
Por Jorge A. Pomar, Colonia
Brillante hipótesis policiaca de Ginés Górriz en Penúltimos Días sobre la llamada "Operación Medusa". No ha dejado cabos sueltos. El espionaje del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) es una torpe excusa: a lo sumo los tales agentes españoles mapeaban a las facciones en lealmente pugna dentro de la alta nomenclatura del régimen. Finalidad: apoyar con datos de primera mano los esfuerzos de la Moncloa por arrimar la sardina de la estancada sucesión dinástica al brasero retroprogre. El guión novelesco trazado por el autor barcelonés encaja sin resquicios en los anacrónicos afanes revanchistas de la Moncloa. [Caricaturas alemanas: Kleines Arschloch o "Pequeño Ojo de Culo".]
A todo reventar, la misión real del trío de sabuesos desdentados de marras en La Habana apenas superaba los cánones del periodismo clandestino al servicio de un gobierno amigo. Salvo por el sigilo de rigor en los gremios secretos, sus olfateos exploratorios apenas irían más allá de la norma de ambigüedad seguida por las acrobáticas crónicas de Mauricio Vincent, corresponsal local de El País al servicio a dos amos, igual de queridos.
En suma, el inefable canciller Miguel Ángel Moratinos (nunca mejor empleados nombre y apellido) tiene razón: jamás ha habido ni habrá espionaje español digno de ese nombre bajo el castrismo. En efecto, los nexos de amistad materno-filial entre la "Siempre Fiel" y su Madrastra Patria siguen siendo todo lo conflictivamente óptimas que pueden ser bajo el esperpéntico código de la familia zapaterista que, como sabemos, fomenta la sumisión incondicional de los padres a los hijos ante los jueces.
(1) Sólo la supina desinformación, la lógica autocomplaciente y la miopía ilusionista propia del inefable inquilino de la Moncloa y su aún más pajuato ministro del Exterior es capaz de atribuirles nada menos que a Carlos Lage y Felipe Pérez Roque voluntad y poder de convocatoria para disputarle el poder a Raúl, Almeida, Ramiro y el generalato dizque (en puridad, son merolicos castrenses al frente de monopolios estatales) "tecnocrático".
(2) Una vez descabezada en la antigua Perla de la Corona su gallina de la esperanza reformista, Zapatero y el PSOE no han dado la menor señal de revisar su estrategia de apaciguamiento con el Palacio de la Revolución. Ni hablar de interceder por sus epígonos criollos caídos en desgracia. (Otrosí, no creo para nada que el Magno Paciente se haya dejado pasar gato por liebre. Para que inclinase el pulgar y, a falta de energías para sodomizarlos de cuerpo presente en el ágora, sobraba con que el Hermanísimo le diera a escuchar alguna grabación panorámica con los consabidos escarnios de Lesa Majestad sobre la decrepitud de la gerontocracia y, sobre todo, de su infalible patriarca histórico.)
(3) El bajo perfil que, paradójicamente, se le dio desde el destape en Cuba a un escándalo que, de ser cierta la esperpéntica versión oficial, clasificaría como una flagrante intromisión en los asuntos internos de nuestro país, forzando el arresto de los transgresores extranjeros y la correspondiente enérgica nota de protesta a la cancillería española.
El asunto me trae a la memoria la secuencia de cuadros de una irreverente historieta publicada por la titular de la página de tebeos del suplemento dominical de El País durante la era del ex presidente Felipe González. A la sazón, el humor peninsular aún no se había abismado en las insulsas chaturas de "corrección política" a que ha logrado rebajarlo la nobleza programática de Zeta. De modo que la mordaz autora del cartoon se da impunemente el lujo de llevar el irrespeto al gabinete sociata al nivel de perfidia y choteo sexual.
--Al fin los españoles podemos ufanarnos de poseer el equipo de gobierno más torpe del planeta... --comenta socarronamente la más espabilada,
--¿Qué pruebas tienes para creerlo? --inquiere alarmada la fronteriza sin remedio.
--Dios mío, ¿será posible que a estas alturas todavía no te hayas percatado de que hasta la fecha ninguno de sus miembros [el de ahora incluye a más "miembras"] ha contraído el SIDA?
--Vale, pero en el fondo yo no veo nada malo en eso; antes al contrario...
--Joder, tía, a ver si acabas de soplarte los mocos de una guarra vez: ¡eso demuestra de manera irrefutable que no sirven ni para tomar por el c...!
--Ya...
No garantizo que haya sido esa la letra exacta de los bocadillos, pero similar observación cabría hacer del modélico gabinete plurisexual zapaterista. Y nadie en su bufo juicio osaría contrariar a mi insidioso Alter Ego afirmando vía comentario firmado o anónimo que dicho tebeo no le viene como anillo al dedo a la panda actual de ineptos attorrantes y atorrantas desgobernantes en la mejor porción de Iberia. Tanto menos cuanto que hasta la fecha, que se sepa, ninguno de ellos ha contraído ni siquiera la inocua gripe del cerdo.
Bromas aparte, volvamos a nuestras ovejas. Lo cierto es que en el delicado campo de la sicofancia bilateral (o multilateral, habida cuenta de que España es ya oficialmente una orgullosa "Nación de Naciones" y la camorra etarra está involucrada en el asunto desde el ángulo visual de una "Memoria Histórica" calcada de la nuestra) los James Bond del CNI son niños de teta al lado de sus avezados colegas criollos.
No faltaba más que el desliz fuese del jefe. Igual el legajo es del conocimiento de nuestra DSE y podría incluir algún indicio fatal para Conrado Hernández. Este orgiástico empresario es un personaje clave en el libreto original de la "Operación Medusa", obra de algún sesudo a las órdenes del ministro del Interior, general de cuatro estrellas y cinco escaramuzas Abelardo Colomé Ibarra, alias "El Furry".
Aunque a posteriori Conradito, adicto a la dulce vida y representante de los intereses del País Vasco, confiese haberse dejado embaucar por las asechanzas del CNI, no cabe duda de que, si no un seguroso en plantilla, era un personaje prominente de la máxima confianza del "Aparato". (En todo caso, ha quedado claro que los banquetes con chorizos, jamones pata negra, quesos de cabra, vinos y coñaques españoles hacen estragos en las convicciones revolucionarias de nuestros talibanes. De ahí que, sabiamente, brillen por su semicentenaria ausencia en las desoladas mesas plebeyas...
Tal como sugiere el sagaz Ginés Górriz en PD, debe de haber jugado ex profeso al agente simple o doble con los incautos espías peninsulares. En tal sentido, sería interesante averiguar en detalle cómo llegó a semejantes alturas operativas ese tronco de guajiro. A juzgar por su mea culpa en El País, y suponiendo que su última foto refleje su estatus presente, purga bucólica sentencia arrepentido allá en su apacible finca matancera.
Por otro lado, rocambolesca esa historieta raulista sobre talibanes de alto nivel conspirando con una impotencia extranjera. A ninguno de esos amanuenses tronados era necesario desprestigiarlos ante "nuestro pueblo", ni ante el grueso cauto --habitualmente circunspecto frente a huéspedes occidentales-- del funcionariado estatal y partidista, por la sencilla razón de que ya no podían estar más desacreditados ante la vox populi extraoficial. Si no desde su debut en el gobierno, al menos desde hacía largo rato.
En el peor de los casos se les detestaba, causando su súbito despetronque alegría general por el mal ajeno entre el populacho al ver sus cadáveres políticos expuestos en la picota pública. Sobre todo, los del sangrón semioligofrénico de Pérez Roque y el santurrón insípido de Lage. Y en el mejor caso --exceptuando a la minoría incauta entre el personal a sus órdenes-- se ignoraban allá desde hace décadas sus vicarios liderazgos, tanto como hoy su rol de chivos expiatorios no da frío ni calor a casi ningún cubano de a pie que conserve un resto de autoestima y sentido del choteo.
No ya para satisfacer los sueños de la Moncloa tomando resueltamente en el momento adecuado las riendas del poder absoluto en sus manos sin excrecencias seniles para impulsar una vigorosa, posmoderna apertura retroprogre al estilo Zeta en nuestro asfixiante, decadente, petrificado archipiélago totalitario, sino ni siquiera para tomar a gusto por salva sea la parte de sus respectivas anatomías.
Visto que no consta en acta facultativa alguna que alguno de los tronados esté apto para ser dado de alta en los sidatorios de la Isla. Amén de que el Abicú y su Alter Ego dan por descontado que ni siquiera el bozal y la jeringa lavativa que les están aplicando a pulso por vía rectal los hará vomitar la bilis verde olivo largamente acumulada en sus ya menguantes panzas a lo largo de sus felizmente truncas carreras como trakatanenführer...