(Plus el cabo suelto que nos atañe en esta historia colombiana)
Por Jorge A. Pomar, Colonia
Habituado a los altibajos emocionales de las urnas sudamericanas, ante el súbito despelote de las encuestas a favor de Antanas Mockus, el histriónico candidato del muy exótico y eurocentrista Partido Verde se me antojaba una opción suicida para una Colombia uribista a punto de derrotar a las FARC. Pero los números le favorecían cada vez más, calles y plazas se teñían de aquel color irrespirable...
¡Hummm...? Extraño, fantástico, surreal vuelco de un electorado que hasta ayer mismo, a pesar de todos los pesares, respaldaba en masa la controversial reelección de Uribe. Escéptico, me limité a encogerme de hombros y arrugar las cejas: ¿acaso los colombianos no habían puesto rodilla en tierra contra aquellos forcejeos injerencistas con que el Palacio del Elíseo?
Con la excepción de la socialista Ségolène Royal por mezquinas cálculos electorales, el presidente Nicolas Sarkozy y la cancillería francesa entera, secundados por casi todo el progrerío occidental, trató de imponerles desde París a la babilónica ecologeta Ingrid Betancourt, a la sazón recién liberada de su autosecuestro en jungla amazónica por las fuerzas armadas de su país en una operación comando digna de Hollywood.
Masajeándonos el mentón con la mano derecha, hasta mi canallesco Alter Ego admitió sus dudas: "¿Vaya Usted a saber --me dijo--, no por gusto Colombia es la tierra macondiana de García Márquez y el realismo mágico. Por eso, si yo fuera tú, conociendo lo volubles que somos los ladinoamericanos, me cuidaría de meter a nuestro blog en la candela posteando unas fuertes sospechas de fraude demoscópico que luego podrían volverse contra nosotros".
Quién sabe --remató--, tal vez gracias al "discreto encanto de la burguesía", el gatopardismo de los intelectuales y las veleidades de la plebe, el tal espantajo de Antanas Mockus se beneficia de la falta de carisma (haber convencido a fuerza de argumentos y no de simpatías faciales es toda una hazaña) de su rival castrense Juan Manuel Santos. Como dice el refrán, "a la tercera va la vencida": va y, con la alharaca que están montando los zurdos, acaban ganando por la mínima esos guanajos verdes. Mejor no adelantarse a los acontecimientos, concluyó.*
Por suerte, al primer impacto visual de la primera plana del El País digital --diario infalible para esos menesteres de sobresalto, desde luego, siempre que el lector sepa leer los titulares entre líneas y domine el truco de entender sus prioridades visuales a la inversa--, supimos que, sin duda por algún motivo halagüeño para el porvenir de Colombia, y para nuestro propio estado de ánimo, la noticia no encabezaba la edición matutina.
Como en efecto, el guanajiento candidato del Yes, we can!, o sea, de Barack Hussein, Rodríguez Zapatero, Hugo Chávez y los hermanos Castro, había sido desplumado en las urnas de tan mala manera que, a despechuga de su aparente inasequibilidad al desaliento y sus aspavientos retroprogres (el vídeo lo vuelve a retratar en cuerpo y alma) de cara a la segunda vuelta, desde ya sus esperanzas de desquite son nulas.
En algo el inconsolable Antanas Mockus lleva razón: "No todo vale". Pero, llegado a este punto, atemos el cabo suelto que nos atañe como oposición liberal opuesta al continuismo raulista. La rotunda, convincente demostración de fuerza presidenciable hecha ayer domingo por el ex ministro de Defensa uribista se sobreañade a la envidiable muestra de tozudez democrática que viene dándonos la pequeña Honduras.
Esta victoria dominical de Juan Manuel Santos es un acontecimiento trascendental para el futuro inmediato de toda Sudamérica cuya repercusión en nuestra Isla, a juzgar por la escasa cobertura que le están dando, parece haber escapado a la atención tanto del liderazgo de la disidencia leal como de sus medios de difusión.
A saber, se trata del primer gran fracaso de la política de Frente Amplio --léase, de toma del poder por la vía "pacífica"-- recomendada a día de hoy por el Palacio de la Revolución a todos sus secuaces sudamericanos: ante la evidente ineficacia del método de la teoría del "foco guerrillero" y el golpe de estado durante los años 80, remachada en el nuevo milenio por las sucesivas muertes en combate del número dos (Raúl Reyes) y uno (el legendario Marulanda) de las FARC, la orden del día era abandonar las armas cuanto antes, reciclarse a la vida civil como movimientos de izquierda y aunar fuerzas con otros partidos afines.
Gracias Colombia!!! from Juan Manuel Presidente on Vimeo.
La nueva estrategia subversiva sufrió sus primeros reveses en las urnas con los chascos de López Obrador en México y Ollanta Humala en Perú. A todas luces, el Gorila Rojo venezolano y el Indio Cocalero de la Chompa boliviano ya iban cuesta abajo en su rodada tercermundista cuando hondureños y colombianos le han puesto la tapa al nuevo viejo (recuérdese la patente soviética del invento) pomo de las traquimañas castristas.¿Y a qué viene entonces, cabe preguntarse, esa extraña insistencia de La Habana de la agresiva dinastía de Birán en respetar unos principios de paz social, concordia nacional e imperio del sufragio que jamás han sido de su agrado? La respuesta, queridos amigos y aborrecibles enemigos, se cae de la mata: las incertidumbres la inminente "solución biológica".
A los ojos de los hermanos Castro y sus secuaces de la Alta Nomenclatura Geriátrica ya no se trata tanto de conjurar la violencia revolucionaria en Sudamérica, donde siempre la propiciarían, como de deslegitimar de antemano a cualesquiera militares incógnitos que intenten aprovechar el vacío de poder resultante para, ¡oh, sacrilegio de los sacrilegios sacrílegos!, siguiendo nuestra larga y probada tradición insurreccional, ponerle abrupto fin al régimen por la vía de las armas.
He ahí el cabo suelto que nos atañe en esta historia colombiana: el papel del Partido Verde de Mockus en Colombia no difiere del asignado por nuestra gendarmería secreta a la proliferante, demagógica disidencia leal en la Isla donde, por fortuna, el "Sí, se puede" coreado en el vídeo de la derrota por ese payaso ecologeta bogotano tampoco pasa todavía del condicional "Si se puede...".
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*Gráfico tomado del diario bogotano El Espectador, 01-06-2010.