
[Al anunciar el reciente relanzamiento del que sin duda fue el mayor foro alternativo de la Isla, el autor analiza las causas de su decadencia en 1996 (labor de zapa de la contrainteligencia, demagogia, incontinencia verbal, el afán protagónico, etcétera) acierta a describir el estado actual de la oposición y traza la que, a criterio del Abicú, sería la única estrategia capaz de cohesionar al movimiento disidente y proporcionarle suficiente poder de convocatoria como para hacerse respetar dentro y fuera de la Isla, merecer apoyo popular y reconocimiento diplomático, e influir en el curso de unos cambios puestos en el orden del día por el calendario biológico.
Por nuestra parte, nada que objetar a un proyecto de mínimos, liberal en el sentido más estricto del concepto. (Amén de que, en medio de la mística obamita, les sale oportunamente al paso a los elebrestados partidarios del diálogo a ultranza con el gobierno sin nada que poner a nuestra vez sobre la mesa de negociaciones.) Salvo quizás un par de precisiones de cierta importancia: (1) "No acusar sin pruebas a otro compatriota" debe implicar la admisión del derecho a la crítica abierta, pública, a fin de poner coto a la demagogia, el diversionismo y la penetración policial. ¿Dialogar con el Gobierno sin entederse entre opositores? (2) El hecho de que todos tengan "voz y voto; derecho a elegir y a ser elegidos; igual espacio y tiempo para exponer sus ideas y propuestas" no presupone falta de liderazgo y meritocracia.
Sobre todo, teniendo en cuenta que Concilio Cubano no es un parlamento libre sino un foro ilegal bajo un régimen totalitario, o sea, de carácter forzosamente conspirativo, se requiere una élite egregia firme basada en el talento político, la fortaleza de carácter y la voluntad de poder en lugar de un extemporáneo ejercicio igualitario del derecho a meter la cuchareta sin ton ni son que como de costumbre entre fanfarrones y seminanalfabetos políticos criollos, degeneraría de entrada en un talk show sin otra finalidad que marcar cotos imaginarios y sonar a título personal en la prensa occidental. Tales malas hierbas retóricas, endémicas en el movimiento disidente, matan en la cuna cualquier esfuerzo contestatario plural.
El debate, la crítica interna, la polémica foral, es el mejor antídoto contra los agentes provocadores. Como el lector puede colegir repasando aquí el listado de los miembros del antiguo Concilio, junto a nombres incuestionables (Morejón Almagro, Arcos Bergnes, Martha Beatriz, Raúl Rivero, Vladimiro Roca, Gómez Manzano, Bonne Carcacés y el propio Lázaro González) figuran otros que, por diversas flaquezas, no han resistido la prueba del tiempo. A modo de aclaración: lejos de pretender ser exhaustivo, haber sido excluido del paréntesis anterior tampoco acusa ni exonera de por sí a ninguno de los ciento y tantos miembros originales. Cada cual (y el lector al corriente) sabrá a qué atenerse al respecto.
Tampoco procede, desde luego, lanzar todos los años un programa de transición distinto con entes idénticos y/o diferentes, convocar congresos virtuales por separado sobre el mismo tema ni rebajar cada vez más las expectativas. Verbigracia, la amnistía incondicional para los prisioneros de conciencia a la categoría de dádiva humanitaria, como propone ladinamente el dizque "socialista democrático" Manuel Cuesta Morúa en Encuentro en la Red.
Detrás de semejante despelote buenista se oculta el deseo de preparar a la disidencia y a la opinión pública de cara al probable reestreno de una añeja táctica del Palacio de la Revolución: canjear presos políticos por visitas o gestos de buena voluntad de parte de estadistas de Estados Unidos (Obama, por ejemplo) o la Unión Europea. Agente y fuente revelan de dónde viene la orientación.
Por eso, saliendo de los nichos ideológicos, es preciso hablar de una vez a una voz, transmitir por todos los medios, con paciencia e insistencia, un mensaje simple, sin recovecos para la doblez y los malabares retóricos de gentes abstrusas y culteranas. Vale decir, prosaico y pegajoso pero a la vez inconfundible, unívoco y al alcance del cubano de a pie.
No son los disidentes quienes deben hacer concesiones, sino el Gobierno que, como bien dice el autor, al cabo de medio siglo no está por la labor. Por tanto, habrá que arrancárselas. Otrosí, disiento en cuanto al rechazo programático de Concilio Cubano a una posible rebelión militar. Tal como están las cosas, en principio habría que apoyar sin reservas a cualquier grupo de oficiales insubordinados.
Digo más: es un recurso legítimo estimularlos, incitarlos bajo cuerda (al menos desde la seguridad del exilio) a derrocar al generalato raulista, visto que el régimen se sustenta en las armas y quienes se atrevan a intentarlo difícilmente superarían la plusmarca continental de egomanía, autoritarismo represivo y desdén por la plebe impuesta en la Isla por los hermanos Castro. La política, acabemos de entenderlo de una vez por todas, dista mucho de clasificar entre las ciencias exactas. Es más bien un juego peligroso donde sólo ganan los que, ocasión mediante, se arriesgan a apostar fuerte y en serio.
Si bien, esta vez jugaríamos todo el tiempo con los ojos bien abiertos. Incluso en la harto improbable e infeliz (debido a nuestra proverbial fatuidad e ingratitud hispánicas) eventualidad de que desembarcaran los marines, a buen seguro el Abicú y su Alter Ego no correrían a inmolarse al pie de la bandera de la estrella solitaria...
Finalmente, agradezco de todo corazón al autor, ex prisionero de conciencia como mi Alter Ego, la gentileza (y el coraje, porque de sobra se sabe que El Abicú Liberal es un blog maldito, puesto en sordina por el régimen y sus testaferros exiliares, donde ningún "moderado" respetable desea verse publicado) de haberme hecho llegar el texto. Lo divulgamos con retraso, despojándolo, con la venia inconsulta del amable Lázaro, de citas ajenas, reduciéndolo al hueso autoral. Pero, entre otras fuentes, se lee íntegro en Cubanet. Pinche aquí para acceder al portal de Concilio Cubano e informarse en detalle acerca de la iniciativa, los estatutos y la historia del foro de marras.
El Abicú]
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Lamentablemente la generalidad de los cubanos ha perdido la autoestima, y la confianza en su capacidad para echar del poder al criminal partido comunista (PCC) que viola los derechos humanos.
La excepción a ese síndrome de res mansa rumbo al matadero está compuesta por la disidencia, la oposición, la prensa independiente y otros brotes de asociación al margen del control absoluto del PCC tanto en Cuba como en el exilio. Sin embargo este conjunto de agrupaciones no está unido operativamente, ha actuando de forma errática la mayoría de las veces y por lo tanto carece de la capacidad necesaria para confrontar al opresor con resultados positivos.
Entre los primeros procedimientos usados por los cubanos para echar del poder al régimen comunista se destacó la lucha armada convencional, con algún apoyo de gobiernos extranjeros, pero fracasó porque ignoró principios elementales. […] Después de la derrota de los demócratas en Bahía de Cochinos o Playa Girón como se prefiera llamar al hecho, se continuó usando el método de la guerra de guerrillas que tampoco triunfo por la misma razón. […]
Otro modo de enfrentar al PCC que no ha prosperado consiste en alentar a los militares comunistas para que den un golpe de Estado, al Estado (léase también partido comunista) que los exaltó a la condición de élite privilegiada en el contexto de miseria premeditada y científicamente causado por el PCC para desarraigar al pueblo a fin de garantizar su completa sumisión política, económica y social.
Disidentes y represión / TeleMadrid
[…] para los cubanos oprimidos la lucha armada sólo sería posible con el apoyo incondicional de una potencia extranjera, posibilidad impracticable en el contexto vigente donde se confirma que ningún gobierno democrático apoya a los luchadores por la democracia de la forma efectiva que sí apoyan los gobiernos marxistas a las guerrillas que tratan de llegar al poder en sus países por vía de las revoluciones. Estas y otras circunstancias ocasionaron que el movimiento pro democracia cubano optara desde 1976 por la única vía disponible para enfrentar al régimen del PCC. Me refiero a la resistencia cívica, desobediencia civil, no-cooperación, acción directa no violenta, oposición pacífica o como se le quiera llamar en consonancia con la forma de pensar de cada cual.
[…] Graves problemas que lastran al movimiento opositor.
El desarraigo de la sociedad cubana
El PCC sabe que podrá usurpar el poder mientras mantenga a sus oprimidos dispersos, sin auto estima y por lo tanto carentes de la confianza y habilidades necesarias para desacatar a la dictadura. Es axiomático que ningún sistema opresivo sobrevive a la desobediencia de la generalidad de sus oprimidos. En consecuencia con este principio es importante que los activistas pro democracia y empresas como Radio y TV Martí se dediquen de forma priorizada a fortalecer a los cubanos oprimidos para sacarlos del estado de desarraigo en que los mantiene el régimen comunista. Cuando ellos recuperen la confianza en sí mismos podrán enfrentarse al opresor.
Para conseguir esa meta es necesario que en Radio y TV Martí se acaben los paños tibios con el criminal PCC. En consecuencia, la programación de esos medios debe diseñarse para educar a los receptores en cómo confrontar a la dictadura. Por lo tanto debe cesar la práctica inútil de “balancear” la programación y las noticias de esas emisoras conforme a los estándares válidos para los medios en sociedades democráticas, pues en Cuba no impera la democracia sino un escenario de guerra irregular entre el PCC y la mayoría de la población.
[…] Por lo tanto los fondos públicos y privados que se reciben para la causa de la democracia en Cuba deben ser usados por sus receptores de forma que la mayor parte de esos recursos se invierta en los grupos internos dedicados a fortalecer a la población restableciéndole su autoestima y enseñándole habilidades para desacatar al arbitrario régimen que la oprime.
La desunión de las fuerzas democráticas
[…] Concilio alcanzó dos metas importantes: la unidad de todos los activistas en Cuba y un plan viable de enfrentamiento pacífico. La frustración de Concilio conllevó la más grande operación de contrainteligencia que se conozca porque ninguna alianza anterior o posterior al Concilio Cubano ha sido tan efectiva.
Retomando el punto inicial, es un imperativo formar una alianza para operar organizada y efectivamente. Por otro lado hay organizaciones de exiliados que --usando fondos públicos estadounidenses-- buscan solidaridad internacional para el movimiento interno, pero en mi opinión el dinero invertido en esos planes es dinero perdido porque es imposible conseguir apoyo para un movimiento dividido desde el 24 de febrero de 1996.
Como se demostró anteriormente: primero hay que conseguir la unidad interna y sólo después de cumplir con esa condición es que el apoyo externo podría servir a la causa. Pero nada ni nadie puede garantizar el resultado. […]
La ausencia de un plan efectivo de liberación
Planes hay muchos, pero efectivo ninguno. Recuerdo algunos ejemplos. Solicitud de Plebiscito en 1988, Concertación Democrática Cubana, Coalición Democrática Cubana, Frente de Unidad Nacional, Foro Cubano, Principios Arcos, La Patria es de Todos, Proyecto Varela, Arco Progresista, Todos Unidos, Diálogo Nacional... El número total de las proposiciones y proyectos de los activistas cubanos no se ha cuantificado pero, después de revisar los archivos de www.cubanet.org , podría alcanzar una cifra de cuatro dígitos. Lo interesante del asunto es que casi todas esas proposiciones presentan alguno de los siguientes errores:
A) Depende para su realización de una buena voluntad que el opresor no tiene ni manifiesta.
B) Asume que el PCC hará reformas democráticas en los ámbitos político, económico y social.
C) Presupone que los usurpadores del poder accederán a realizar elecciones o consultas populares auténticas.
D) Considera que el criminal PCC reformará leyes en beneficio del pueblo que oprime, o legalizará partidos de oposición, o permitirá sindicatos libres, o respetará las libertades básicas, o tolerará a la prensa libre, o liberará a los presos políticos sin condiciones o sin haber expirado sus condenas...
Si el PCC cumpliera con alguno de los incisos anteriores no sería el régimen totalitario que es. La naturaleza de esa asociación comunista es excluyente (léase el Artículo 5 de su Constitución), agresiva e intolerante. Así lo confirma su Historia.
Respecto al caso específico que nos ocupa, el Licenciado Salvador Borrego recuerda: “En Cuba se hicieron reformas fundamentales, profundas, audaces, y se cambiaron todas las estructuras políticas, económicas, sociales y religiosas. Se fusiló a 14 mil anticomunistas; se encarceló a más de 100 mil cubanos; 700 mil lograron huir al extranjero perdiendo todo lo que tenían; se recurrió al apoyo de 30 mil soldados soviéticos de ocupación; se importaron agentes extranjeros para organizar servicios internos de espionaje; se privó de sus fábricas a los industriales cubanos; las tierras pasaron íntegramente a ser propiedad del régimen; las propiedades urbanas también pasaron al poder del Estado; los sindicatos fueron disueltos; los salarios se redujeron; el derecho de huelga se suprimió; se estableció el racionamiento de víveres, ropa y medicinas; los ahorros bancarios fueron expropiados; los ahorros caseros también, mediante el cambio de la moneda circulante; en marzo (1968) más de 50 mil pequeños comercios y misceláneas fueron arrebatados a sus dueños y quedaron en poder del régimen […]”.
Economía, pasado y presente / TeleMadrid (cámara oculta)
¿Qué ha cambiado en Cuba para que algunos compatriotas crean en proyectos imposibles como un diálogo nacional con participación del PCC, y otros cubanos presupongan que existe un ala reformista en el gobierno opresor? Nada ha cambiado. No hay nada nuevo bajo el sol como dice El Predicador. En el movimiento por la democracia en Cuba abundan las suposiciones infundadas y los planes basados en esas arenas movedizas de la irrealidad.
Por lo tanto se impone que los activistas de todas las organizaciones se reúnan para solucionar estos problemas y para establecer estrategias, planes, procedimientos de confrontación, uso correcto de los fondos y unificación de las fuerzas dispersas, entre otras necesidades del movimiento por la democracia. […]
Para avanzar en este sentido le propongo a mis compatriotas el Concilio Cubano, procedimiento donde todas las partes participan en igualdad de condiciones, sin agendas predeterminadas, sin jefes supremos ni estructuras convencionales porque en Concilio todos tienen voz y voto, todos los asuntos se consultan, se debaten, se analizan y se aprueban por decisión de la mayoría, respetando a la minoría que disciplinada y éticamente debe acatar la voluntad de la generalidad. Este procedimiento es prueba de respeto y madurez política.
Sólo tres principios generales prevalecen sobre la mesa del Concilio Cubano: Libertad, Justicia y Democracia para la sociedad cubana. Hasta hoy varias decenas de compatriotas han ratificado (en el caso de quienes firmaron en 1995-96) o han suscrito el renacimiento de Concilio dentro y fuera de Cuba. Es necesario recordar que quienes integraron Concilio entre 1995-96 nunca renunciaron a esta alianza. No se sabe de ningún activista que haya declarado su retiro. Por el contrario, en las biografías de muchos opositores notorios se indica que ellos formaron parte de Concilio y algunos destacan con orgullo el rol que tuvieron en aquellos eventos.
Convoco a reintegrarse de manera efectiva al Concilio Cubano a quienes lo firmaron en 1995-96 y también a quienes no lo suscribieron por diversas circunstancias. Todo el que lea este escrito queda invitado. La noticia debe difundirse para que nadie diga que no se enteró o no lo invitaron. […]