” o “coadyuvado”] el cinismo en la sociedad y en la política. Vean cómo el culto al rey dinero, a la ganancia a corto plazo, a la especulación; cómo las derivas del capitalismo financiero han sido trazadas por los valores de mayo de 1968. Vean cómo la contestación de todos los referentes éticos ha contribuido [se autocorrige] a debilitar la moral del capitalismo, cómo ha preparado el terreno al capitalismo sin escrúpulos. [Y aludiendo a la demonización de su persona:] Son los mismos que en 1958 incurrieron en la absoluta ridiculez de desfilar contra el general De Gaulle gritando que el fascismo no pasaría. Quiero doblar la página de Mayo del 68 de una vez por todas.

Suena a disparate, pero no lo es tanto. Porque no es menos cierto que, por poco que uno ponga bajo la lupa el tren de vida de la llamada « izquierda caviar », o bien, para citar un ejemplo de nuestro patio criollo, la rapacidad y los despiadados mecanismos comerciales que el castrismo pone en acción para apropiarse de la tajada del león de las remesas en divisas del exilio, convendrá en que, en efecto, existe una estrecha relación entre el nihilismo y el “vale todo” de los yuppies, que los hay también a montones de izquierda. Sin perjuicio de que el neoliberalismo haya --si cabe, puesto que el egoísmo en un rasgo humano anterior al dinero y el capital-- agravado las cosas.

Aquí viene a cuento el aluvión de críticas de la izquierda al futuro presidente por haber disfrutado de unos días de descanso a bordo del lujoso yate de un amigo millonario, en vez de en un convento, como había anunciado. Pura hipocresía progre: ¿dónde se solazan los jerarcas izquierdistas? ¿Acaso en la chalupa de un pescador o en populares hoteles de tres estrellas, como los comunes mortales cuando hacen turismo?

Significativamente, la mayoría de los franceses de a pie, que no son mojigatos, no han visto nada censurable en la travesía del presidente electo. Antes al contrario, en un país laicista como el suyo, tal vez les habría preocupado que se retirara a meditar bajo bóvedas monacales.

Bien leído, sin embargo, no hay mucha distancia entre lo dicho por Sarko, que en sustancia es una apelación a la ética, y los sinceros ideales altruistas de la izquierda liberal, que no suele posar de protectora de los desvalidos. Sarkozy ha puesto hábilmente el dedo en la llaga. Como botón de muestra del berrinche de los aludidos, citaremos un párrafo de una entrevista concedida al respecto por el excéntrico Cohn-Bendit (¿cuánto gana, por cierto, en esa eurocámara burguesa, que justamente los obreros franceses están locos por ver disuelta?). El infantilismo de este incorregible rebelde sin causa no tiene desperdicios:

He ahí la prueba de que él osa decir cualquier cosa. Porque, en fin, ¿quién estaba en la calle en mayo de 1968? No sólo nosotros, los estudiantes contestatarios. Más de la mitad de Francia se declaró entonces en huelga. [Una mentira como una casa, puesto que él mejor que nadie sabe que las reivindicaciones de los obreros eran estrictamente materiales]. Eso es lo que Sarkozy no acepta. Por lo demás, las palabras que utiliza son sintomáticas. Habla de “liquidar Mayo del 68”. [Y ahora, agárrense, viene lo bueno:] Se comporta como un estaliniano puro. Cuando los franceses quieren reconciliarse, él se empeña en exhumar al final de campaña viejos rencores de hace 40 años.

Alfredo Bryce Echenique explica Mayo del 68 para latinoamericanos

De que le picó, le picó. Para salir de dudas respecto a lo qué realmente ocurrió en Francia durante aquellas tumultuosas jornadas de mayo de 1968, basta con leer La vida exagerada de Martín Romaña (Editorial Argos Vergara, Barcelona, 1981). Esta novela del peruano Alfredo Bryce Echenique (Casa de las Américas publicó en Cuba su novela Un mundo para Julius), testigo presencial de los hechos, narra en clave jocosa las desventuras en la Ciudad Luz de un humilde estudiante peruano que, desquiciado por una hermosa chica subversiva de familia acaudalada, se ve de pronto envuelto él mismo en las protestas callejeras sin compartir los ideales (al principio) ni la dulce vida de sus condiscípulos franceses.

Tras una larga de desvaríos político-literarios y desengaños amorosos, la novia le da calabazas. Cuando De Gaulle ordena a la gendarmería parisina hacer uso de las porras sin miramientos, la revuelta estudiantil acaba tan de golpe y porrazo como empezó. Y los revoltosos se van a casa o de vacaciones como si tal cosa. En cambio, el protagonista no sólo ha derrochado los escasos recursos con que contaba para estudiar en la Sorbonne, sino que se ha intoxicado de mala manera con el abstruso lenguaje y los dogmas del neomarxismo tercermundista de Mayo del 68.

Bryce Echenique se vale de una ingeniosa metáfora para describir el arduo proceso de desintoxicación ideológica sufrido por el joven Martín Romaña: el vientre se le hincha cada vez más. Por mucho que puja, no logra aliviárselo. Para más inri, un matasanos le destroza el ano. Finalmente, se somete a una complicada cirugía reconstructiva anal. Con éxito. Pero, antes de darle de alta, el risueño cirujano le muestra una batería de relucientes cilindros metálicos en forma de penes de distintos grosores y altura.

El atónito paciente debe aplicárselos de mayor a menor hasta que el angostado esfínter haya recuperado sus dimensiones naturales. Insisto, si el lector quiere hacerse una idea de Mayo del 68 visto por un autor muy cercano a nuestra idiosincrasia, nada mejor que hacerlo disfrutando de esta implacable sátira que ilustra muy bien el lavado de cerebro que aún sufren los estudiantes latinoamericanos en los campus de Europa Occidental. Por lo demás, para entender al Viejo Continente es indispensable conocer el día a día por esa época.

El programa de Sarkozy en síntesis

• Trabajo e ingresos: sin abolir la semana de 35 horas, darles la posibilidad a los franceses de “trabajar más para ganar más”, exonerando de cargas sociales las horas extras. Acortar los plazos de despido. Suprimir las compensaciones millonarias, conocidas en Francia como parachutes d'or (“paracaídas de oro”), a los gerentes salientes de grandes empresas. “Batirse” por el pleno empleo y el incremento del poder adquisitivo de las masas.

• Funcionariado: reducir los cinco millones de empleados públicos actuales, cancelando una de cada dos plazas que vayan quedando vacantes con el fin de reducir la deuda pública, aumentar los sueldos del personal en activo y desburocratizar la gestión administrativa. Eliminar por convenio o decreto las huelgas en el sector público o, en su defecto, garantizar un servicio mínimo durante el paro de protesta. Cancelar 14 de los 29 ministerios.

• Igualdad del hombre y la mujer: respetar la paridad de géneros en la composición del gabinete.

• Fiscalidad: bajar los impuestos sobre la renta a un tope del 50 por ciento. Eliminar los impuestos a la herencia y las donaciones para un 90-95 por ciento de los franceses, o sea, excepto para la plutocracia (en un país de pequeños propietarios).

• Criminalidad: modificar el Código Penal para introducir sentencias a prisión mínimas para reincidentes. Extender la plena responsabilidad penal a todos los ciudadanos a partir de los 16 años a fin de yugular los disturbios juveniles suburbanos. Establecer el peritaje médico obligatorio para todos los recluidos por delitos sexuales antes de soltarlos, así como el deber de presentarse regularmente a la policía una vez puestos en libertad.

• Inmigración: crear un nuevo Ministerio de Inmigración e Identidad Nacional. Aumentar los requisitos para la reunificación familiar a los extranjeros, limitando ese derecho a aquellos que dominen el francés y dispongan de vivienda adecuada y contrato laboral.

• Energía: conservar el potencial nuclear pacífico (por cierto, en breve Chirac debe hacerle entrega de las claves del arsenal atómico) del país, que extrae de esa fuente unas tres cuartas partes de sus recursos energéticos. Paralelamente, fomentar la explotación de energías renovables.

La izquierda internacional, ¿principio del fin?

Hasta ahí el programa de reformas socioeconómicas del nuevo inquilino del Palacio Elíseo, quien en lo relativo a su contradictoria promesa de proteger la industria, la agricultura y el comercio franceses, más bien se queda corto comparado con las drásticas medidas de la Tercera Vía británica. Una meta que deberá flexibilizar en el curso de su mandato, entre otras cosas, para no chocar con las normativas de la UE ni con los imperativos de la globalización.

En otro orden de cosas, para llevar a buen puerto su agenda antitolitaria Sarkozy deberá andarse con pies de plomo a la hora de atacar los mitos fundacionales de la Francia contemporánea, campo minado difícil de atravesar sin perecer políticamente en el empeño. Que sepamos, Sarko nunca ha abordado explícitamente los arraigados tabúes de la Résistance antifasciste, el apoyo masivo de los franceses a la República de Vichy y el papel superfluo de De Gaulle en la derrota de la Alemania hitleriana y la liberación de París.

Claude Allègre, al frente del negociado de Enseñanza Superior e Investigación, podría cumplir cabalmente la tarea de, como ha prometido al nuevo presidente, “ayudar a las universidades francesas a adaptarse al siglo XXI y lograr que la investigación vuelva a ser una de las prioridades nacionales”. Pero, ¿se atreverá este veterano del PS (nac. 1937) a poner a un lado sus propios resabios ideológicos y desafiar al poderoso profesorado de izquierda en sus reductos de la enseñanza media y superior?

Ojalá que sí, pero difícilmente sea el hombre adecuado para la misión. Pues, justo en ese linde, se alza la barrera mental del (falso) orgullo nacional galo. Ni siquiera el primer presidente neogaullista parece dispuesto a franquearla. (Entretanto, se ha sabido que la cartera de Enseñanza Superior e Investigación no será ocupada por Allègre sino por Valérie Pecresse, UMP.) Para ello la joven ministra (39 años) tendría que contrarrestar la anacrónica vigencia de Jean-Paul Sartre y André Malraux, priorizando en los planes de las carreras de Humanidades las tesis de filósofos liberales del fuste de un Raymond Aron (1905-1983) en El opio de los intelectuales, o de un François Revel (1924-2006, su nombre no figura ni en la enciclopedia Larousse) en La tentación totalitaria.

De momento, aunque nadie teme que los disturbios alcancen las proporciones de mayo del 68, varias organizaciones estudiantiles de extrema izquierda han convocado para mañana (miércoles, 16-05), entre ellas las Jeunesses Communistes Révolutionnaires (JCR, Juventudes Comunistas Revolucionarias), la primera manifestación de protesta estudiantil contra los planes de reforma universitaria del presidente.

Con todo, si a la postre la UMP arrasa en las legislativas de junio y luego Sarko capea bien el temporal que le armarán sin falta las izquierdas, los efectos de su reinado en política exterior podrían desencadenar, dado el enorme poder de irradiación de Francia, el comienzo del fin de la izquierda internacional o, lo que viene a ser igual, su puesta al día con la modernidad neoliberal.

Para empezar, el Proyecto de Constitución Europea saldría adelante sin tropiezos en la versión minimalista sugerida por Sarkozy y preconizada por Gordon Brown, inminente sucesor de Blair en Downing Street 10, y la canciller federal alemana Angela Merkel, ya consagrada como líder comunitaria. Entre ellos redondearán un incontrastable y acoplado trío de gigantes que dejará sin falta en la cuneta europea al débil dúo progre integrado por el presidente español José Luis Rodríguez Zapatero y su siempre tambaleante homólogo italiano Romano Prodi.

Además, la alianza trasatlántica con Washington saldrá fortalecida. Circunstancia que, por un lado, hará más difícil a los demagogos autoritarios del Tercer Mundo meter cuña entre las potencias occidentales y, por el otro, pondrá el freno a la Rusia chantajista de Putin, reafirmando a los antiguos satélites soviéticos de Europa Oriental, notoriamente ninguneados por Chirac.

Por lo que nos concierne, habiendo prometido previamente erigirse en defensor de los derechos humanos a nivel planetario, el vibrante discurso de la victoria pronunciado por el presidente electo el 6 de mayo en la Plaza de la Concordia parisina suena convincente, halagüeño a los oídos de la oposición cubana. “Hay un país en el mundo con los oprimidos […], con los perseguidos del mundo entero”, exclamó Sarko, quien además prometió poner fin al “pensamiento único”. Tópico que en sus labios conservadores sólo puede ser el acuñado por el británico George Orwell en su célebre novela 1984, o sea, el pensamiento totalitario de izquierda y derecha.

Por tanto, los demócratas cubanos de la Diáspora y la Isla podemos albergar la razonable esperanza de que la política apaciguadora de La Moncloa acabe pronto estrellándose contra la voluntad mancomunada de Alemania --cuya embajada en La Habana abre sus puertas una vez al mes a los disidentes--, Gran Bretaña y Francia. Sarko tampoco ha tenido pelos en la lengua a la hora de calificar sin rodeos al castrismo como une dictature tou court (“una dictadura sin más”). Cómo no, la instalación del presidente electo francés en el Palacio del Elíseo es una excelente noticia también para nosotros los cubanos. Conque, allez -y, Sarko! (“¡Manos a la obra, Sarko!”)

[Nuevo Consejo de Ministros francés (18-05-2007)

Primer ministro
François Fillon, UMP (53 años)

Ministro de Ecología, Desarrollo y Ordenación Territorial Sostenible
Alain Juppé, UMP (61)

Ministro de Economía, Finanzas y Empleo
Jean-Louis Borloo, Partido Radical (56)

Ministra del Interior, Ultramar y Colectividades Locales
Michèle Alliot-Marie, UMP (60)

Ministro de Asuntos Extranjeros y Europeos
Bernard Kouchner, PS (67)

Ministro de Inmigración , Integración, Identidad Nacional y Codesarrollo
Brice Hortefeux, UMP (49)

Ministra de Justicia
Rachida Dati, UMP (41)

Ministro de Trabajo, Relaciones Sociales y Solidaridad
Xavier Bertrand, UMP (42)

Ministro de Educación Nacional
Xavier Darcos, UMP (59)

Ministro de Enseñanza Superior e Investigación
Valérie Pecresse, UMP (39)

Ministro de Defensa
Hervé Morin, ex UDF (45)

Ministra Sanidad, Juventud y Deportes
Roselyne Bachelot, UMP (60)

Ministra de Vivienda y Urbanización
Christine Boutin, UMP (63)

Ministra de Agricultura y Pesca
Christine Lagarde, UMP (51)

Ministra de Cultura y Comunicaciones / Portavoz Oficial del Gobierno
Christine Albanel, UMP (51)

Ministro de Presupuesto, Cuentas y Función Públicas
Eric Woerth, UMP (51)

Secretario de Estado de Relaciones con el Parlamento (adjunto al Primer Ministro)
Roger Karoutchi, UMP (55)

Secretario de Estado de Perspectiva y Evaluación de Políticas Públicas (adjunto al Primer Ministro)
Eric Besson, ex PS (49).

Secretario de Estado de Transporte (adjunto al ministro de Ecología, Desarrollo y Ordenación Territorial Sostenible)
Dominique Bussereau, UMP (54)

Secretario de Estado de Asuntos Europeos (adjunto al Ministro de Asuntos Extranjeros y Europeos)
Jean-Pierre Jouyet, ex PS (53)

Secretario de Estado de Solidaridad Activa contra la Pobreza
Martin Hirsch, ex PS (43)]

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